El día 15 no habrá
tema nuevo en el blog, por ausencia en el ENCUENTRO
NACIONAL del Apostolado, en Madrid
Liturgia
Hoy tenemos una lectura primera que tenemos muy conocida quienes hemos
estado en el ministerio de las bodas. Y un tema muy deseado por las parejas
porque les suena “bonito” y lleva un cierto aire de canción.
Arranca Pablo desde el final que tuvimos ayer (1Cor 12,
31-13, 1-13): ambicionad los carismas
mejores. Para concretar en el carisma del amor mutuo, que es superior a
hablar lenguas misteriosas de ángeles o de hombres; si no tengo amor no soy más que un metal que resuena o unos platillos
que aturden (repito: aunque hablara lenguas de ángeles).
Superior a tener el don de predecir el futuro y conocer
todos los secretos del saber, e incluso tener una fe que moviera montañas de su
sitio. Si no tengo amor, no soy nada.
(Aunque fuera un gran sabio).
Podría repartir limosnas y dar todo lo que tengo y aún
dejarme quemar vivo. Si no tengo amor, de
nada me sirve. (Aun eso).
Y ahora entra la enumeración que subyuga a los novios, y
que realmente les suena más a deseo y a canción, pero que yo voy a intentar
sacar de la poesía: El amor comprende al otro, y se hace servicial. No entiende de envidias
o celos. Por eso no se permite una palabra o un gesto que sea falto de
educación ni expresión egoísta. Amor y egoísmo se contraponen
radicalmente. El amor no admite irritarse ni llevar cuentas de defectos ajenos. No se
alegra de lo malo, sino que goza con la verdad de las cosas. Disculpa siempre;
tiene fe sin límites en el otro y confía siempre en el otro. AGUANTA SIN
LÍMITES.
Todo lo demás, por hermoso e importante que sea, pasará de
largo. El amor verdadero nunca se pasa. Pero eso se entiende cuando el
niño deja de ser niño y surge el adulto del espíritu que ya no se deja llevar
de las cosas del niño.
Ahora permanecen aún
la fe, la esperanza y el amor. Pero la que durará siempre será el amor,
porque en el Cielo sólo se sabrá amar. Allí no hará falta la fe ni habrá que
esperar nada. Allí todo será amor.
Lc 7, 31-35 es la queja de Jesús con aquel pueblo y
aquellos dirigentes que no saben lo que quieren. ¿Con qué puede comparar Jesús
a esa generación que ni vive ya lo antiguo no acoge lo nuevo? Responde Jesús:
se parece a los niños que se echan en cara en la plaza que tocaron palmas y no
se alegraron los otros; cantaron cantos de muerto y no lloraron.
Queda clara la intención de Jesús: Porque -les dice- vino Juan
Bautista que ni comía ni bebía y dijisteis que tenía demonio. Viene el Hijo del
hombre que come y bebe y decís: Es un borracho y comilón, amigo de publicanos y
pecadores. Vuestra sabiduría se manifiesta claramente ahí.
Merece la pena la reflexión sobre esa advertencia de Jesús,
aunque ya no sea en tema tan importante como acogerlo a él o no acogerlo. Creo
que lo podríamos bajar a la vida diaria y descubrir esas situaciones o personas
siempre displicentes a las que no les cuadra ni blanco ni lo contrario.
Personas que viven en una continuada negatividad aún en las cosas más simples.
El hecho es ver siempre la media botella vacía, el sacar siempre a relucir el
fallo, el defecto, la carencia… Hay ciertamente personas así y hacen recordar
aquel chiste del novicio que entró en una congregación en la que sólo se
permitían dos palabras al año. Y el primer año pronunció sus dos palabras: cama dura. Al año siguiente le llegó el
turno: comida mala. Al tercer año: mucho frío. Y como fue advertido de su
superior por la carga de negatividad que encerraban sus comunicaciones, acabó
al año siguiente diciendo: Me voy. Es
el final amargo de alguien que no acepta la realidad y tiene siempre que oponer
un “pero” a cualquier cosa.
Que aparte de lo amargo que debe ser para el sujeto, si es
medio consciente de lo que siente, es que reparte amargura a su alrededor. Y
provoca un malestar que no es fácil de digerir, y por eso se va encontrando
solo cada vez más.
Si el Amor "perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo" no hemos de tenerle miedo, con él no hay obstáculos en el camino. Yo que pertenecí al Coro de Santo Domingo, tengo experiencias muy dichosas: los recién casados solían escuchar el Evangelio con tanta atención que, algunos lloraban y todos hacían buenos propósitos de no intimidarse ante cualquier dificultad. ¡La Carta a los Coríntios interpretada por el Coro es preciosa! Algo sobrenatural debe tener el Amor que si es verdadero todo lo padecemos por él...¿Será porque Dios es AMOR?
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