LITURGIA
Hoy
hay una 1ª lectura (1Jn 3, 11-21) muy rica en ideas y enseñanzas. Y con el tema
que obsesiona a Juan, comienza con el del amor al hermano, los unos a los
otros, porque es el mensaje que habéis
oído desde el principio. Y pone dos paradigmas de personajes bíblicos: Caín
es malo. Procedía del maligno y mató a su hermano. Ya hablaba ayer de quién es
el que procede de Dios y el que procede del diablo. Caín hacía obras malas. Y
no como algo esporádico de lo que se arrepintiera después, sino con lo que se
dice “un hombre de mal corazón”. Y no soportó que su hermano fuera un hombre
bueno, un hombre que hacía obras buenas. Y como el corazón de Caín estaba
muerto, acabó provocando muerte: asesinó a su hermano.
A
los que tenéis buen corazón –se dirige a sus cristianos- el mundo (fuente del
mal) os odia: no os sorprenda.
Nosotros amamos a los hermanos. El que no
ama, permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida, y ningún
homicida lleva en sí vida eterna.
Y
se trata no de palabras de amor, no de adulaciones, sino de un amor que se
expresa en obras. Y eso dejará en orden nuestra conciencia, que así no nos
reprenderá. Y si la conciencia no condena, estamos en plena confianza ante
Dios.
Es
claro que hay mucho meollo en esa perícopa, que no debe crear sensaciones
negativas en la conciencia de nadie sino un estímulo hacia el bien y la actitud
ante el hermano. Cuando domina el recelo, los celos, el menosprecio, la
envidia, el distanciamiento…, tiene que levantarse la voz de alarma de la conciencia,
porque todas esas sensaciones son “del diablo”. Y lo importante es que
cualquiera que tenga una conciencia medianamente amueblada, tiene que reaccionar,
porque lo defectuoso puede arreglarse, si hay buena voluntad. Cuando ni se
arregla ni se plantea arreglarlo, o ni se quiere arreglar nada, es lo ayer se
definía como pecado de muerte.
El
evangelio (Jn 1, 43-51) es continuación del de ayer. Siguen produciéndose
nuevas llamadas y nuevos encuentros con Jesús. Hoy es Felipe de Betsaida, la
misma patria chica de Simón y de Andrés. Jesús caminaba y se topa con Felipe.
No nos consta que hubiera un conocimiento o trato previo. Lo único que nos dice
el evangelio es que Jesús encontró a Felipe y le dijo: Sígueme, esa palabra con la que nos consta que llamó a otros. Una
palabra que no ponía por delante unas razones o explicaciones. Eran una
vocación como tantas otras vocaciones que se han dado en la vida, en las que
los llamados no pueden dar más explicación de su respuesta sino que “algo” les
cogió por dentro y ya no hacía falta más.
Comprendo
que tiene que haber vocaciones “razonadas”, y que Dios tiene mil modos de
dirigirse a mil personas, y que cada uno es un caso individual e
intransferible. Pero también es evidente que hay llamadas de Dios que son mucho
más de “flechazo”, en las que por mucho que se quiera dar razón de un
determinado seguimiento, esa “razón” de la mente no puede encontrarse…, no
existe. Porque el “flechazo” sucede porque sucede y viene como uno mismo no
puede decir cómo ha sucedido. El “sígueme”
que escuchó Felipe y al que respondió a ojos ciegas, es sencillamente ese caso
al que no han precedido situaciones previas. “Ciega” (sin razonamiento) la
llamada, y ciega (sin buscar razones) la respuesta. Se dice SÍ a Jesús porque
se ha sentido uno cogido por dentro. Y no hay más.
Felipe
encuentra a Natanael y le dice a boca llena (así de gozoso se siente): Aquel del que escribieron los profetas lo
hemos encontrado: a Jesús de Nazaret. Natanael no las tiene todas consigo.
