Sigue San Lucas
Los dos huidos a Emaús, y que han tenido el encuentro con
el “Peregrino” que les abre la luz de la esperanza –Jesús en persona que pueden
ver pero que les desaparece cuando hubieran querido abrazarlo-, deshacen el
camino aquel que le separa de Jerusalén y que habían recorrido antes con paso
cansino. Ahora regresan a toda prisa, pensando que ellos pueden llevar la buena
noticia a los demás del grupo. Pero
cuando llegan tan emocionados al Cenáculo, allí hay ya revuelo de alegría
porque el comentario que se ha extendido es que Simón ya ha visto al Señor.
En esto, aparece el propio Jesús ante la vista de todos. (Lc 24,35-48)). [Convendrá advertir que
–refiriendo el mismo hecho que en otro lugar relata San Juan, hay variaciones
muy pretendidas y de consecuencias muy teológicas, que ya veremos en su
momento]. Ahora mismo están todos reunidos. Deben estar hombres y mujeres
discípulos y apóstoles. Ven a Jesús y hay reacciones para todos los gustos,
desde los que lo ven y lo reconocen, porque ya lo han visto antes, y los que
–proclives a lo imaginario-, creen estar viendo un fantasma, y se llenan de
miedo. Jesús quiere apaciguarlos y lo primero que hace es pronunciar su palabra
clásica: Paz a vosotros. Como no se
serenan, viene la otra, también típica: no
temáis, ¿por qué os alarmáis?; ¿por qué
dudáis en vuestro interior? Y recurre a la prueba evidente de ser él,
él mismo, el de la cruz: Les mostró las
manos, los pies y el costado; soy Yo en persona.
Y con la deferencia más humana, les hace tocar y palpar
aquel cuerpo suyo para que puedan TOCAR y comprobar que no es un fantasma.
Sigue una parte que realmente me ha resultado siempre poco
devota y un tanto forzada por el evangelista, en su afán de mostrar la
“materialidad” de que aquel era Jesús. Es evidente que un cuerpo glorioso no es
un cuerpo normal humano, sino una mera apariencia exterior para poder ser
comprobado por los sentidos humanos. De ahí a un cuerpo que come pescado y pan
hay ya una diferencia exagerada, y Lucas cae en esa exageración en ese deseo de
mostrar la realidad de que es Jesús quien se ha presentado ante ellos. Y que se
ha presentado sin llamar a la puerta sino allí de pronto en medio de ellos, sin huesos que choquen contra las puertas o
paredes. Sin órganos interiores donde
echar ese pan y ese pescado. Pero en su exaltación emocionada San Lucas ha
querido poner todo ese énfasis para hacer mucho más llamativa su narración. Lo
que sigue es ya el núcleo del mensaje: esto
es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo que estaba escrito
en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que
cumplirse.
Esto sí es ya mensaje fundamental, y viene a coincidir con
las explicaciones del “Peregrino” que acompañó camino de Emaús, y es esa base
repetida de los relatos de la vida gloriosa: que nada nuevo ha sucedido que no
estuviera ya anunciado, porque la vida del Mesías estaba más que prefigurada
desde la antigüedad, y el pueblo judío que no la ha aceptado. En realidad se ha
cerrado a la misma palabra de Dios que con aparente ahínco trataba de defender
incluso para dar muerte a Jesús.
Es momento de suma importancia el que le sigue: Les abrió el entendimiento para que
comprendieran las Escrituras. ¡Momento cumbre que nosotros también
necesitamos en nuestro comprender la Palabra de Dios! Y lo que les abre no son
disquisiciones más a menos fervorosas, sino el tema central que tiene que
quedar patente a todo creyente: Que el
Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre
se predicará la conversión de los pecados a todos los pueblos, comenzando por
Jerusalén.
Quiere decir que ese mensaje sigue en pie, aunque ya esos
verbos en futuro han quedado realizados en Jesús. Pero para nosotros mantienen
su condición futura, por cuanto que nos toca profundizar las Escrituras y
asumir que la cruz es un hecho que nos espera a todos para llegar a acoger en
personal el perdón de los pecados…, la vida nueva de resucitados que aún no
somos plenamente y que todavía necesitamos pasar por esa parte de sacrificio
que concreta y actualiza en nosotros el misterio pascual de Jesucristo.
La palabra espíritu quiere decir "espirar " y "respirar2.El Espíritu Santo es como la Respiración de Dios. El Espíritu Santo siempre inspira vida y nos hace cada vez más humanos. Jesús Resucitado habita en cada uno de nosotros. Jesús come con sus discípulos para que lo conozcan, para que comprendan que su Presencia entre ellos, debe ser humana y acogedora.Necesitamos abrir nuestro entendimiento para comprender a Jesús y amarlo mucho y ser colaboradores de vida y alegría.
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