Liturgia
Amós se presenta como profeta de desgracias. Ya ayer lo hacía pensando
que no podría Dios perdonar a un pueblo que cometía abominaciones. Hoy continúa
3, 1-8; 4, 11-12 exponiendo recuerdos de grandes momentos del pueblo, como la
liberación del Mar Rojo o la situación vivida en Sodoma y Gomorra, para
manifestar a Dios liberador pero mal correspondido. El SALMO viene a poner luz
en toda esa secuencia, encomendándonos al Señor: Guíame con tu justicia…; Tú no eres un Dios que ame la maldad; detestas
a los malhechores, pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa…
El evangelio (Mt. 8, 23-27) nos trae el suceso del Lago,
cuando Jesús iba en la barca con sus discípulos. Pero lo que hubiera podido ser
una travesía normal se convierte en una pesadilla porque se levanta un gran
temporal, tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas. Una descripción
muy gráfica de la situación de aquella barca que estaba a punto de zozobrar.
Nos dice el evangelista que Él dormía,
por más que nos parezca imposible.
Los discípulos lo despertaron de mala manera, gritándole: Señor, sálvanos, que nos hundimos.
Es para imaginar los momentos anteriores cuando los
apóstoles pretenden solucionar el caso con sus conocimientos del medio, hasta
que aquello se pone tan encrespado e imposible de salir del atolladero
humanamente. Cuando se dirigen a Jesús es verdaderamente porque se hunden.
Todavía Jesús les bromea y los llama cobardes y les dice con énfasis que tienen poca fe. Se me antoja esa situación de las almas espirituales
cuando pasan una crisis en la que sufren mucho pensando que se alejan de Dios
porque llegan de pronto a pensar que han perdido su comunicación con él. Y
claman entonces llenas de angustia… Jesús les saldrá al paso y les bromeará
también: ¡Cobardes! ¡Qué poca fe! Es
que la realidad es que Jesús, aunque parece dormido, está muy vivo y vigilante…
Se puso en pie
(que ya era llamativo en aquellas circunstancias en que a duras penas se
mantenían los apóstoles seguros en la barca), increpó a los vientos y al lago y vino una gran calma.
Es la experiencia de esas almas cuando les pasa de largo su
tempestad interior, y allí donde todo lo habían visto negro, se hace la luz y
de pronto se vuelven a encontrar con el mar de su amargura que se ha echado a
sus pies, y que su alma vuelve a encontrar al sol que luce en el horizonte.
Y las almas que pasaron ese “casi naufragio” se quedan
preguntándose entonces qué les ha pasado… O sencillamente, admirados se preguntan: quién es
este… Y es que la experiencia profunda mística bascula entre esas dos
realidades: de una parte pasa el alma la “noche oscura” y de otra palpa a Dios
y se admira de él…, se asombra…, se pregunta: Quién es Este. Porque es algo
sublime toparse entonces con la maravilla que es el Señor, y vivir esa doble realidad
misteriosa de saber lo dulce y suave que
es el Señor y, a la par, saber que no puede entenderlo, abarcarlo,
“aprehenderlo”. ¿Quién es Este? es
la pregunta íntima, gozosa, llena de luz y misterio, porque es la doble
realidad de poseer y no poseer, de tener cogido al Señor y sin embargo saber
que está siempre “más allá”. Que es el Jesús íntimo pero “más grande”, que se
experimenta dentro de uno mismo como algo propio y, a la vez, no cabe en el
mundo…; que es beber el agua fresca del manantial hasta saciarse, pero no estar
definitivamente saciado…, y saber que hay que volver al agua que nunca se agota
¿Quién es éste? Y tendremos pregunta que nunca queda respondida en totalidad
porque más allá de nuestra vivencia, estamos ante EL INFINITO.
Hasta el viento y el
agua le obedecen, dijeron en su admiración aquellos 12 hombres, recién
salidos de su enorme susto, y sin reponerse todavía, porque no saben si esta
calma que ahora disfrutan es tan real… ¡No saben si les ha conmovido más la
zozobra de la barquichuela o esta figura de Jesús que, puesto en pie en la barca,
ha dominado la tempestad, los vientos y al Lago!
Para muchas almas, hay una síntesis que le expresa la
cercanía y la Majestad: EL CORAZÓN DE
JESÚS. Ahí encuentran una respuesta al: ¿Quién es este? En esa realidad,
plasmada en una imagen concreta, hallan la respuesta a esa pregunta inmensa
como el mar.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación9
ResponderEliminarLa ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS.
"Pues tiene que haber personas que recen también por aquellos que no rezan nunca"
¿POR QUÉ DEBEMOS PEDIR A DIOS POR OTRAS PERSONAS?.-Del mismo modo que Abraham intercedió a favor de los habitantes de Sodoma, así como Jesús oró por sus discípulos, y como las primeras comunidades no sólo buscaban su interés "sino todos el interés de los demás", igualmente los cristianos piden siempre por todos; por las personas que son importantes para ellos, por las personas que no conocen e incluso por sus enemigos,
Cuánto más aprende un hombre a rezar, tanto más profundamente experimenta que pertenece a una familia espiritual por medio de la cual la fuerza de la oración se hace eficaz. Estoy en el centro de la familia humana, puedo recibir la fuerza de la oración de otros y puedo suplicar para otros la ayuda divina.
¿POR QUÉ DEBEMOS DAR GRACIAS A DIOS?.-Todo lo que somos y tenemos viene de Dios. San Pablo dice:"¿Tienes algo que no hayas recibido?"( 1 Cor 4,7). Dar gracias a Dios, el dador de todo bien nos hace felices.
La mayor accioón es la "EUCARÍSTIA" (en griego "acción de gracias") de Jesús, en la que toma pan y vino para ofrecer en ellos a Dios toda la Creación transformada. Toda acción de gracias de los cristianos es unión con la gran acción de gracias de Jesús. Porque también nosotros somos transformados y redimidos en Jesús; así podemos estas agradecidos desde lo hondo del corazón y decírselo a Dios de muchas formas.
Continuará
¿Quién es Éste?. Aquí, Jesús cuestiona a los discípulos, es decir, nos cuestiona a nosotros sobre la calidad de nuestra fe. Es la primera pregunta importante de este Evangelio. La segunda es la pregunta de los discípulos sobre la identidad de Jesús y sobre su misión redentora. No debe inquietarnos el que Jesús nos haga preguntas. Tampoco cuestionarnos quién es Él para nosotros: a través de esas preguntas iremos encontrando respuestas para no equivocarnos de camino.Los peligros de la vida no han de asustarnos si caminamos con Jesús.
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