MARÍA, MADRE DE DIOS Y DE LA
IGLESIA
La fecha del 1 de enero está
expresamente dedicada –desde la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II- a celebrar
a MARÍA, MADRE DE DIOS. En realidad es
la razón de ser de María, su título supremo, en razón del cual tiene María
todos los otros títulos o privilegios-
A su vez, el Concilio proclamaba
a MARÍA “TIPO DE LA IGESIA”. O lo que sería igual: Modelo
ejemplar de la Iglesia…, o también, Reflejo
de la Iglesia. De modo que lo que se
dice de la Iglesia se puede decir de María, o lo que se dice de María se puede
decir de la Iglesia.
De hecho en la Sagrada Escritura
hay una serie de textos que se pueden entender indistintamente de una y de otra,
o presentan un paralelismo tal que no se sabe si es aplicable a María o a la
Iglesia.
Esto tiene mucho más importancia
que lo que parece a primera vista, porque es muy difícil que lo que va contra la
Iglesia no roce también a María. O que si sentimos una veneración a María,
debemos tenerla a la Iglesia en la misma medida.
Es muy hermosa la oración que –en
la Misa- se reza antes de dar la paz. Se
pide expresamente: no mires nuestros
pecados sino LA FE DE TU IGLESIA. Lo que quiere decir que hablar de la IGLESIA
es estar hablando de lo que Jesús instituyó y que es “santa e inmaculada”, imagen de Cristo.
Luego hay una realidad tan evidente
–y para nosotros consoladora- y es que Jesucristo escogió hombres tan humanos
como vemos en los relatos evangélicos, que tuvieron variedad de fallos, y de
los gordos. Pero ahí estuvieron las
mimbres…; no pretendió otra cosa. Ahí y
desde ahí, puliendo y corrigiendo y enseñando y aprendiendo…, fundamentó su
Iglesia. Luego, en la cruz la encomendó a su Madre…; a su Madre le encomendó su Iglesia… Y ahí
comenzó esa realidad nueva –con eclosión en Pentecostés- para l andadura
de esa Iglesia a la que Jesús sigue trabajando día a día (dice San Pablo) para
que la Iglesia vaya progresando hacia la santidad y la vida irreprochable… Pero siempre a sabiendas de que estamos en
peregrinación y de que en este caminar todavía arrastramos nuestros defectos.
Todos nosotros. TODOS. Y podemos dar
gracias a Dios de que así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!