LITURGIA
Salomón acabó fallando a Dios creando lugares de culto para los dioses
de sus esposas, por lo cual Dios le retiró su favor y lo hizo a través del
profeta Ajías de Silo que hizo una parábola en acción dividiendo su manto en 12
piezas: dos para la dinastía de Salomón en su hijo Jeroboán, y 10 que entregó a
otros. Los dos que dejó a Salomón y a Jeroboán eran en atención a David, en
quien la promesa de dinastía sin término seguía vigente.
Pero Joroboán se convirtió en un idólatra empedernido, creando
dos becerros de oro y diciéndole a la gente: Éste es tu Dios. Y aparte otros
muchos lugares de culto idolátrico (1Reg.12,26-32; 13,33-34), que llevó al
pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la
tierra.
En el evangelio de Marcos tenemos la narración de una
segunda multiplicación de panes y peces, aunque la descripción es tan similar a
la de la más conocida, que puede pensarse que es una nueva redacción del mismo
hecho.
Había mucha gente, no
tenían que comer, Jesús sintió lástima de esta gente que llevan tres días sin
comer y si los despido en ayunas se van a desmayar por el camino; algunos han
venido de lejos. Como pude observarse hay un calco de exposición con lo que
ya conocemos más normalmente.
Los discípulos preguntan de dónde van a sacar panes en despoblado para tanta gente y que queden
satisfechos. Y aquí viene la diferencia: Jesús pregunta cuántos panes
tienen y responden que siete.
Mandó Jesús que se sentaran en el suelo (lo que indica que
estamos en primavera lo mismo que en la otra ocasión), tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias y los fue dando a
los discípulos y los discípulos a la gente. Tenían también unos cuantos peces:
Jesús los bendijo y mandó que se los sirvieran también.
La gente comió hasta
quedar satisfecha y de los trozos que sobraron, llenaron siete canastas. Los
que comieron eran unos 4,000.
Los paralelismos de las dos narraciones son tan acusados
que muestran que más que dos multiplicaciones hay dos tradiciones que le llegan
al evangelista, y que él las incorpora a su narración, pero que una es un calco
de la otra, y sólo varían los números de los panes y de los comensales. Lo cual
no es extraño porque una responde a las “doce tribus de Israel” [las 12
canastas recogidas en una multiplicación], y la otra al número 7 simbólico de
una cantidad más indefinida.
Los 5,000 varones o las 4,000 personas no son una variación
tan notable en un cálculo de esa envergadura.
Luego tenemos el capítulo 8 (14-21) donde las cosas se
ponen complicadas, pues sería Jesús mismo, según el evangelista, el que hace
alusión a las dos multiplicaciones en el razonamiento con que Jesús les quiere
hacer ver a los discípulos que se guarden de “la levadura de los fariseos”.
Yo no tengo elementos para dirimir el caso pero he
preguntado a personas más especialistas en conocimientos bíblicos, que dan por
descontado que en realidad sólo hubo una multiplicación. No sé decir más. El
lector se acogerá a lo uno o a lo otro, y podrá llevar la misma razón el que
acoge una solución o la otra.
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