Liturgia
No está muy claro, según las diferentes fuentes que se tomen si el
TIEMPO ORDINARIO comenzó ayer, “primer domingo del año” que celebra el bautismo
de Jesús, o si esa fiesta es la última para cerrar el ciclo de la Navidad, unida
a la de la Epifanía. Yo me inclino a pensar que realmente ayer era comienzo de
otra etapa, que inaugura la vida pública de Jesús, y que deja en medio los
muchos años de Nazaret, comprendidos entre la epifanía y la salida de Jesús
hacia el Jordán. Aunque el Jordán mantiene el sentido epifánico de la declaración (manifestación) de Jesús a
Israel como el Hijo amado, predilecto (=Mesías).
Pero por esa regla de tres, todos los días son una epifanía de Jesús, que se
manifiesta a unos y a otros en sus hechos y en sus palabras, a sus discípulos y
al pueblo, a propios y a extraños. Y así todo el evangelio es una permanente
epifanía de Jesús.
Hoy mismo, en el evangelio de Mc 1, 14-20 tiene dos grandes
manifestaciones: una, el núcleo de su predicación: Convertíos y creed el evangelio.
Otra, sus llamadas a Andrés y a Simón, por una parte, y a Juan y Santiago por
otra. Una llamada y vocación general que atañe a toda persona; unas llamadas
particulares que van directamente dirigidas a unas personas. En unas y en otras
Jesús se manifiesta. Y eso es
epifanía.
Convertíos y creed el
evangelio es una llamada mucho más rica que la de “creer EN el evangelio”.
Porque creer el evangelio equivale a
vivir el evangelio; a creerlo con tan fuerza que no sólo acepta uno su
veracidad y autenticidad (=creer EN), sino fajarse
con ese evangelio hasta el punto de cambiar por completo una vida,
dejándolo todo y yéndose tras Jesús. Como Andrés, Simón, Juan y Santiago. O como
tantas personas que dejaron en el camino cuanto poseían para seguir a Jesús en
las mil facetas posibles en las que se puede vivir el evangelio, que no se
reduce a vocaciones de seguimiento apostólico sino que abarca toda posibilidad
de vivir de acuerdo con la Palabra y la Vida de Jesús. Es lo que constituye la
VIDA CRISTIANA que, tomada en serio, es hacerse trasuntos de la vida de Cristo,
copias que intentan acercarse al original, haciéndose “dobles” de Jesús, para
vivir como él, hacer como él, proceder como él y responder a la voluntad de
Dios como él.
RELATOS DE NAVIDAD
La Sagrada Familia ha llegado a Egipto, tierra poco
favorable a todo lo que huele a judío. Y eso es tan arraigado que aun
actualmente son dos enemigos enfrentados cordialmente. Idioma distinto,
costumbres distintas, y la necesidad de irse abriendo camino en medio de una
visceral hostilidad hacia todo lo que viene de Israel.
María Y José buscaron las mejores formas de mostrarse
amigos y pacíficos vecinos. Las circunstancias les habían hecho detener sus
pasos allí, y ellos estaban libres de prejuicios y de aversiones de su ánimo.
Estaban agradecidos a la hospitalidad que pudieran ofrecerle. Querían que su
hijo creciera en la normalidad de un niño entre los otros niños, y ellos se
prestaban a lo que pudiesen ayudar, a la vez que pedían el favor de unos
trabajos con los que poder José ganarse la vida para esa familia.
Lo que durara aquella estancia en Egipto sólo puede
computarse por el tiempo que vivió Herodes. Pero como, por otra parte, estamos
ante unos relatos que no se distinguen por su realidad histórica, no es fácil
hallar datos que nos digan cuánto tiempo asigna Mateo a esta estancia en
Egipto. Lo que pasa es que –en orden a la oración- lo de menos son los datos históricos
o el cómputo de los años, y que podemos dejar libre espacio a la imaginación
para seguir de cerca a aquella familia en su estancia “presunta” en Egipto. Su
oración mantenida, aunque no exteriorizada para no ofender las costumbres egipcias,
el desarrollo de cada día, procurando dejar siempre un modo de identificación
con los modos propios del lugar en que estaban, su vida de familia y sus
costumbres hacia dentro del entorno familiar, su fe vivida en lo más profundo
de sus vidas, trasmitiendo a su hijo los grandes valores de la fe en Yawhé, y
de toda la historia de la salvación, aunque –de momento- procurando omitir
aquellos sucesos que al niño pudieran crearle pensamientos contrarios a Egipto.
Era un equilibrio difícil, porque la gran gesta de Israel se fundamenta en la
salida de Egipto y la derrota del Faraón en el paso del Mar Rojo. Pero al niño
no podía creársele ahora un sentimiento adverso, que se le podría escapar
infantilmente en su relación con otros niños.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA. (Continuación)
ResponderEliminarLAS BIENAVENTURANZAS:-Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos. Dios nos llama a su propia bienaventuranza. Esta vocación se dirige a cada uno personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia pueblo nuevo de los han escogido la promesa y viven de ella en la fe.
Quien anhela el reino de Dios tiene en cuenta la lista de prioridades de Jesús, es decir "las bienaventuranzas".Comenzando por Abraham, Dios ha hecho promesas a su pueblo. Jesús las retoma,amplìa su validez hasta el cielo y las convierte en su propio programa de vida. El Hijo de Dios se hace pobre para compartir nuestra pobreza,se alegra con los que están alegres y llora con los que lloran (Rm 12, 15); no recurre a la violencia, sino que
ofrece la otra mejilla; tiene miksericordia, siembra la paz y con ello muestra el camino màs seguro hacia el cielo.
¿QUE ES LA BIENAVENTURANZA ETERNA?.-La bienaventuranza eterna es contemplar a Dios y ser introducido en la bienaventuranza de Dios. En Dios Padre ,Hijo y Espíritu Santo, hay vida alegría y comunión si fiñ. Ser in ytroducido allì s`rà una felicidad inconcebible e ilimitada< para nosotros los hombre. Esta felicidad es puro don de la gracia de Dios, porque nosotros los hombres no podemos ni producirla por nosotros mismos ni captarla en su grandeza. Dios quiere que nosotros optemos por nuestra felicida ; libremente debemos elegir a Dios, amarle sobre todas las cosas, hacer el bien y evitar el mal con todas nuestras fuerzas.