LITURGIA Sábado de Ceniza
Hay una 1ª lectura (Is.58,9-14) que es “condicional”; expresa una serie
de bendiciones de Dios, que vendrán si se viven unas condiciones: Si destierras el gesto amenazador y la
maledicencia, si partes tu pan con el hambriento y sacias el estómago del
necesitado, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y el Señor te dará el
reposo permanente y saciará tu hambre. Toda la palabra que encierra esa
lectura está en ese tono. Dios está abierto a todas las gracias, pero pide
actitudes fieles. Que el día del Señor sea respetado en el culto y en el
descanso, buscando que sea realmente “día del Señor” y no ventajas del propio
interés para resolver los asuntos. Si el día del Señor lo vives así, el Señor será tu delicia, te alimentaré con
la herencia de tu padre. Y como una rúbrica que avala eso, acaba la lectura
diciendo: Ha hablado la boca del Señor.
El Salmo 85 nos invita a repetir: Enséñame, Señor, tus caminos, para que siga tu voluntad. Y esos son
los caminos del Señor, los de una vida leal para con los deberes ante Dios y
ante el prójimo.
El evangelio de Lucas (5,27-32) nos pone ante un pecador
despreciable socialmente, Leví, y que sin embargo es un hombre leal. A él se
dirige Jesús y cuenta con él para incorporarlo al grupo de sus apóstoles, y lo
aborda cuando está en pleno negocio en el mostrador de los impuestos que
cobraba para Roma. Y le dice: Sígueme.
Y Leví, dejándolo todo, se levantó y lo
siguió. Es de los que cumplen la “condicional” de que, una vez llamado, no
titubea sino que sigue la llamada de Jesús.
Más aún: la sigue con alegría. Porque organiza un banquete
de despedida en el que invita a sus correligionarios (los otros cobradores de
impuestos, despreciados por los fariseos con el nombre de publicanos). E invita
también a Jesús y al grupo que ya le sigue, y festejan aquella despedida de un
género de vida para abrazar otro absolutamente contrario.
No podían soportarlo los fariseos, que vinieron a quejarse
y a meter cizaña entre los discípulos: ¿Cómo
es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Comer a la misma mesa
suponía una “comunión” en el pensar y sentir, porque no se invita al banquete
familiar a los enemigos. Y si Jesús comía con publicanos era una manera de
mostrar estar de acuerdo con ellos.
Jesús lo oye y responde: No necesitan médico los sanos sino los enfermos. No he venido a llamar
justos sino pecadores para que se conviertan. No comía Jesús con publicanos
aprobándoles su modo de vida sino para mostrarles un camino mejor; para
ofrecerles comprensión y misericordia y conversión.
Hemos rozado de alguna manera en la 1ª lectura el tema del
culto a Dios el “día del Señor”. Y no está de más hacer nuestra reflexión.
Cierto que el domingo es largo y da para mucho. Pero LO PRIMERO que pide el
domingo es el culto a Dios, la dedicación a Dios. Lo demás va en segundo lugar.
Quiere decir que todo ha de ceder ante la santificación de la fiesta. Incluido
el hecho de llegar a tiempo y no cuando ya está empezada la Misa. Es penoso ver
que se comienza la Misa con media iglesia de fieles y que se va llenando poco a
poco. Lo primero es que es una falta de respeto. Pero además es un error pensar
que se vive la Misa completa cuando no se ha vivido del principio al final. No
se vive la Misa llegando cuando ya está empezada. Aquel concepto de “llegar al
evangelio” hace muchos años que está superado por la esencia misma de la
Liturgia, y del “oír Misa ENTERA todos los domingos y fiestas de guardar”.
No se asiste a un concierto llegando tarde, y no se ocurre
a nadie preguntar si ha oído el concierto si llega cuando ya esta empezado.
Entre otras cosas, porque no se deja entrar cuando ya ha comenzado. Hay
naciones donde la puerta de la Iglesia se cierra cuando sale el sacerdote al
Altar, y ya no entra nadie más. Eso es cultura y es respeto a la Misa y a los
mismos participantes en la Asamblea.
Y cuando ya está asegurado ese momento de Dios, vendrá el
recreo, la distracción, las otras actividades lúdicas que pueden llenar el día
del Señor. La vida social actual dificulta mucho esta jerarquía de valores y
muchas veces la Misa se queda como “el compromiso” que hay que rellenar de
alguna manera. Y del que, con una falta de conciencia recta, algunos acaban por
liberarse, “porque han tenido otras cosas que hacer”.
Oh Señor, ten misericordia de nosotros. Que la Misa no sea un compromiso, sino una necesidad, y que haya respeto.
ResponderEliminar