Liturgia:
Las 2 cartas a los fieles de Corinto
tienen unos altibajos muy claros. Hasta aquí la primera carta ha sido todo un
reconocimiento de las bondades y cualidades de aquella comunidad, desembocando
en el tema de ayer que exaltaba el sentido de la fe, que sólo puede venir del
espíritu de Dios.
Hoy (3,1-9) ya pone Pablo una nota deficitaria en el
proceso de esa comunidad. Les hace ver que no ha podido alimentarles con comida
sólida (con planteamientos profundos) y que ha tenido que recurrir a la leche,
como a quienes están todavía en la infancia. No estabais para más…; por supuesto, tampoco ahora. Mientras haya entre
vosotros envidias y contiendas, es que os guiáis por los bajos instintos y que
procedéis como gente cualquiera.
Hay una prueba muy clara: unos se decantan por Pablo y
otros por Apolo. Y Pablo les hace caer en la cuenta de que ni él ni Apolo son
nada decisivo en el proceso de la fe de la comunidad: Uno siembra y otro riega,
pero el crecimiento lo da Dios. Plantar o regar tienen la misma importancia
pero en definitiva son meros colaboradores de Dios. Vosotros sois campo de Dios, edificio de Dios, pero ahí la fuerza
es Dios, que es quien hace crecer.
El evangelio, tomando también el que vimos ayer en la
sinagoga de Cafarnaúm, nos presenta 24 horas seguidas de la vida de Jesús. La
sinagoga ocurre una mañana. De allí se va Jesús a casa de Pedro (Lc.4,38-44)
donde pasa el día completo, recluido para dejar pasar el tiempo correspondiente
al descanso sabático. Ya a la caída de la tarde, cuando ha concluido ese
descanso, sale a atender a las gentes que vienen en su busca. Descansa por la
noche y se levanta temprano, de madrugada, para irse a un lugar solitario a
hacer oración. Cuando las gentes lo vienen a buscar y Simón ha de salir a
localizarlo, es ya la mañana del día siguiente, y Jesús responde que su misión
ha de continuar por otros pueblos y lugares, sin hacer parada cómoda en aquel
lugar, pues para esta misión constante ha sido enviado por Dios.
Lo que pasa es que la llegada a la casa al salir de la
sinagoga se encuentra con que la suegra de Simón está en la cama con fiebre, y
se ve que era la matriarca que llevaba aquel hogar. Simón se lo hace saber a
Jesús y Jesús entra en la cámara donde yacía la mujer bajo los efectos de la
calentura. La visita, la acompaña, le bromea, y finalmente la toma de la mano y
le devuelve la salud. Ella se da cuenta de que ha sanado. Jesús sale del
aposento y ella se siente consolidada y se levanta y atiende las necesidades
básicas que eran permitidas en sábado.
Jesús se retira con Simón, y quizás con Andrés y hasta
puede ser que con Santiago y Juan, primeros discípulos que seguían a Jesús. La
mujer sanada se encarga de preparar la comida, lo que es advertido por las
vecinas que se admiran de verla de pronto en tan buena disposición. Y la voz se
corre de unas a otras, que ya estaban impactadas por el suceso de la sinagoga,
y se forma un movimiento común de salir en su busca en cuanto se ponga el sol y
el sábado haya acabado.
Mientras tanto Jesús habla a los discípulos, les cuenta
muchas cosas, y ellos le cuentan a él, y se va pasando el tiempo sin darse
cuenta, antes de la hora de la comida y luego en la sobremesa.
Cuando quieren acordar ha caído ya la tarde y a la puerta
de la casa se han reunido muchas gentes, que se presentan con sus enfermos,
confiados en el poder y la autoridad de las palabras de Jesús, deseosos de
verlo y ser atendidos por él.
Jesús sale, increpa a los malos espíritus, que huyen ante
la fuerza de Jesús, y cura de otras enfermedades a los enfermos que le
presentan, y finalmente les habla y les extasía con sus ejemplos y sus
enseñanzas.
Luego, la noche, el descanso. Y mientras los hombres
duermen, Jesús se levanta de madrugada y se va a un descampado a orar y estarse
allí ante Dios y recibir de Dios la fuerza y la luz para saber por dónde ha de
desenvolver el día que ahora comienza.
Las gentes se han venido temprano en su busca, atraídas por
ese hablar y hacer de Jesús que les ha llevado la tarde anterior. Simón busca
entonces a Jesús para decirle que todo el mundo lo busca, y Jesús responde que
tiene que salir a otros lugares porque así es la misión que le encarga Dios.
Hemos vivido un día entero junto a Jesús. Que se nos pegue
su estilo y nos sirva para rumiar el evangelio en sus menores detalles.
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