MIÉRCOLES DE CENIZA
La Iglesia,
en su labor pedagógica y en su obra de evangelización, utiliza los signos como formas
visibles externas que remitan a lo interior, QUE ES EL FIN QUE SE PRETENDE.
Hoy los altares estarán sin flores,
sin adornos. El órgano, donde se use, únicamente apoyará el canto, pero no se
utilizará para armonizar, solemnizar.
El ayuno y la abstinencia de carnes vendrán como a dar la señal, el pistoletazo
de salida simbólico de una fase nueva que busca hacer más nuevas nuestras
cosas, nuestra vida.
En comunidades religiosas o en
movimientos eclesiales diversos, se darán unos detalles distintos, más
exigentes, de más fuerza, para recordar y acentuar el momento litúrgico fuerte
de la CUARESMA, o los cuarenta días que preceden a los solemnes tres días de la
Semana Santa –el TRIDUO PASCUAL- que marcan el PASO DE LA MUERTE A LA VIDA.
Hoy, en el momento de imponerse la
Ceniza –un “sacramental”- de la
Iglesia (un SIGNO más extraordinario de lo sagrado)-, la fórmula que más se
empleará será: CONVERTÍOS Y CREED EL EVANGELIO. Son dos aparentes procesos
pero una sola realidad. CONVERTIRSE es
la expresión más significativa de ese cambio, mejora, tomar las riendas, enfocar
soluciones a determinados defectos más habituales… “Convertirse” es girar 180 grados para que el
coche que iba en una dirección errada o en forma poco segura, se detenga y dé
media vuelta y tome la dirección adecuada para llegar a su término en buenas
condiciones.
Pero el indicador de ese
CAMINO es el EVANGELIO. No se es más cristiano por hacer más Vía Crucis, rezar más rezos, visitar más
Iglesias, ni por dar más limosnas. Todo
puede ser un indicador muy bueno, pero eso no es el núcleo. El núcleo
es CREER EL EVAGELIO.
Todavía aquí hay que hacer una
profunda reflexión. CREER EL EVANGELIO no es creer en la verdad que dice, en la
figura de Cristo que va en su centro, en las condiciones de vida cristiana que
pide. Todo eso es creer EN EL evangelio, pero no es “creer EL Evangelio”. Porque la fe son obras, es asimilación, es encontrarme
con ese Evangelio como la llamada personal que me llega y me exige y me levanta
los pies de mis posiciones, y me pone en actitud de cambio…, de salida de mí… para
llegar a ser… Y eso s un proceso que no
se hace con una buena fe sin más, ni cuatro propósitos añadidos en la vida, ni
unos rezos de más, ni… Hay algo siempre
más al fondo, y algo que no tiene final, porque en el seguimiento de Jesucristo
hay mucho que recorrer y que no nos permite parar y darnos por satisfechos.
La Cuaresma no es simple penitencia o mortificación, o privaciones de
juguete. Es un camino que repite la vida de Cristo, para hacernos pasar por
la vida haciendo el bien…, para incorporar la pasión a nuestra vida (porque es
una realidad que está ahí y que no podemos eludir, pero a la que tenemos que llenar de contenido), y
que todo eso lo vivimos con la profunda gran esperanza de la LUZ que luce
siempre tras la sepultura (esa aparente tragedia y fracaso de la vida), pero que
lleva en sí el destello formidable de una novedad mejor…, una RENOVACIÓN, un
empezar a vivir en esa “otra dimensión” en que Jesucristo es nuestra vida misma…,
en la que ya no vivo yo sino que es
Cristo quien vive en mí. Expresión
muy bonita para colocarla en un recordatorio, pero de un calado tan enorme que
supone todo una novedad… Novedad en
nuestros enjuiciamientos, en la visión limpia de nuestras cosas, en la forma de
tratar un tema o un problema, en la prudencia de una actuación y actitud
familiar, relacional, comunitaria, grupal…, y por supuesto, personal.
También ahí hay –tiene que haber
PASO DE MUERTE A VIDA, cambios que se necesitan y que hay que afrontar, “manos
que cortar” u “ojos que sacar”…, y toda esa gama de expresiones evangélicas,
que nos dejó Jesús para hacer patente que CREER EL EVANGELIO no es poner
parches de niños piadosos, sino entrar en una dinámica de cambio que tiene que
notarse; notarla uno mismo en sí mismo,
y que se pueda notar desde fuera. (y “desde
fuera” puede ser la gran piedra de toque para separar el trigo de la paja, la
mena de la ganga).
Si ante las cosas que vienen “de
fuera”, en vez de sacudir las pulgas fuéramos valientes para aceptar que alguna
causa puede haber en eso que nos llega, habríamos hallado un camino, hasta
fácil, de conocernos mejor. Y por tanto de poner manos a una obra de conversión
real, de situaciones reales, sin perdernos en nuestras capas de cebolla con las
que nos vamos recubriendo para afianzarnos a nosotros mismos,, pero que –al final-
se puede ir quitando una tras otra y nos hemos quedado en nada.
El MIÉRCOLES DE CENIZA no es un
simple día especial de devoción popular…
Es toda una trayectoria que se abre y que hay que ser muy honrados para
aprender y actuar.
Memento homo...Acuérdate...De la grandeza del hombre, sin Dios,no queda más que este montoncito de polvo,que en este Miércoles de Ceniza la Iglesia nos marca en la frente con nuestra propia substancia
ResponderEliminarNo podemos dejar pasar este día sin fomentar en nuestra alma un deseo profundo de volver una vez más para estar más cerca del Señor
Tiempo para que cada uno se sienta urgido por Jesucristo.Para los que alguna vez nos sentimos inclinados a aplazar esta decisión sepamos que ha llegado e3l momento.Para los que tengan pesimismo,pensando que sus defectos no tienen remedio,sepan que ha llegado el momento.Comienza la Cuaresma;mirémosla como un tiempo de cambio y de esperanza.
Dos ideas:
ResponderEliminarSer honrados con la CUARESMA y el resto del año litúrgico.
La Cuaresma está guay. Te abre posibilidades.
"Muchos parecen dispuestos a rasgarse las vestiduras frente a los escándalos e injusticias -naturalmente cometidos por otros- pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio corazón, sobre la propia conciencia y las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta",
ResponderEliminarBenedicto XVI - hoy miercoles de ceniza