San Isidoro
España celebra hoy con aire de fiesta litúrgica a un gran
santo, hermano de cuatro santos: SAN ISIDORO, arzobispo de Sevilla y de Toledo,
y una de la lumbreras científicas más importantes de su tiempo y en su ámbito.
Por eso la celebración litúrgica del día prevalece como FIESTA sobre el día
normal que correspondería a la semana pascual.
El leiv-motiv que pudiera definir a este Santo es LA LUZ.
La LUZ sobrenatural y la misma luz de la ciencia humana, que prodigó
expresamente y de la que dejó una obra muy meritoria: Las Etimologías.
De ahí que el evangelio que se le ha aplicado a esta fiesta
es el del Sermón del Monte, cuando Jesús define a sus discípulos como luz del mundo y sal de la tierra, con
una luz que está puesta en el candelero y está destinada a alumbrar a todos los
de la casa, porque esa es la razón de ser
de la luz. Nunca se enciende una luz para esconderla sino para que
alumbre.
Jesús se definirá a sí mismo como LUZ DEL MUNDO… De ahí,
como en un espejo que proyecta esa luz y la refleja, da a sus discípulos y
seguidores esa misma misión: vosotros sois
la luz del mundo. No una luz diferente de la Luz que es Cristo sino la luz
expresamente proyectiva que es la misma de Jesucristo, que ha de irse propagando
y corriendo de unos a otros hasta que llegue al último rincón de la tierra. La
luz de Isidoro será un haz concreto en un tiempo concreto, en un ámbito
concreto…, pero su proyección ha de continuarse en la vida de la Iglesia y de los
fieles cristianos, y de nosotros que bebemos también de la luz que él puso en
el candelero.
Luz que Jesús pone en circulación para que los demás se
sientan contagiados de ella, y con esa luz den
gloria al Padre que está en los Cielos. Porque la luz que viene de Jesús
hace de vasos comunicantes y no es una “luz descendente” que va sólo a iluminar
los caminos de la tierra. Se trata de esa luz que es como al agua de la
samaritana –la que Jesús le ofrece- que
salta hasta la vida eterna, y que, por tanto tiene la gran potencialidad de
ser una luz que vuelve a Dios y se retroalimenta para seguir volviendo a la
tierra con una nueva fuerza, y seguir dando claridad en el corazón de quienes la
acogen.
En la lectura continuada hubiéramos seguido con Nicodemo, en
el largo discurso de Jesús: la “tesis” fundamental es el amor con el que Dios amó al mundo lo que va a quedar
como definitivo porque fue un amor por el
que entregó a su Hijo al mundo para que el mundo sea salvado por él y no
perezca ninguno de los que creen en él sino que tengan vida eterna.
Es que Dios no mandó
su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para el mundo se salve por él. Y
el que cree en él ya está salvado. Lo mismo que el que no se acoge a esa fe
salvadora, a sí mismo se sitúa en el lado de la condena. Son dos orillas muy
definidas. Situarse a la parte del Hijo del hombre es tener ya la salvación.
Situarse a la pare contraria es encontrarse con la no-salvación. Y la
no-salvación es la condena en la que el hombre es capaz de colocarse por no haber
creído en el Hijo único de Dios.
Esa es la causa de la
condenación, explica Jesús a Nicodemo: no es Dios el que condena; es el hombre
que se encontró de cara con la LUZ en el mundo y sin embargo le dio las
espaldas a la luz: los hombres prefirieron
las tinieblas a la luz, porque sus obras
eran malas. ¡Esto es importante! No se hace uno malo por las ideas sino
por las obras. Cuando las obras sitúan a la persona de espaldas a la luz, es
cuando se cierra a su propia salvación. En cambio, el que se encuentra con la
luz y la acoge, la sigue, la abraza, deja patente que sus obras están hechas
según Dios. Esa es la salvación
De San Juan sabemos que es muy repetitivo. Su conversación
con Nicodemo nosotros la hubiéramos reducido a 3 ideas y en esas que se quedan
fácilmente en la mente. Pero el diálogo con Nicodemo se va ampliando, va repitiendo
y aun no se acaba hoy. Seguro que para aquel Maestro de la Ley aquello era delicioso
y se hallaba en su propia salsa. Seguro que para Juan aquello era la forma de
conservar mejor la verdad de Jesús frente a las disquisiciones de los maestros
se Israel. Para nosotros nos resulta un tratado al que le damos vueltas y
acabamos quedándonos con lo esencial sin necesidad de más. Pero habremos de
agradecer que el evangelista nos haya metido en ese laberinto de ideas del que
para salir hay que dar unas cuantas vueltas por el mismo evangelio, antes de
haber concluido nuestro aprendizaje.
San isidoro de Sevilla, Obispo y Doctor de la Iglesia, hermano de San Leandro, de San fulgencio y de santa Florentina.Murió en el año 636; contemporáneo de Mahoma.Luchó contra el arrianismo y se ocupó de la formación del clero. Brillaba con luz propia. Intervino en los concilios de Sevilla y de Toledo. Su Obra es extensa; ; tiene forma de enciclopedia y es un resumen del saber de su tiempo.Tiene unos textos de teología que copió de San Agustín.San Isidoro es un buen Modelo para imitarlo y aprender a compartir con los necesitados. Los cristianos hemos sido cuidadosos y conservamos los valores que fundamentan nuestra FE; sería deseable que supiéramos transmitirla a nuestros jóvenes. Cada persona tiene que decidir si quiere permanecer en la LUZ, en el conocimiento de Cristo o permanecer en la oscuridad...Nuestra misión es ser sal y luz del mundo.
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