Liturgia
La lectura de 1Sam 3, 1-10. 19-20 hubiera tenido que ir junto a la de
ayer para que ayer hubiera tenido una respuesta la pregunta de Elcaná.
Realmente Ana, su esposa, padecía el desprecio de la otra esposa de su marido,
por el hecho de no tener hijos. ¿Y es que no le bastaba el amor del marido? –preguntó
él. Pues no: Ana anhelaba un hijo. Ese que pide insistentemente a Dios. Diferente
al modo normal judío que reza en voz alta, Ana pide y ora y suplica en
silencio, moviendo sus labios en esa su oración insistente a Dios. Pide y
promete al mismo tiempo que si Dios le da un hijo, ella lo ofrecerá al Templo.
Y Dios le da ese hijo. Ella le llama “Samuel”, nombre que significa: Al Señor se lo pedí. Y ella cumple su promesa
y lo entrega al servicio del Templo del Señor.
La nota específica el evangelio de hoy –Mc 1, 21-28- es el
acento que se pone en la autoridad de Jesús, lo que expresa
la fuerza de su palabra, la entereza de su personalidad, el dominio sobre los
mismos malos espíritus. Jesús no se limita a repetir frases, como los fariseos
y doctores de la Ley; Jesús tiene algo nuevo que decir y lo dice con una fuerza
que cae a plan y convence. Y por si faltaba algo, cuando un mal espíritu lo
increpa, Jesús no dialoga con el mal espíritu sino que tajantemente le impone: Cállate y sal. En la gran lección que
nos llega de cómo hemos de proceder ante los fáciles “flirteos” con que
pretendemos dominar nuestros fallos “poquito a poco”, “sin molestar a nadie”.
Para Jesus, ante el mal no caben medias tintas: hay que ser drásticamente
autoritario. Y eso era lo que admiraba y atraía.
RELATOS DE NAVIDAD
José apenas pegó ya ojo aquella noche; ardía en deseos de
comunicarle a María que había acabado el exilio. Cuando a la mañana siguiente
se encontraron, y antes de la oración de la mañana, José le dijo a María: Ya podemos regresar a Palestina. Dios me lo
ha comunicado en el sueño de esta noche. Aquella oración era hoy muy
distinta. Volcaban su alma en agradecimiento y se potenciaba cada salmo que
recitaban. Y agradecían a Dios. Acabada la oración José no salió a buscar
trabajo, sino a despedirse de sus compañeros de todos los días. María preparaba
el hatillo –era poco lo que tenían que recoger-, y cuando fue más entrada la
mañana, se despidió de sus vecinas. También, junto a José, visitaron familias
especialmente tratadas en aquellos años de estancia en Egipto.
No sé cuántos años. Y dado el carácter de este relato no es
fácil hacer un cómputo. Pero se ha dado en decir que unos 4 años (según la
fecha de la muerte de Herodes). El niño ya se manejaba por su cuenta y danzaba
por medio de los otros chavalines de su edad. Aquella mañana lo despertó su
madre y le dijo: Nos vamos a hacer un
viaje largo; nos vamos a tierra que Dios escogió…
Pasó aquel día entre preparativos y despedidas. Comentaron entre
ellos aquella realidad que vivían desde hacía tiempo… el anuncio de la encarnación,
el aviso en sueños a José, el encuentro con Isabel, el edito, Belén que no los
acogió, los anuncios en sueños para huir o para regresar… Verdaderamente
contaban los pasos de sus vidas como un ir en manos de Dios, que llevaba el caso
a su manera. ¿Sería el modo en el que seguirían sus vidas?
Cuando se
fueron a dormir, llevaban en sus almas un inmenso contento: volvían a su
patria. Volvían en las manos de Dios.
