2 de febrero
Una fecha con
varias referencias de patronazgo. Como
fiesta litúrgica es LA PRESSENTACIÓN DEL SEÑOR, aunque para lo popular es “la purificación de María”. Lo que pasa es que no hay ninguna
“celebración” de purificaciones en las descripciones bíblicas, porque la tal
“purificación” de la mujer era simplemente cumplir su cuarentena desde el día del parto. [Aquí son 40 días después del 25
de diciembre]. Lo que sí estaba prescrito y con un ritual muy concreto era la
presentación de los primogénitos varones en el Templo de Jerusalén. Y maría y José llevaron al Niño al Templo
para cumplir todas las prescripciones de la Ley. Serán dos lecturas de hoy: la
una, lo prescrito. El Evangelio, la realización por esta familia que ha tenido
su primer hijo y varón.
En el transcurso de llegada y
salida aparecen dos personajes ya mayores, e incluso ancianos. Simeón, que había pedido a Dios no morir
antes de ver al Mesías. Y hoy va al Templo como todos los días y tiene la
revelación profética de que este niño es precisamente el que él tanto
deseaba. Ahora puedo morir en paz porque
mi ojos han visto a tu Salvador, LUZ que ilumina a las naciones y gloria de tu
pueblo Israel.
A la otra parte está la anciana
Ana, Viuda ya hacía 84 años, y que dedicó su vida al Templo, y hablaba de aquel
Niño con toda alegría.
La fiesta litúrgica se celebraba (y
se va volviendo a recuperar su celebración más solemne) con una procesión desde
una Capilla o iglesia menor hasta la Basílica, yendo todos con CANDELAS en las
manos, rememorando el anuncio de Simeón.
Es un lucernario en la forma
de expresase la Iglesia.
Derivó el término “Candelaria”
hacia la Virgen, de manera que se le hace ya protagonista y se le llama La Candelaria. Pero en realidad todo el rito de la LUZ es
algo que abarca desde el mismo día de Navidad (Misa de Nochebuena), a Epifanía
(la estrella), para desembocar en esta fiesta candelaria de luces encendidas en
recuerdo de Cristo, LUZ DE LAS NACIONES, y cuya explosión solemnísima tendrá
lugar en el otro lucernario de la
Vigilia Pascual, con el encendido del Cirio y su propagación por las naves del
Templo.
La presencia de aquella venerable
viuda ha sido vista por las VIUDAS CRISTIANAS como fiesta de patronazgo, que permanece celebrándose, aunque hoy el
número de “verdaderas viudas” (como llaman los escritos del Nuevo Testamento),
ha disminuido notoriamente, por razones que son obvias en una sociedad tan
distinta como la actual.
Simeón y Ana, ancianos, viene también a ofrecer cobertura patronal al
movimiento laico cristiano de VIDA ASCENDENTE, que engloba a los jubilados de
ambos sexos, que tienen su formación permanente, su sentido cristiano, y ofrece
también la ocasión de encuentros que son tan positivos en personas que se
encuentran muchas veces más solas, o con menos vida social, para desenvolver
cualidades que evidentemente conservan.
Por su parte, LA VIDA CONSAGRADA ha encontrado en la PRESENTACIÓN Y
OFRECIMIENTO DEL NIÑO EN EL TEMPLO una ocasión para sentirse directamente
abarcados por este fiesta.
Día, pues, lleno de celebraciones festivas, que dan salsa a realidades
de la vida que ya llevan de por sí su dificultad, pero a las que se busca
plantar al mal tiempo buena cara. Porque
ante la crisis y todo lo demás que está cayendo, lo que necesitamos es tener
válvula de escape. Que hasta en los
matrimonios irían las cosas de otra manera si supiera ser celebrativos y darle
esa “sal y pimienta” a la monotonía de la vida. Es que el mundo se ha
materializado de tal modo que parece que no queda tiempo para celebrar. O si se “celebra”, tiene que ser gastando y
saliendo de casa, en vez de darle al propio hogar esa gracia peculiar que
encierra el saber encontrar aires de fiesta dentro de la realidad familiar y de
hogar. Pero si a los niños hay que
montarle fiestas llamativas para un cumpleaños, y generalmente en lugares ya
preparados para ello, su casa se convierte en el tormento de obligaciones,
mandatos o gritos, pero no en una mesa sencilla donde la familia (y algún
amiguito cualificado) van a tomarse esas patatas fritas que saben a gloria
porque se toman en el buen ambiente distendido de la propia familia. La “sociedad” acaba engullendo y todos
hacemos esa sociedad mucho peor porque hemos cedido y somos engullidos. Y cuando los hijos despiertan, acaban no
encontrando más salida festiva que el botellón maldito, que acaba con tantos
valores y costumbres de hogar. Aparte de los enormes vicios y enfermedades que
genera. Pero “la sociedad…”
¿Y qué es la
sociedad? ¿Quién hace la sociedad?
Contemplamos,en la fiesta de hoy a María en el cuarto misterio gozoso del Santo Rosario.María se somete a una ley de la que estaba exenta.Nos miramos a nosotros mismos y vemos tantas manchas,ingratitudes,omisiones en el amor a Dios...Nosotros necesitamos purificacción,para quitar tanta miseria de nuestra alma y de nuestro corazón y en la fiesta que celebramos pedimos a nuestra Madre que nos disponga para poder presentarlo a Dios a través de Ella.
ResponderEliminarel ermitaño se dedica a la oracion y a estar fcon dios es una opcion y no es maldad
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