LA PRIMERA LECCIÓN ES EL SILENCIO
He querido empezar por la palabra
autorizada del Papa; por lo que es una enseñanza objetiva y –pudiéramos decir- magisterial. Porque Pablo VI no es sólo un particular que
escribe sus impresiones, sino un Maestro de la vida de los cristianos y para
los cristianos. Ésta es la evidencia para todo creyente e hijo de la Iglesia.
Su afirmación es como un resumen
práctico de lo que se llama LA VIDA OCULTA DE JESÚS. Porque esa
vida OCULTA tiene en el silencio una
primera expresión. Se podría tomar simplemente como contraposición a la Vida Pública
de Jesús. O puede entrar uno en mucho más
sentido de esa expresión y su contenido.
Es lo que intentaremos ahora.
Imaginemos, cuanto más nos ayude, meternos imaginativamente en aquella Casa,
de modo que no vayamos a hacer una oración meramente reflexiva, sino -especialmente- de acompañamiento y presencia
nuestra junto a aquella Sagrada Familia.
Y que nos ayude a un conocimiento interno del Señor, que por mí
se ha hecho hombre, para que más le ame y LE SIGA.
VIDA OCULTA equivale a decir: vida
de cada día. Lo pequeño, lo
trivial, el acontecer de las cosas cotidianas.
Vida -también- de poca tendencia a lo exterior, porque hay mucha riqueza
dentro. Vida tendente a lo que es el fondo de cada
persona de aquella familia, y donde cada uno vive esas profundidades del fondo
de su alma. Todo eso que hoy llamaríamos con un lenguaje más actual: VIDA
INTERIOR..., ese pozo profundo en donde está viviendo Dios y en donde cada
persona se encuentra con Dios.
No es igual que subir cada mañana a la azotea para hacer su
oración, o rezar juntos los salmos cada tarde.
Es muchísimo más y más profundo y más definitivo. Por eso, hablar de VIDA OCULTA no se limita a
mirar casi treinta años de Jesús en una vida no dada a la acción exterior. Es mucho más, dice mucho más, abarca prácticamente
todo el mundo interior de Jesús y de María y de José.
Por supuesto -no es menester
decirlo- que José, María y Jesús no eran unos seres retirados de la vida
normal, de la relación humana. No eran
unos extraños a las personas y sucesos de su pueblo y de su nación. No estaban encerrados en su mundillo y su
caparazón. Vivían integrados en la vida
normal.
JOSÉ era persona que tenía
que relacionarse, que salir y que entrar.
Tenía que trabajar codo con codo con muchos obreros, y depender de
muchos patronos..., o de muchas gentes que venían a su taller a hacerle muchos
encargos. Y José estaba muy en su mundo
real.
José salía a conversar en la plaza
con otros, llevar sus trabajos a las casas, relacionarse con sus vecinos. José era un hombre normal.
En lo que era su vida de familia,
José era íntimo, cordial... No se eligió
Dios a un hombre de carácter rudo, de modos hoscos..., a la hora de
responsabilizarlo de aquella gran misión de ser el padre en la Sagrada Familia...
Pero José era un hombre de vida
profunda, capaz de escuchar a Dios, de saber
discernir en medio de los sueños, de estar atento a los signos de Dios, de obedecer
a Dios en medio del mayor sacrificio. Cuanto más humano era, más “divino” en
sus formas. O cuanta mayor era su vida
interior de hombre justo, más viva era su relación cordial humana. Si
nos atenemos al Evangelio, José es hombre del SILENCIO, hasta el punto de que
no se conserva ni una sola palabra de él. [Lo que no significa que no hablara,
sino que su figura bíblica es una figura de silencio. Y hay muchas realidades en la revelación que
no están dichas, pero que están ahí como aleccionando].
MARÍA era la mujer que tenía
un pozo sin fondo en su corazón. Allí
fue metiendo siempre tantas y tantas cosas que le sucedían o que ocurrían y veía... Y que muchas veces no comprendía. Pero en ese mundo suyo interno cabía todo
para irlo después rumiando y confrontando con Dios. El SILENCIO
DE MARÍA no es tanto que no hablara -hay diversas intervenciones suyas en
el Evangelio, incluido ese momento de la Vida Oculta, cuando Jesús se queda en
el templo-, cuanto que su reacción “instintiva” siempre es la de callar y
guardar en su corazón... Lo propio de
la VIDA INTERIOR, que cuanto más calla, más se enriquece.
Pero no quita que María era esa
mujer abierta y servicial que todo el mundo se rifa, porque siempre estaba
disponible a sus vecinas, a las ayudas que pudieran pedirle...; que disfrutaban
de ir con Ella a la fuente, escuchar sus
conversaciones, salirse por la tarde a
la puerta de la casa para contarse tantas cosas... Y de su palabra salían siempre expresiones
consoladoras, de mitigar dolores y penas, de elevar el tono y hacer ver siempre
esa mano amorosa de Dios, ante quien sólo cabe decir que “se haga como Él
quiere”...
En aquella pareja había siempre
para todos y en cualquier caso, una prudencia, una delicadeza, una comprensión,
una ternura, un ponerse en el lugar de los demás, un intentar levantar ánimos,
una mano tendida...; la palabra
oportuna y los silencios oportunos; la cariñosa corrección de lo que taba
desviado, de lo que surgía de las reacciones apasionadas de unos y
otros...
Y estar junto a ellos era encontrar bálsamo, bondad,
acogida... Todo ello es VIDA OCULTA, o VIDA
INTERIOR, la que mantiene abierta la línea con Dios, y así expresa y
reacciona al modo agradable a Dios.
Hombre JUSTO, José; la que ESCUCHÓ LA PALABRA DE DIOS Y LA VIVIÓ, María.
A Jesús
le dedicaremos una reflexión aparte, si Dios quiere, el próximo día
María fue una mujer tan pobre y tan limpia tan desinteresada y tan humilde,que nos hizo presente,nos transparentó el Misterio total de Dios y su salvación,y ella quedó en silencio.María fue aquella Madre que se perdió silenciosamente en el Hijo.
ResponderEliminarSin duda, el silencio de José es la VOZ de Dios sobre la Vida Interior. Dios eligió como padre de Jesús, a quien desde la vida oculta más expresaría desde el silencio.
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ResponderEliminarLo que admiro de Maria y Jose es como eran de humildes
porque era para creerse superiores al tener a Jesús .
Una pregunta que me hago es si comprendian la dimension
y alcance y el poder y reinado de Jesus ; como
hoy en dia sabe la Iglesia ; quizas si lo supieran
hubiera sido demasiada carga o simplemente insufrible poderle tratar
con a un hijo de forma familiar .