Liturgia
San Pablo en este momento de la 1Cor estaba aún en la creencia de que
el final de la historia estaba inmediato, y hace parte de su razonamiento sobre
el celibato, el casarse o no casarse, desde ese punto de vista de algo que va a
durar ya poco. Y entonces (7, 25-31) doy
mi parecer como hombre de fiar por la misericordia de Dios. Es decir: no da
una doctrina sino un parecer. Y ese parecer es muy simple: si estás casado,
adelante con el matrimonio. Si no estás casado, mejor es ya no casarse porque el
final está cerca. Pero si quieren casarse, que se casen. [Ya se ve a las claras
que Pablo aquí no compromete nada, sino que da lo que él piensa como mejor]. Y digo esto porque el momento es apremiante, y
que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran como si
no lloraran; los que están alegres como si no lo estuvieran…, etc. Porque la
representación de este mundo se termina.
Tiene, pues, este párrafo el valor histórico de expresar un
pensamiento en una hipótesis concreta. No tiene más valor doctrinal. [Y yo,
dando también mi parecer –sin más valor- digo que era un párrafo perfectamente
eludible de la liturgia, puesto que no aporta nada concreto y más bien se
presta a una sonrisa peyorativa].
Lc 6, 20-26 es la versión reducida de las BIENAVENTURANZAS,
a las que se añaden las DESVENTURAS. En la primera bienaventuranza San Lucas,
que se dirigía a una comunidad económicamente débil. Entonces no matiza la dicha de ser pobre con el añadido de
Mateo: “de espíritu”. Sencillamente Lucas expresa la bienaventuranza de los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios; y de
los que ahora tenéis hambre porque
quedaréis saciados. Lucas levanta la moral de aquella comunidad a la que se
dirige, poniendo las buenaventuras que van a venirle en sus mismas carencias de
AHORA, si son llevadas con ánimo de fe y bajo esa dicha que les otorga la
pertenencia a Jesucristo.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis, y
dichosos vosotros cuando os odien los hombres y os excluyan y os insulten y
proscriban vuestro nombre como infame por causa del Hijo del hombre. Es
toda una historia de una comunidad empequeñecida, y que humanamente puede ser
despreciada. Sin embargo todo eso se va a convertir en dicha y bienaventuranza.
Alegraos ese día y saltad de gozo, porque
vuestra recompensa será grande en el Cielo. Es pensar ya en otra dimensión
que no es lo que da de sí lo humano. Lo humano es bajo y rastrero. Pero
Jesucristo está por encima de todo eso y lo que AHORA es llanto y desprecio de
los hombres, se convertirá en gozo y gloria, como recompensa grande, que
sobrepasa todo lo humano.
A la otra parte, Lucas describe las desventuras: la de los ricos, porque ahí en su riqueza tienen todo su consuelo. La de los
saciados, porque tendrán hambre; la de los que ahora reís, porque haréis duelo
y lloraréis. Y la de los que ahora reciben alabanzas del mundo…, porque eso es lo que hicieron con los falsos
profetas.
Es cierto que con las bienaventuranzas ya quedaba claro el
pensamiento de Jesús. Pero suele ser una realidad que la formulación en
negativo acentúa mucho más lo que se ha expuesto antes. Ante los pobres que
padecen necesidad, el ¡ay de vosotros los
ricos! pone mucho más de relieve el contraste. De los pobres es el Reino; a
los ricos les queda la migaja de su riqueza. Frente a los que padecen hambre,
resalta mucho más el hecho de que haya hombres saciados. Claro que esa saciedad
es tan vacía que “padecerán hambre”, no sólo en la otra vida sino ya en el
mismo vacío que puede dar de sí la saciedad humana.
La vida parece sonreír a los ricos. Pero a la hora de la
verdad no son felices porque viven con la preocupación de sus riquezas y de que
pueden perderlas o que tienen que aumentarlas. Los pobres lloran o padecen sus
carencias pero se acuestan muy tranquilos porque no tienen nada que perder, y
viven colgados de la esperanza en Dios, el único que puede salvarlos de su
pena.
El pobre poco pierde con que hablen más de él. Por decirlo
así, ya tiene todo perdido. Y si se burlan de ellos por esa su confianza puesta
en el Señor, viven con la seguridad de una recompensa grande en el cielo.
Mientras que el rico no mira al cielo y todo lo pretende tener aquí en la
tierra. Lo único que les compensa es que se les hinche más con las alabanzas y
adulaciones. Al final, les sirven sus vasallos para luego aprovecharse de esos
mismos a los que adulan. Es el peaje que paga el rico aunque no se diera ni
cuenta de ello. Pero esa es su desventura, aun aquí en la tierra.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarCREO EN JESUCRISTO HIJO ÚNICO DE DIOS
"Cada día el cristiano tiene que librar un combate que se asemeja al que Cristo libró en el desierto de Judea, donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo....Se trata de un combate espiritual, dirigido contra el pecado y en definitiva contra Satanás. Es un combate que implica a toda la persona y que exige una vigilancia atenta y constante" (Benedicto XVI).
¿POR QUÉ FUE TENTADO JESÚS? ¿ACASO PODÍA SER TENTADO REALMENTE?.-A la verdadera humnidad de Jesús pertenece la posibilidad de ser tentado.Pues en Jesús no tenemos un salvador "incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probaddo en todo, como nosotros, menos en el pecado"(Heb 4,15).
A QUIEN PROMETE JESUS EL"REINO DE DIOS"?.-Dios quiere "que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad"(1 Tim 2, 4 ). El "reino de Dios" comienza en las personas que se dejan transformar por el amor de Dios. Segun la experiencia de Jesús son sobre todo los pobres y los pequeños.
Incluso personas que están alejadas de la Iglesia encuentran fascinante que Jesús, con una especie de amor preferencial, se dirija primero a los excluídos sociales. En el sermón de la montaña szon los pobres y los que lloran, las víctimas de la persecución y de la violencia,todos loa que buscan a Dios con un corazón puro, todos los que buscan su misericordia, su justicia y su paz, los que tienen un acceso preferente al reino de Dios. Los pecadores son especialmente in vitados:"No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.No he venido a llamar a justos, sino a pecadores"(Mc 2, 17).