Y al día
siguiente, recogidos los últimos enseres y hecha su oración, se pusieron en
camino. María iba en la mula, el niño correteaba en idas y venidas, José
llevaba las bridas… Aquellos padres gozaban viendo la vitalidad de Jesús y las
fantasías de su cabecita infantil que hacían de todo aquello un juego
maravilloso, sin saber más que el hecho de aquella novedad que suponía para el
niño salir a los caminos desconocidos.
Cuando se
cansaba de sus idas y venidas se cogía de la mano de José u José le ayudaba a
subir a la borriquita, con su madre. Y así hicieron aquel camino. No podemos
imaginar si lo hicieron solos (lo que corresponde a la representación del arte
que se nos ha trasmitido) o junto a algunas otras personas que llevaran
destinos similares. Como podemos imaginar –por imaginación que no quede- que
alguna pernoctación hubieron de hacer en su viaje, en alguno de los refugios o
albergues que hubiera en el trayecto. Así siguieron hasta pisar tierra de
Israel. María bajó de la caballería y quiso entrar por su pie en tierra
sagrada, y así se lo enseñaron al niño, que debía tener siempre presente que
acababan de entrar en la tierra de Dios. Y cantaron salmos de alegría: Qué alegría cuando me dijeron…
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)
ResponderEliminarLA LIBERTAD DEL HOMBRE
¡QUÊ ES LA LIBERTAD Y PARA QUE SIRVE?.- LA libertad es el poder que Dios nos ha regalado para poder actuar por nosotros mismos; quien es libre ya no actùa determinado por otro
Dios nos ha creado como seres libres y quiere nuestra libertad para que podamos optar de corazón por el bien, también por el supremp "bien", es decir , Dios. Cuanto màs hacemos el bien , tanto màs libres somos.
La libertad ¿se puede decidir por el mal?.-El mal es sòlo aparentemente digno de interès y deciirse por el mal sòlo hace libre en apariencia. El mal no da la felicidad, sino que priva del verdadero bien; nos ata a algo carente de valor y al final destruye nuestra libertad.
Esto lo vemos en la adicciòn. En ella un hombre vende su libertad a cambio de algo que le parece bueno. En realidad se convierte en esclavo. El hombre es perfectamente libre cuando dice siempre "Sì`" al bien; cuando ninguna adicción,ninguna costumbre le impiden elegir y hacer lo que es justo y bueno. La decisión por el bien es siempre una decisión orientada a Dios.
El hombre que se abandona totalmente en manos de Dios , no se convierte en una marioneta de Dios, en una persona aburrida y conformista; no pierde su libertad, Sòlo el hombre que confía plenamente en Dios, encuentra la verdadera libertad.El hombre que se dirige a Dios, no se hace màs pequeño, sino màs grande, pues gracias a Dios y juntamente co Èl, se hace grande,divino, llega a ser verdaderamente èl mismo.
Continuarà
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Con el reducido grupo de discípulos que Jesús va reuniendo, se dirige a Cafarnaún y el sábado enseña en la Sinagoga. Su enseñanza es más práctica que teórica y le llega al corazón a la gente. Ven que Jesús es una persona buena que no busca su propio interés sino el bien de los demás. No coacciona,"si quieres" Él respeta la libertad y la dignidad de las personas. No predica como los maestros de la ley, Él predica el Evangelio porque en él prevalece la gracia y la misericordia, lo único que preserva del mal.
ResponderEliminarEl misterio del mal y el misterio de la libertad son inseparables. Sin la libertad no habria mal; pero un mundo feliz sin la existencia de mal, sería un mundo perverso porque no sería libre.
Nada malo fue hecho por Dios; somos nosotros los que hacemos la maldad, pero de la misma forma que cometemos los errores, somos capaces de rectificar.Siempre somos libres, aún en el caso de que nos viéramos privados y atados de pies y manos, nadie nos puede obligar a pensar de una forma determinada, nadie nos puede obligar a dejar de amar a Dios o a odiar al hermano... lo único que nos haría esclavos, sería el pecado.