Liturgia:
La 1ª lectura es toda ella una
profecía de bendición por parte de Dios (Ez.17,21-28), en la que ya se está
preparando el terreno para el reinado de David que será pastor único de una
nación única, donde Dios cerrará definitivamente su alianza de paz, alianza
eterna, y santuario donde se establecerá el Señor. Se está anunciando ya el
momento de la nueva realidad que se verificará en Cristo.
He aquí la lectura: ESTO dice el Señor Dios: «Recogeré a los hijos de Israel
de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para
llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de
Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni
volverán a dividirse en dos reinos
No volverán
a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus
transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales
pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo
David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis
preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en
la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí
habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David
será su príncipe para siempre.
Haré con
ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré
y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos,
yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy
el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para
siempre».
El evangelio ya empieza la secuencia que conduce al hecho
de la pasión. Recoge las primeras consecuencias de la resurrección de Lázaro. Muchos judíos que habían venido a casa de
María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Era lo propio,
después de ver el hecho excepcional que había realizado Jesús con un muerto de
4 días (y tiene importancia eso de los 4 días porque significa que estaba
muerto, bien muerto y oficialmente muerto).
Pero algunos acudieron a los fariseos y les
contaron lo que había hecho Jesús. Es la cizaña. Es el tomar el rábano por
las hojas. En vez de aceptar el hecho sobrenatural y reconocer en Jesús el
poder de Dios, optan por crear el problema, yéndose allí donde estaba el foco
de oposición abierta a Jesús.
Los sumos
sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este
hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán
los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». Es llegar a la solución al revés. Si “este hombre hace muchos
milagros” es que el poder de Dios está en él, y por tanto se deberían preguntar
en su línea de espera del Mesías salvador. Pero se van por la parte negativa y
lo que temen ahora es que el poder romano al ver a un hombre con tales poderes
–en realidad, los del Mesías-, pueda provocar una reacción política contra el
pueblo
De ahí la conclusión –completamente política y humana de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, que
les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que
uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». Insisto en que
la reacción era política y humana, aunque el evangelista la lea ya en clave
religiosa: Esto no lo dijo por propio
impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente,
anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino
también para reunir a los hijos de Dios dispersos. La verdad es que Juan va
a su catequesis y que su evangelio es profundamente teológico. Por eso su
interpretación va en esa línea, que luego engarzará con la Pasión del Señor.
Y aquel día
decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los
judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada
Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Jesús ya se resguarda porque ve que las cosas han llegado
ya a su extremo y que tiene que quedar claro que el día que lo prendan los
enemigos no es el día que a ellos se les ocurra, sino el día que Jesús se entregue. Porque la pasión de Jesús
no es una consecuencia simplemente humana sino el efecto de que ya ha
llegado su hora, que es la del poder de las tinieblas, que él permite.
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