LITURGIA
Toca hoy la liturgia el tema de la gracia de
Dios. La historia del sirio Naamán (2Rg.5,1-15) es la historia de que el
seguimiento de los caminos de Dios está por encima de las fuerzas y medios
humanos.
El rey de Siria ha escuchado las maravillas que suceden en
Israel. Y sin poder comprender otra cosa que las razones que están al alcance
de los poderes de los hombres, envía a su oficial del ejército Naamán al rey de
Israel, pretendiendo que el rey le cure de la lepra. Y para ello envía unos dones
de mucho valor para influir políticamente en ese rey.
El rey de Israel opina que todo aquello es una estratagema
para actuar contra él y se rasga las vestiduras. El profeta Eliseo se entera y
le dice que se lo mande a él. Y cuando Naamán acude al profeta esperando algún
conjuro que lo limpie de la lepra, Eliseo le manda a un criado que le diga que vaya a bañarse
siete veces en el Jordán.
Piensa Naamán que es una burla porque ríos hay en Siria
para bañarse, mejores que el Jordán. Pero la verdad de fondo es que no se trata
de un baño cualquiera sino bendecido por Dios. Y cuando se baña allí, a
regañadientes, queda curado. No era el agua del río sino la acción de Dios. Y
entonces Naamán reconoce que todo se lo debe al Dios de Israel.
El valor de la Cuaresma no es mágico ni de sentido humano.
El valor de los actos de la Cuaresma está fundamentado en el valor de la gracia
de Dios, que actúa a modo de sacramental.
[SINOPSIS 305; QUIÉN
ES ESTE, PG. 114]
¿Qué es la verdad?
Pilato se ha quedado sin razones al interrogar a Jesús. Lo que menos puede
verse en Jesús, en aquel momento de Jesús, que está destrozado físicamente, es
un rey. Y sin embargo Jesús ha afirmado rotundamente que es rey, aunque su
reino no es de este mundo. Más difícil se lo ponía porque si era rey y no de
este mundo, qué era y de dónde era. Ya saldrá esto más adelante. ¿Cuál era la
verdad que le había presentado Jesús? ¿A qué verdad había que atenerse? ¿A la
verdad de los acusadores? ¿A la verdad de lo que Pilato veía? ¿A la verdad
misteriosa de Jesús?
Lo que sacó en claro Pilato es que allí no había causa de
muerte. Y así salió fuera para comunicarlo a los sacerdotes. (Jn.18,38). Y no
es que no había causa de muerte sino que no
había causa alguna. Que habían hecho los sacerdotes un problema de donde no
lo había.
Entonces ellos acusaron más de muchas cosas (Mc.15,3-5), y Pilato se dirigió a Jesús, porque le
extrañaba que Jesús no decía nada. Y le preguntó: ¿No oyes cuántas cosas alegan contra ti? ¿No respondes? Y no le dio
respuesta, lo cual admiró mucho al presidente. (Mt.27,12-14).
Entonces Lucas (23, 4-5) añade un punto que tiene su
importancia, y que le tocaba más directamente a la labor de Pilato. Le acusaron
finalmente de que revuelve al pueblo,
enseñando por toda Judea, empezando desde Galilea. Evidentemente era una
acusación que debía preocuparle a Pilato, y que le hubiera tocado a él
investigarla y establecer una causa para cerciorarse de la realidad de aquella
“revuelta”. Por otra parte, no tenía constancia Pilato de alguna situación que
hubiera acaecido en los dominios de su jurisdicción.
Y pretendió quitarse el caso de encima, basándose en la
última acusación. ¿Había empezado en Galilea? Galilea estaba bajo la dirección
de Herodes. Un modo de escaparse del problema era remitirlo a Herodes,
aprovechando que el tetrarca estaba esos días en Jerusalén. Ya era impropio de
un buen gobernante y de un juez imparcial el no resolver personalmente lo que
él había visto de la inocencia del acusado. Pero “la política” es así. No se
afronta el problema porque es enrevesado, y se declina la responsabilidad sobre
otro. Por otra parte, Pilato y Herodes estaban disgustados entre sí, y esta
deferencia de dejarle la autoridad en sus manos, podía ser beneficiosa para
arreglar las relaciones recíprocas.
Y actuó “el político” y preguntó si ese acusado era
galileo, y una vez que lo supo, acabó por remitir al preso a la jurisdicción de
Herodes. Eso suponía un retraso en el proceso y una contrariedad para Caifás y
los suyos. Pero tuvieron que acatar aquella decisión y arramblar con el reo
hacia el palacio de Herodes.
Pilato respiraba. Se había quitado de en medio un engorro
al que no le veía la salida.
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