Liturgia
El evangelio de hoy (Lc. 9, 18-24) es un texto que se lee varias veces
a lo largo del año, tomado de uno o de otro evangelista. Es un texto clave en
el conocimiento de Jesús y de la obra de Jesús, Pregunta él a sus discípulos
qué han oído a las gentes acerca de él. Y en un pueblo esencialmente religioso
y pendiente de sus esperanzas mesiánicas, las respuestas que pueden aportar los
apóstoles de lo que han oído por la calle, son todas de orden religioso: creen
que Jesús es Juan Bautista que ha vuelto a la vida, o Elías –el profeta
arrebatado en un carro de fuego-, o alguno de los antiguos profetas.
Sería digno de preguntarse en una encuesta en la calle hoy
en día, y seguramente que íbamos a encontrar respuestas mucho menos
espirituales, desde los que negarían su existencia hasta los que lo
consideraran un personaje más o menos social o político…, cuando no un
personaje extravagante que cada cual quiere aprovechar para sus fines.
Jesús aborda a sus apóstoles: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? A lo que Simón Pedro se
adelanta para responder: El Mesías de
Dios.
La respuesta era perfecta. Pero de fondo, ¿qué estaba
diciendo Pedro? Porque el concepto mesiánico estaba muy desfigurado en el
pueblo, y se identificaba con un personaje superhombre, guerrero, vencedor
sobre sus enemigos, imponiéndose por la fuerza. Y como Jesús no quiere que
vayan a caer sus discípulos en ese error, se apresura a poner los puntos sobre
las íes, y explica la realidad del mesianismo: El hijo el hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los
ancianos, sumos sacerdotes y doctores de la ley, ser ejecutado y resucitar al
tercer día.
Ha quedado claro qué Mesías es Jesús. Y para que eso sea
comprendido a nivel personal de los apóstoles, les habla del camino que ellos
tienen que seguir para vivir la fe en el verdadero Mesías: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz
cada día y se venga conmigo. Pues quien quiera salvar su vida, la perderá, y el
que la pierda por mi causa, se salvará.
Es claro que no era ese el sentido que Pedro había dado a
su respuesta, y que necesitaban todos un reciclaje muy fuerte. Pero Jesús no
había inventado nada. La 1ª lectura de hoy, tomada de Zacarías 12, 10-11, ya
anunciaba: me mirarán a mí, a quien
traspasaron; harán llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al
primogénito. Aquel día será grande el luto de Jerusalén. Por consiguiente,
no está tomado el mesianismo como una explosión de gozo triunfal y victorioso
sino como un sacrificio que provoca dolor. Y eso tienen que asimilarlo los
discípulos de Jesús y hemos de asimilarlo nosotros, porque en el seguimiento de
Jesús -en lo que es la vida vivida en cristiano- entra negarse a sí mismo y tomar la cruz, perder la vida para ganarla y para
tener la salvación.
Roguemos a Dios de quien esperamos todo bien.
-
Para que tengamos un conocimiento de Jesús como el que él quiere
trasmitirnos, Roguemos al Señor.
-
Para que asimilemos que conocer a Jesús supone negarse a sí mismo, Roguemos al Señor.
-
Para que no nos eche atrás contar con la cruz para seguir a Jesús, Roguemos al Señor.
-
Para que la Iglesia toda sea fiel a la misión que le encargó
Jesucristo, Roguemos al Señor.
Manifiéstate
al mundo de hoy para que te reconozca como el Salvador y siga tus enseñanzas.
Tú que vives y
reinas por los siglos de los siglos.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (continuación)
ResponderEliminarORAR: CÓMO DIOS NOS REGALA SU CERCANÍA
"A la oración de petición corresponden tanto tanto la certeza de ser escuchado como la renuncia completa a ser atendido según los propios planes".
¿CÓMO ORÓ JESÚS ANTE LA MUERTE ?.-Ante la muerte Jesús experimentó toda la profundidad del miedo humano. Sin embargo sacó fuerzas para confiar en el Padre también en esta hora"¡ABBÁ, PADRE !; Tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz.Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quiers tú".
"La necesidad enseña a orar". Casi todas las personas experimentan esta verdad en su vida, ¿Cómo oró Jesús cuando experimentó la amenaza de la muerte?.Lo que nle movía en esas horas era la disposición absoluta a abandonarse en el amor y el cuidado de su Padre. No obstante, Jesús pronunció la más impenetrable de las oraciones, que tomó de las oraciones judías de los moribundos:"Dios mio, Dios mio,¿por qué me has abandonado"? (Mt15,34; según el salmo 22,1). Toda desesperación , toda queja, todo lamento de los hombres de todos los tiempos y el deseo de encontrar la mano auxiliadora de Dios,se contienen en estas palabras del Crucificado.
Tras las palabras:"Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu"(Lc 23,46) exhaló su espíritu, En ellas resuena la confianza sin límites en el Padre, que tiene poder para superar la muerte. De este modo, la oración de Jesús anticipa, en el centro de la Pasión, la victoria pascual en su Resurrección
Continuará
Ahora ya conocemos a Jesús, conocemos bien su Historia. No nos ha de asustar coger nuestra cruz y seguirle a donde quiera llevarnos. Ahora sabemos bien a Quién seguimos. Seguimos al Mesías, el enviado de Dios. Él no es comparable a ningún otro mensajero y no hay en la tierra otro líder como Él que se le pueda comparar, Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros; por esto puede pedirnos una adhesión incondicional. Sin Él no llegaríamos a la Casa del Padre; sería un error de inconmensurables consecuencias el empezar a poner límites al seguimiento de Jesús.
ResponderEliminarEn las cosas de este mundo, la prudencia nos recomienda no afrontar riesgos inútiles pero cuando se trata de ganar la salvación eterna, es razonable arriesgarlo todo, incluso la propia vida ofreciéndola por los demás comoJesús.La verdadera salvación no es el triunfo sobre los otros; es vencer el egoísmo, el miedo y la muerte. Con Jesús nos atreveremos a enfrentarnos a ellos.