Liturgia:
El 8 de septiembre es la otra fecha
en la que se celebran más advocaciones de María. Con el 15 de agosto se le
llama el día de las mil vírgenes
porque esta conmemoración se desdobla en múltiples celebraciones, que dan lugar
a fiestas patronales en una multitud de pueblos y ciudades. Málaga celebra a su
Patrona LA VIRGEN DE LA VICTORIA, Huelva a LA VIRGEN DE LA CINTA, y así
podríamos llenar la página de referencias concretas a otras diversas
advocaciones de María.
La fiesta
litúrgica del calendario universal está dedicada al NACIMIENTO DE LA VIRGEN
MARÍA. Es con la Navidad de Jesús y la natividad de Juan Bautista las tres
únicas celebraciones de nacimientos que se conmemoran en la Iglesia, que
corresponden a las tres personas que nacen sin pecado. De Jesús, por evidencia
total porque es Dios y no puede tener pecado. De María por su inmaculada
concepción, privilegio otorgado por Dios. De Juan Bautista porque fue
santificado en el seno de su madre por la visita de María, encinta, a Isabel,
que llevaba en su seno al Precursor.
La liturgia no es fácil porque no hay ningún texto de la
Sagrada Escritura que haga referencia al nacimiento de María. De ahí que los
tres textos del formulario litúrgico estén referidos al nacimiento de Jesús.
Así Miqueas (5,2-5) está hablando de Belén, pequeña entre las aldeas de Judá,
de donde saldrá el jefe de Israel: los
entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz… En realidad para que esa
madre dé a luz al salvador y Mesías, primero ha tenido que venir ella a la vida.
Y así el nacimiento del Mesías hace referencia al nacimiento de la madre que le dio a la luz.
Para diferentes lugares la celebración de hoy se da con
rango de solemnidad litúrgica, por lo que hay una 2ª lectura. Donde no se da
ese rango, esta lectura puede leerse en lugar de la de Miqueas. En donde es
solemnidad, entra como 2ª lectura. Rom.8,28-30 tampoco es directamente una
lectura mariana, pero puede leerse desde esa aplicación de la predilección de
Dios que la elige. Sabemos que para los
que aman a Dios, todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a
su designio. Ahí podemos encontrar a María, que amó a Dios con toda su
alma, y por tanto para quien todo redundó en su bien porque secundó el designio
de Dios. Dios la había escogido y predestinado
a ser imagen de su Hijo. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los
justificó; a los que justificó, los glorificó. Ahí entra de lleno María,
escogida, predestinada, llamada, liberada del pecado y consiguientemente
glorificada.
Finalmente encontramos un evangelio (Mt.1,1-16.18-23) que
nombra expresamente a María en la larga lista genealógica con la que el
evangelista nos presenta a Jesús como descendiente de David, a través de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús,
llamado Cristo. Una vez más la referencia directa es al nacimiento de
Jesús, como puede verse en la segunda parte de ese evangelio de la fiesta, en
que se presenta el hecho de la concepción virginal del Hijo de Dios, que nace
de María, esposa de José, con quien todavía no había convivido. Y nos contará
ese evangelio las zozobras de José que se encuentra con su esposa embarazada
donde él no ha tenido parte. Y en ese mal momento Dios viene a darle en sueños
la misteriosa noticia de que su esposa lleva en su seno al Hijo de Dios,
concebido por la intervención divina del Espíritu Santo. Y por tanto no tiene
nada que temer ni sospechar, sino que por el contrario el propio José es
comprometido por Dios a ser parte del misterio, porque va a ser él quien
aparezca como el padre legal de aquel niño, en quien José va a ejercitar su
misión paternal siendo él quien le ponga el nombre en la circuncisión. Y ese
nombre va a ser el de JESÚS (que para José, de mentalidad judía, es claramente
la misión de SALVADOR que aquel niño misterioso trae a la vida del mundo).
Es claro que no hay más referencias expresas a la fiesta
litúrgica de la NATIVIDAD DE MARÍA, pero es lo que más ha podido aproximar a la
dignidad de aquella mujer, cuyo nacimiento ha sido el vehículo previsto por
Dios para el nacimiento de Jesús. El resto queda a la devoción especial de los
fieles cristianos hacia la Madre, festejándola en una fiesta en su honor, que
abarca a tantas almas y tantos recuerdos en tantos lugares.
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