Con relación a intervenciones anteriores
Puede irse
pensando lo que significa para unos u otros, las expresiones bíblicas, y del
mismo Nuevo Testamento.
El
Niño crecía en conocimientos,
estatura y gracia ante Dios y los hombres.
Crecía; iba creciendo.
Exactamente
igual a nosotros, MENOS en el pecado. (Heb. 4, 15); compartió en todo nuestra condición humana, menos en el pecado (Plegaria Eucarística IV).
A
pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó
la condición de esclavo, como un hombre cualquiera; se rebajó hasta someterse a la muerte, y una
muerte de cruz. (Filip. 2, 6-11)
Aprendió, sufriendo, a obedecer. (Heb. 5,8).
Todo esto ¿lo creemos? ¿sí o
no? ¿O lo creemos con sordina, de manera
que la verdad es que no lo creemos?
Sería una herejía negar que Cristo es Dios, plenamente Dios. Sería una herejía igual de grande decir que
Cristo no es hombre completo y total.
¿Qué esto nos rebasa y le buscamos “explicaciones”? Yo pregunto: ¿Padeció Jesucristo la Pasión
plena, total y horriblemente? ¿si o no?
¿Tuvo un “paraguas” para que sus sufrimientos y humillaciones, etc., no
fueran como la de cualquier hombre sufriendo y humillado? ¿Dónde ponemos la “sordina”? En un recurso engañoso: “Pero Él era Dios” Entonces,
¿abrió ese “su paraguas” que ya le diferencia del que no tenemos nosotros?
Y si eso es en la Pasión, ¿fue
distinto en otros momentos de su vida, o “jugó a padecer” durante esas horas de
la Pasión, pero el resto fue el héroe triunfal que está sobre el bien o el mal
y sobre la enfermedad? ¿Jesús no pudo coger una gripe…, pongamos por caso? O sea: ¿no es que fue exactamente igual a
nosotros menos en el pecado? Pues
nosotros no pecamos cuando nos refriamos.
Lo dejo como puntos de reflexión
para quienes quieren pensar.
¡Ah!: y en nada de eso está negada
la Divinidad de Jesucristo. Es la
Sagrada Escritura la que nos deja los peldaños para que podamos pensar.
Y por supuesto habría muchas cosas
más. Pero no entro en ellas. Sólo
intento aportar datos que se pueden pensar y hacer de nuestra fe algo mucho más
valioso que la fe del carbonero.
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