LITURGIA
La verdad es que no encuentro nexo entre las
dos lecturas, salvo el tema común de pasión y sufrimiento En la 1ª
(Jer.18,18-20) es el propio profeta el que expresa la iniquidad de los que
obran mal y de los jefes religiosos (ley
del sacerdote) y civiles (consejo de
los sabios) para herir al profeta en
la lengua y no hacer caso de sus oráculos.
El punto de contacto con el evangelio es la primera parte
del relato (Mt.20,17-28) en la que Jesús habla a sus apóstoles y les expresa,
tomándolos aparte: Mirad, estamos
subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos
sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los
gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen. Otra vez la
doble alusión a sacerdotes y a gentiles (brazo civil). Queda de esa manera el
paralelismo de las dos lecturas.
El resto del evangelio nos muestra la dureza de
entendimiento de los apóstoles que reaccionan escapándose del mensaje con un
tema de privilegios personales, a los que el Señor tiene que responder con esa
invitación a sus apóstoles a ponerse unos al servicio de los otros, porque el que quiera ser el primero entre vosotros,
que sea vuestro esclavo. Y la razón es muy sencilla: es el modo de vida de
que ha dado ejemplo el propio Jesús.
[SINOPSIS, 295; QUIÉN ES ESTE, pgnas.103]
No es fácil hallar la verdad de lo ocurrido a partir de la
llegada de Jesús a casa de Caifás. Las narraciones de los sinópticos difieren
entre lo que cuenta Mateo y Marcos y lo cuenta Lucas. Los dos primeros
establecen el juicio cuando llega Jesús. Lucas nos presenta el juicio a la
madrugada “cuando amaneció”, y tiene
más visos de realidad, puesto que los ancianos no estarían toda la noche y la
madrugada haciendo el juicio, ni había habido tiempo de convocarlos a las 1 o
las 2 de la madrugada. Por otra parte los juicios nocturnos no tenían validez
legal, ni siquiera eran juicios legales. Por eso parece mucho más verosímil que
la noche la pasa Jesús en manos de los criados, y es a la mañana temprano
cuando queda constituido el Sanedrín o Senado de los ancianos de Israel.
Yo me voy a inclinar por ese modo de reproducir ese momento
de la Noche Triste, como se le ha llamado a aquella noche del prendimiento. Los
que trasladaron a Jesús desde la casa de Anás a la de Caifás son los criados
del sumo sacerdote (Caifás). Pueden ser entre las 12 y la 1 de madrugada. El
criado de la bofetada en casa de Anás, viene caliente por aquella pregunta de
Jesús: si he hablado bien, ¿por qué me
pegas? a la que no había podido contestar porque no tenía respuesta. Y
contagia a los otros criados de la casa de Caifás y los predispone contra el
preso.
Los criados se habían encontrado con un preso al que tenían
que custodiar durante esa noche, y por tanto les molestaba para su propio
descanso. Y se juntan unas causas con otras, y optan por pasar el tiempo
divirtiéndose a costa del preso. Y ya se sabe que la chusma es proclive a lo
hiriente, a hacer daño. Y surge el cabecilla de turno que se las da de
enterado: Jesús tenía fama de profeta. Pues ¡a jugar con el profeta y que les
averigüe…!
Y se lo llevan a un banco de piedra de aquel patio y le
vendan los ojos, y se ponen a pegarle bofetadas y a pedirle que averigüe quién
le ha pegado. Otros le escupen al rostro. Otros le tiran del pelo y de la
barba, y proferían muchas injurias (Lc.22,63-65; Mc.14,65). Jesús era para
ellos un pelele, un hazmerreír…, un preso al que ni Anás le había tenido
respeto. Por tanto era muy fácil burlarse de él.
Jesús no reaccionó. Se mantuvo como cordero llevado al matadero, sin balar. Lo cual, al principio
excitaba más el deseo de hacerle daño, pero acabó aburriéndolos y le quitaron
la venda y lo dejaron como cosa perdida.
En el patio, en la parte de la entrada, estaban las mujeres
calentándose en un fuego que habían hecho. Allí se presentó Juan y Pedro. Juan
conocía a la portera y le pidió que dejara entrar a Pedro. Y Pedro, con el
ansia de ver qué pasaba, se sentó al fuego y seguía a distancia aquellas burlas
y jolgorio de los criados. Y naturalmente estaba nervioso y tenso, de modo que
malamente podía disimular su estado interior.
Pero esto es ya otra Pasión paralela en Jesús, y lo dejamos
para otro día.
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