Liturgia
Reconozco que no le encuentro conexión alguna a las
lecturas que hoy nos pone delante la liturgia de este miércoles 2º de Cuaresma.
He consultado dos comentarios breves a ver si me iluminaban y podía ofrecer a
mis lectores un mensaje de unidad, como he procurado ir trasmitiendo a través
de los días que llevamos de Cuaresma. Pero no me queda más remedio que rendirme
y esperar, si alguien más perspicuo me puede comentar en el blog alguna pauta
de unión de ambas lecturas bíblicas.
Jer 18, 18-20 nos presenta la situación del profeta que es
acuciado por sus enemigos, que quieren destruirlo. Con tal desfachatez que
esperan incluso hallar palabras de profeta y rincones de la ley con que poder
acusarlo y condenarlo. La finalidad es muy clara: tener de qué acusarlo y
saltarse así los anuncios de su profecía.
Por su parte, Jeremías recurre a la oración a Dios y a
acogerse a su misericordia: oye cómo me
acusan y me pagan mal por bien. Y se echa en el corazón de Dios,
presentando la buena disposición con que procede el profeta y presentándola
como aval ante Dios.
Sería un tercer día en que se nos pone la oración como
motivo importante del proceso cuaresmal: oración confiada, que llega a
presentar a Dios alguna razón para ser escuchado, basado en las propias buenas
obras. [Comprendo que es una manera de orar: si el corazón del orante es un
corazón limpio, puede ponerlo así delante de Dios. Sin embargo, yendo al fondo,
¿qué razones podemos aducir ante Dios para “forzarle” a que nos escuche? La
verdad es que nuestros méritos son tan mínimos y, si apretamos, tan vacíos, que
poco podemos presentarlos como “razones” para ser escuchados por Dios. Y es que
Dios nos quiere escuchar él por ser él quien es y su bondad tan infinita, y por
pura gratuidad de su generosidad. ESA ES LA GRACIA].
Juan y Santiago (Mt 20, 17-28) y su madre se han venido a
Jesús para hacerle una petición: para que
estos dos hijos míos se sienten a tu derecha y a tu izquierda cuando tú reines.
Bueno: ya hay un punto de conexión que descubro con la 1ª lectura: la oración.
Pero no cabe duda que fue una mala oracion, por demasiado exclusivista y
egoísta. La madre y los hijos querían irle a la mano a los otros, e intentan
copar aquellos puestos de privilegio en un mesianismo humano de Jesús. Tuvo
Jesús que hacerles un “cambio de tercio” [no
sabéis lo que pedís], para que se situaran en una verdadera postura de
oración: ¿podéis beber el cáliz que yo he
de beber?
Es que el contexto de la narración no puede ser más
contrario a la pretensión de aquel trío. Venía Jesús hablando de lo que iba a
padecer en Jerusalén: el Hijo del hombre
será entregado en manos de los sumos sacerdotes y lo condenarán a muerte y lo
entregarán a los gentiles para que lo crucifiquen…, y salieron ellos por
honras humanas de reinos humanos. Verdaderamente no era la oración más propia
ni ejemplar.
Ni los otros 10 estaban en mejores condiciones, porque
llevaron a mal la petición de los dos compañeros. Al final todos querían los
primeros puestos. Y tuvo Jesús que hacer lo de tantas veces: sentarse
pacientemente con sus Doce y empezar por el principio: sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los
oprimen. No será así entre vosotros.: el que quiera ser grande entre vosotros,
que sea vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser primero, que sea
vuestro esclavo. Igual que el Hijo del
hombre, que no ha venido a ser servido sino para dar su vida en rescate por
muchos.
Es una llamada a fondo de la actitud cuaresmal en el
corazón de la persona que quiere vivir en serio ese espíritu que debe
prevalecer en un tiempo de cambio y mejora: actitud de servicio, actitud de
humildad, actitud de aceptación del “segundo puesto” y que sea incluso “dando
la vida”. Que no se nos va a pedir ordinariamente en tanta radicalidad como la
de la muerte, pero sí en constantes negaciones del YO. Y no por masoquismo
espiritual sino como una manera de estar más abierto a los otros porque
estaremos menos encerrados en nosotros mismos.
El pueblo ofrecía incienso a otros dioses y Jahvé es un Dios celoso que no soporta las idolatrías. Ellos hablan de Jahvé como si fuera un hombre y pudiera cambiar de actitud de un momento a otro. Dios no puede cambiar, no puede arrepentirse, son los hombres los que cambian ante Él y por eso cambian sus acciones. Jeremías, fiel a Jahvé, les habla fuerte y ellos preparan un "atentado" para silenciarlo...No lo matan; pero se hacen los sordos para no escuchar sus advertencias.Y Jeremías ora a Jahvé, por él mismo pidiendo ayuda para poder llegar al corazón de sus adversarios y sobre todo, reza por ellos porque los ve demasiado despreocupados y satisfechos de sí mismos y le parece que no pueden ser objeto de las bendciones divinas,Así nosotros , cuando ponemos nuestro corazón y nuestras habilidades al servicio de los demás, cumplimos el mandato de Jesús. Desear tener un cargo no es malo ni es falta de humildad si después cumplimos todas las responsabilidades propias del cargo.
ResponderEliminarSegundo dia de los Ejercicios Espirituales:EL PECADO; SOMOS PECADORES.
ResponderEliminarNuestros pecados han sido la causa de la muerte de Cristo.Sólo reconoceremos la maldad del pecado, si con la ayuda de la gracia,sabemos relacionarlo con el misterio de la Redeción.La conversión que nos pide el Señor, debe partir de un rechazo firme de todo pecado y de toda circunstancia que nos ponga en peligro de ofender a Dios. No sólo evitar todo pecado mortal, sino que estamos en una infidelidad casi continua "en pequeñas cosas"; impaciencia,poca caridad en nuestros pensamientos,juicios y palabras, lentitud en la piedad, no nos dominamos ante cualquier situacion dificil que se nos present....así no damos importancia a estas pequeñas cosas, pensando que hay otras más graves y cada vez el alma va perdiendo el esplendor de su belleza y Dios va retirándose más de ella.
Restablecer el sentido justo del pecado es la primera manera de afrontar la grave crisis espiritual que afecta al hombre de nuestro tiempo , donde hoy todo vale, Nada Es pecado.