Día 1 de marzo
PRIMER
VIERNES DE MES
Cultos expresamente orientados a resaltar el Corazón
de Dios…, su amor hacia toda la humanidad.
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Dichas y
desgracias
Este
Jueves 2º de Cuaresma puedo comenzarlo así, según la mirada que nos deja las
lecturas de hoy. Me gusta más que intitular, con las palabras mismas de la 1º
lectura: Malditos y Benditos. Pienso que el día que sepamos leer la Sagrada Escritura desde la mirada
de Dios, hablaremos menos de todos esos términos negativos, amenazadores, condenatorios,
que constituyen muchas veces como el “coco” de la “religión”. Y no es que no sean expresiones de algo real.
Lo que digo es que fundamentar la RELIGIÓN en dardos arrojadizos para acallar y
casi aplastar al que piensa de otra manera, es algo ya anacrónico. No sé si fue mejor que hubiera tiempos que
sirvieran de instrumentos coercitivos o estimuladores. Digo que la fe de la Iglesia tendrá más luz y
mejor penetración en las almas si leemos
con el tono de Dios.
Es
a propósito de esas lecturas de hoy en las que evidentemente les cabe dos
acentos muy diferenciados. Y yo me quiero quedar en el positivo: Bendito
quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol
plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces. Cuando llegue el
estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no
deja de dar fruto.
Imaginamos
por un momento este planteamiento como base esencial de nuestra predicación, de
nuestra experiencia espiritual, de la razón de nuestros actos, del por qué de
nuestras palabras o silencios, del modo de vivir esponjosamente la grandeza y
belleza de nuestra fe y de nuestra relación paterno-filial con Dios. Y yo siento como ese chorro de aire fresco
que cambia la misma percepción que tiene de la Iglesia, de la fe, de la Religión
y de Dios, el mundo que vivimos.
Y
no es que no haya que tener en cuenta que el mundo no es Jauja. Pero será “en
diferido” como pueda salir esa parte. Como hace el texto, a continuación de lo
citado: Nada más falso y enfermo que el
corazón, ¿quién lo entenderá? ¡Esa
es la pena! Que tenemos una bola de luz
en las manos, y que podría encender toda la vida de la persona y mirar así
hacia afuera…, y que el corazón enfermo,
falso, es capaz de estropearlo, y donde hay luz, poner oscuridad; donde hay
nitidez poner empañamiento; donde hay alegría sembrar estiércol. Con razón se pregunta el autor: Quién lo
entenderá? Porque encima de todo es que el primer
desgraciado es ese que tiene el corazón eclipsado y no puede ver el sol.
Y
al pasar al Evangelio, volvemos a la posible doble lectura. Y yo gozo viendo a
ese pobre Lázaro, que no es un amargado; que todavía es capaz de estar allí,
porque todavía piensa que pueden llegarle las migajas sobrantes de la mesa del
rico. Y como Jesús dibuja con rasgos de
artista, llega a poner a los perros como capaces de instintos leales, que compensan la otra realidad penosa del egoísmo
que ni disfruta del todo, ni sabe hacer disfrutar. “Los perros venían a lamerle
las llagas”. Ponían lo que ellos podían poner. Ha dejado Jesús la pincelada que
Él quería dejar. Y es en positivo.
Luego
lo deja todo todavía más claro: Muere el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno
de Abrahán. Queda patente lo
bendito que es haber crecido con el corazón junto a las aguas…, haber echado
raíces, haber crecido en la mirada de un corazón noble. Y el contraste es rompedor: Murió el rico y lo enterraron. Así de seco y escueto.
Lo
demás de la parábola podrá escudriñarse, sacarle otros contenidos. Cada rasgo expresado por Jesús es un
tesoro. Porque ese mismo abismo infranqueable
está hablando de la distancia imposible que hay entre el egoísmo y el amor; la
comprensión y el juicio temerario, la bondad del corazón y el corazón
enfermo. Y aún ahí, todavía recalca que
la solución no está en el “parche” de avisar
a mis hermanos…, sino en el propio corazón de esos hermanos que tienen a
los profetas para saber dónde está la acequia y dónde se pueden fecundar las
buenas obras, los buenos pensamientos, las actitudes nobles de la vida.
Cuando
hoy he llegado en mi oración al momento en que Jesús es llevado ante aquellos
jueces de corazón predispuesto contra Jesús, y preñados de venganza, he visto
plasmado el mensaje litúrgico del día: Bendito quien pone su confianza en el Señor.
Por eso, mientras aquellos “jueces” no saben por dónde tirar y tantean falsas
palancas para derribar a Jesús, Jesús se mantiene señor y dueño porque su Corazón está puesto en el Dios. Y así afronta a pecho descubierto todo el
enjambre de maldades y mentiras, para callar y ni siquiera pretender una
explicación…, o para hablar clara y rotundamente cuando le conjuran en nombre de Dios.
Porque es bendito quien pone su confianza en el Señor, y aunque de su
respuesta se va a seguir una evidente condena, Jesús no disimula ni un punto de
una i.
En
Jesús no hay corazón enfermo. Por eso se
le puede entender sin grandes dificultades, en cuanto que sea en Él en quien
pongamos el acento aún en nuestras conversaciones más normales.
La Palabra de Dios es toda. No sólo aquella parte que nos interesa más, porque no hace pupa. Y quitamos la que hace pupa.
ResponderEliminarPromesas principales hechas por el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque:
ResponderEliminarA las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
Daré la paz a las familias.
Las consolaré en todas sus aflicciones.
Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte
Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas
Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia
Las almas tibias se harán fervorosas
Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección
Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.
Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos
Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.
A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.