Liturgia:
San Pablo sigue insistiendo en la
realidad de una comunidad pobre, a la que su riqueza y sabiduría es la de
Cristo y éste, crucificado. En 1Co.1,26-31 se remite a los hechos, a la tal
comunidad: En lo humano no hay en ella
muchos sabios ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario: Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para
humillar a los sabios; lo débil del mundo ha escogido Dios para humillar a lo
fuerte. Este argumento es para Pablo algo incuestionable en lo que
quiere basar la gran fuerza de la ciencia de Cristo, la cruz de Cristo. Aún más: ha escogido a la gente baja del
mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en
presencia del Señor. Nadie puede considerarse importante por sí mismo,
por sus cualidades especiales. Ni por sus méritos propios.
Por Dios sois
vosotros en Cristo Jesús, en ese Cristo que Dios ha hecho para vosotros,
sabiduría, justicia, santificación y redención. Cuanto sois y cuanto podéis
ser, lo tenéis por la presencia y la fuerza de Jesús, que os ha concedido una
sabiduría nueva, la que lleva en sí la redención y santificación realizada por
Cristo. De ahí que quien se gloríe, que
se gloríe en el Señor, no en los méritos propios.
Otra parábola de Mt. (25,14-30) de índole escatológica como
las dos últimas que hemos tenido, la del criado que debe esperar la llegada del
amo, y las doncellas que se disponen a recibir al esposo. Dos parábolas que
miran hacia nuestro final, en el que tenemos que estar preparados. Y como
siempre ocurre que la llegada del amo es en momento y situación imprevista, lo
que se nos está pidiendo es vivir permanentemente preparados porque no sabemos
ni el día ni la hora. Yo recuerdo a un conocido, que llevó una vida decentemente
religiosa hasta el momento en que decidió “vivir su vida” y ya llegaría más
adelante, cuando fuera mayor, retornar a lo que había vivido. La realidad es
que ya está muy lejos de ese retorno, con los colmillos retorcidos por el paso
de los años al margen de la fidelidad a sus principios.
¿Cuánto recibió aquel muchacho? ¿5 talentos o capacidades
para ser un hombre de bien? ¿2 talentos?
¿Uno sólo? Eso yo no lo sé. Creo que Dios le había puesto en condiciones muy
favorables para que su respuesta fuera amplia. Pero me da lo mismo: el caso
cierto es que había recibido las bases y la formación y la dirección espiritual
como para ser hoy un hombre con fondo espiritual.
Parece, a lo que se puede ver desde fuera, que enterró el
talento recibido, que lo guardó en un pañuelo. Y que cuando le llegue su día,
no va a tener mucho más que decir –si es que sabe dónde enterró aquel talento-:
aquí tienes lo tuyo, porque tu recoges
donde no siembras. ¿Qué podrá responderle el Señor…? Si recojo donde no
siembro, ¿qué recojo ahora del talento que te di? Y puede ocurrir que mi amigo
no sepa responder, y que entonces quede fuera, con el rechinar de dientes de
haber malgastado la fortuna que el amo le puso en las manos cuando era un
muchacho. ¡Había tenido tanta oportunidad!
Yo no sé si recibió un talento o dos o cinco. Capacidades
tenía para haber recibido más de uno. El hecho es que se ha abierto las puertas
de la vida, oposición tras oposición y encontrando puestos de trabajo diversos.
Valores, pues, los tiene. Los ha tenido. Otros compañeros recibieron los 5 o
los 2 y han agenciado con ellos de manera que han sacado buenos réditos de
aquel reparto que había hecho el amo. Dentro de un mismo colectivo en el que se
desenvuelven ellos, los hay con respuesta del cien por cien, que dan cuenta de
su administración con méritos de su parte, y el espíritu abierto para devolver
lo recibido con la generosidad de quien lo ha duplicado.
Y da lo mismo que sean de 5 como que sean de 2: el hecho es
la respuesta que algunos han dado y que resulta llamativo y digno de dar
gracias a Dios, y de que Dios les llame “siervos
buenos y fieles, que son invitados a pasar al gozo del Señor”. Cinco o dos da igual. Cada uno ha respondido
a lo que ha recibido. Y esa es la lección que Jesús quiere dejar en la parábola
en cuestión. Cada cual debe dar según sus posibilidades. A nadie se le pide más
de lo que ha recibido. Y lo cierto es que las personas tenemos muy diversas
capacidades y desarrollo de las mismas. En ese colectivo al que me he referido,
se ve cómo hay quienes destacan. Yo, que me siento muy unido a ellos, me siento
feliz de ver las respuestas de muchos. Luego, como en todo, los hay que siguen
con el talento enterrado o envuelto en un pañuelo. ¿O lo habrán perdido? De
ellos tengo sentimiento doloroso.
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