La emoción de las gentes
Desde el capítulo 3 de San Juan en que se ha hablado de la
conversación nocturna de Jesús con Nicodemo, salta ahora el relato al capítulo
8 (1-15). No refiere San Juan el episodio de los panes y los peces a ningún
suceso anterior, como lo hacen los otros evangelistas. San Juan va a tomar pie
de ese suceso para contarnos muchas más “cosas”, más doctrina, más principios,
que es a lo que generalmente dedica él su evangelio.
Inicia el relato diciéndonos que se fue a otra parte del
Lago de Galilea. En esto coincide con los otros relatos del mismo hecho, en lo
que queda evidencia del deseo de quedar a solas y poder descansar de la tarea
siempre abierta a las gentes. Lo que ellos, en su tranquila travesía por el
Lago no advirtieron fue que lo seguía una gran multitud que ha ido recogiendo
gente de la ribera, conforme ha ido viendo la trayectoria que llevaba la barca
de Jesús.
Jesús se sube a la montaña junto a los Doce, y se encuentra
con el espectáculo de los miles de personas que le han seguido por tierra y que
vienen a su encuentro, en lo que podían ser muy bien las horas que ya han
avanzado respecto del mediodía.
Cuando Jesús levanta los ojos y ve aquel panorama, hace una
pregunta a sus apóstoles (que Juan –evangelista de la divinidad- pronto explica
que “ya sabía él lo que iba a hacer”). Y la pregunta hecha a Felipe –casi una
broma- es con qué se le puede dar de
comer a toda aquella gente. Felipe se echa las manos a la barba, hace un
cálculo aproximativo y responde que con doscientos denarios no habría suficiente para dar un
pedazo a cada uno.
Los discípulos están viendo mal el panorama y Andrés se ha
tomado la delantera en indagar las viandas de que se podrían disponer…, y sus
pesquisas no dan para más que para saber que allí hay un muchacho precavido que
lleva en su zurrón 5 panes de cebada y dos peces, Pero a la vez que es algo, la
pregunta que se le ocurre es: ¿Qué es eso
para aquella muchedumbre? Hay una intencionalidad clara en el evangelista de
hacer patente que no hay prácticamente nada y que no hay solución para todo
aquello.
En efecto, NO HAY NADA. Lo que hay es como si no lo
hubiera. La tarde va avanzando. Y Jesús, con toda su parsimonia les da orden a
los apóstoles que hagan a la gente sentarse en la hierba, en un lugar que debía
estar frondoso por la época de primavera.
Tomó Jesús los 5 panes y los dos peces… No deja de ser
elocuente el hecho. Mientras el muchacho pretendiera comerse sus panes y peces
al margen de los demás, no habría nada que hacer. Cuando el muchacho se
desprende de su “tesorillo” y lo entrega en manos de Jesús, Jesús lo toma, da
gracias a Dios, y reparte aquellos panes y peces entre sus apóstoles para que a
su vez ellos los fueran repartiendo entre los demás. Ya era llamativo que con
medio pan cada uno había de dar y repartir… Y aquellos panes no se acababan y
aquellos peces siempre seguían multiplicándose en la manos de los Doce. Y que
cada medio pan se convertía en otro medio y así hasta que llegaron al último
comensal, del que les sobró aún medio pan y algo del pescado, que era la ración
que cada apóstol podría comer.
Comieron todos. Jesús también comió, rodeado de los suyos y
entremezclado otras veces de las gentes, entre las que iba pasando. Se
saciaron. Comentarían algunos con cierta extrañeza de dónde había salido aquella
“merienda” improvisada… Y acabaron por no poder comer más y dejar allí las
sobras, tras la comida de 5,000 varones. Jesús mandó a sus discípulos recoger
las sobras…, surgieron 12 misteriosos cestos y cada apóstol fue llenando el
suyo.
Y las gentes se hacen ahora cargo de la maravilla sucedida
y es cuando surge aquello de “barriguitas
llenas alaban a Dios”. Y cuando sacan la conclusión de que tener un rey que
resuelve así los problemas, es de lo más rentable que puede darse. Y vinieron
tan dispuestos a nombrar rey a Jesús, porque “éste es el Profeta que tenía que venir”.
Jesús ve el movimiento de la masa. Se adelanta y consigue
deshacerlo con palabras convenientes, y se retira a la montaña él solo. No
deja de ser un dato importante esa retirada en soledad. ¿Dónde están los Doce?
¿Qué ha ocurrido con ellos? Algo no ha funcionado debidamente, y la solución la
tendremos mañana…
Este texto hay que meditarlo muy detenidamente y ponerse en la piel de Jesús. : Jesús es Todopoderoso, la gente , a la vista de los milagros que está haciendo, lo quieren hacer Rey; y Él huye de las tentaciones de Satanás y otra vez le dice como en el desierto:"No tentarás al Señor tu Dios".
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