Hombre, por lo que se deduce, más intelectual, opone con cierta sorna su duda
(aunque no es duda que vaya al fondo): ¿De
Nazaret pude salir algo bueno? Era un dicho popular y el buen hombre hizo
chanza de ello. Felipe sabía que no tenía él los recursos para discutirle y
convencer a Natanael, y optó por lo más convincente: Ven y lo ves. Y lo llevó a Jesús. Ni iba en plan de negar ni en
plan de afirmar. Quizás en plano de curiosidad, no exenta de cierto deseo de
confirmar la explicación de Felipe.
Y
lo curioso fue el modo con que Jesús le ganó el alma: con un alabanza que
respondía perfectamente a la realidad: He
aquí un israelita cabal en el que no hay doblez. Sabía Natanael que eso era
verdad. No era un cumplido ni una adulación. Pero lo que era verdad, ¿de dónde
la conocía Jesús, personaje con quien Natanael no se había cruzado nunca? Y se
encontró “cazador cazado”. Había pretendido “investigar” a Jesús y se sentía
definido por él. Su admiración era grande, pero Jesús remató la faena
declarándole un secreto privado del propio Natanael: Antes de que te llamara Felipe, yo te vi cuando estabas debajo de la
higuera. Aquello fue la definitiva. Es el ejemplo de otra clase de
vocación. Aquí no había razones pero había habido una gran razón: Jesús se
había servido de las armas del propio individuo al que llamaba. Y al que era
más intelectual le ganó el alma por la sorpresa, el misterio…, y en definitiva
por el encanto ante algo inesperado. Le dijo Jesús: Porque te he dicho que te vi bajo la higuera ¿por eso crees? Pues HAS
DE VER COSAS MAYORES. Así quedaba cerrada la llamada de Jesús.
¡Cuántos
podríamos contar la llamada que nos hizo Jesús, tan personal y tan
misteriosa! Pues de la misma manera
sigue llamando.
LOS SACRAMENTALES. (Continuaciòn)
ResponderEliminar¿Què importancia tiene la llamada "piedad popular"?.-La piedad popular que se expresa en la veneración de "reliquias",en procesiones, peregrinaciones y devociones, es una forma importante de la inculturación de la fe, que es buena en tanto sea eclesial, conduzca a Cristo y no pretenda ganarse el cielo por medio de obras al margen de la gracia de Dios.
¿Cuál es el sentido de las peregrinaciones?.- Quien peregrina "ora" con los pies y experimenta en todos los sentidos que toda su vida es un único gran camino hacia Dios.Ya en el antiguo Israel se peregrinaba al Templo de Jerusalén. Los cristianos retomaron esta costumbre. De este modo, especialmente en la Edad Media, surgió un verdadero movimiento de peregrinaciones a lugares santos (especialmente a Jerusalén, y a las tumbas de los Apòstoles:Roma y Santiago de Compostela). Con frecuencia se peregrinaba para hacer penitencia, y a veces la peregrinación no estaba libre del falso pensamiento de que había que justificarse ante Dios mediante una acción autotorturadora. Hoy dìa las peregrinaciones experimentan un renacimiento ùnico. Los hombres y mujeres buscan la paz y la fuerza que brota de esos lugares santos. Están cansados del individualismo, quieren salir de la rutina diaria, liberarse de lastres y ponerse en marcha hacia Dios.
Continuarà
El testimonio de Juan Bautista fue decisivo para que muchos se acerquen y se sientan empujados hacia Jesús; quieren conocerlo. Son personas normales, pero tienen dudas y vacilaciones, como en el caso de Natanael: sólo puede creer quién se enfrenta honestamente así mismo, a sus dudas y, al mismo tiempo tiene el valor de acercarse a Jesús y escuchar su propuesta: La fe es un camino que se recorre a lo largo de la vida y que nos va descubriendo" cosas mayores" y que nos ata a un compromiso cada vez más fuerte con Aquél que camina con nosotros y que nos dice como a Felipe: ¡Sígueme!
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