La luz de la fe debe ser custodiada y no dejar que sea
ocultada. Esta es la exhortación que el Papa Francisco hizo en la homilía
de la misa celebrada hoy lunes por la mañana en la Casa Santa Marta,
poniendo en guardia delante de comportamientos que pueden apagar esta luz
recibida como un don de Dios.
El Papa inspirándose en el Evangelio de día señaló que custodiar
la luz es custodiar algo que nos ha sido dado como un don, y si nosotros somos
luminosos, somos luminosos en este sentido; por haber recibido el don de la luz
en el día del Bautismo”. Francisco recordó que “en los primeros
siglos de la Iglesia”, y “también el algunas Iglesias orientales” todavía hoy
“al Bautismo se lo llama la iluminación”.
Esta luz, advierte el Santo Padre, “no ha de ser tapada”. Porque
“si uno tapa esa luz”, en efecto, “se vuelve tibio o simplemente” un “cristiano
sólo de nombre”.
La luz de la fe “es una luz verdadera, la que Jesús nos da en el
Bautismo”, o sea “no es una luz artificial, una luz que camufla, sino que
es una luz suave, serena, que no se paga más”. Pero hay toda una serie de
conductas que ponen en peligro esta luz. Y sobre todo para que esta luz no se
vuelva oscura, “no hay que hacer esperar a quien está necesitado”.
“Jamás postergar: el bien… el bien no tolera el congelador: el
bien es hoy, y si tú no lo haces hoy, mañana no existirá. No ocultar el
bien para mañana, ‘vete y regresa, que te lo daré mañana’ oculta fuertemente la
luz; y además es una injusticia…”
Otra cosa es no cubrir la luz, no tramar contra el prójimo
cuando él se confiado de ti. Y peor si se trama el mal para
destruirlo, para ensuciarlo, para desmerecerlo…
“Es un pequeño pedazo de mafia que todos tenemos a nuestro
alcance. El que se aprovecha de la confianza del prójimo para tramar el mal, es
un mafioso. ‘Pero yo no pertenezco a…’: esta es la mafia, aprovecharse de la
confianza… Y esto es ocultar la luz. Uno se vuelve oscuro porque ¡toda mafia es
oscura!”.
El Papa puso el acento también en la tentación de estar siempre
discutiendo con alguien, el placer de discutir. “Siempre buscamos alguna cosita
para pelear. Pero al final, pelear cansa: no se puede vivir. Es mejor dejar
pasar, perdonar”, “fingir de no haber visto las cosas… no pelear
continuamente”.
Otro consejo que da este Padre a los hijos para no tapar la luz
es: ‘No envidiar al hombre violento y no irritarse por todos sus éxitos, porque
el Señor tiene horror del perverso, mientras que su amistad –la del Señor– es
para los justos’”.
Y muchas veces nosotros, algunos, tenemos celos, envidias de
aquellos que tienen éxito, o de los que son violentos… pero repasemos un poco
cómo es la historia de los violentos, de los poderosos… Es tan simple: ¡los
mismos gusanos que nos comerán a nosotros, los comerán a ellos, los mismos! Al
final, seremos todos iguales.
Por todo esto el consejo de Jesús es: “Sed hijos de la luz y no
hijos de las tinieblas; hay que custodiar la luz que nos ha sido dada como don
en el día del Bautismo”. Incluso más, “no esconderla debajo de la cama”. Y para
custodiar la luz, reiteró, están estos consejos, que han de ser llevados a la
práctica cada día. “No son cosas extrañas –subrayó– porque todos los días
vemos que estas cosas tapan la luz”.
“Que el Espíritu Santo, que
todos nosotros hemos recibido en el Bautismo, nos ayude a no caer en estos
hábitos feos que tapan la luz” concluyó el Papa. E invitó a “llevar adelante la
luz recibida gratuitamente, esa luz de Dios que hace tanto bien: la luz de la
amistad, la luz de la benevolencia, la luz de la fe, la luz de la esperanza, la
luz de la paciencia, la luz de la bondad”.
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