DÍA DEL
SAGRADO CORAZÓN
Estamos
ante una GRAN FIESTA, ante la FIESTA DEL AMOR, ante la misma personificación
del AMOR DE DIOS. Estamos ante la
solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
La
Liturgia del día ha centrado –en este Ciclo C que corresponde a este curso- la
manifestación del Amor de Dios (1ª lectura)
en la imagen del Pastor, que mima a su rebaño con ternuras y delicadezas que
mueven al alma. Un amor que supera nuestra misma realidad de pecadores y la
sobrepasa (2ª lectura) porque ese
Amor de Dios se ha manifestado hacia nosotros no porque ya éramos dignos, ni
buenos, ni justos, sino precisamente porque somos pecadores y siendo pecadores.
Que ahí es donde aparece más evidente lo que es AMAR DE CORAZÓN. “El amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado…; Cristo murió por
todos los impíos… Y finalmente
aparece “en directo” (Evangelio) la
propia figura de Cristo como el Pastor enamorado de su rebaño, que cuida sus
ovejas, que busca la perdida, que recoge a la herida… Y que no sólo Él se alegra sino que convoca a todos los amigos para comunicarles
su gran alegría, y que así ellos participen también de ese gozo.
Merece
la pena la lectura lenta de Ezequiel 34, 11-16 (1ª lectura) para irse
deteniendo en ese conjunto de detalles delicadísimos con que se va describiendo
el AMOR DE DIOS.
Y
la gran obra (Encíclica de Pio XII) Haurietis
aquas, -“Carta Magna” del Sagrado Corazón- que puede leerse en el blog, si
lo vais bajando y os fijáis en su margen derecho, fue irse a las fuentes y
raíces reales de quién es el CORAZÓN DE JESÚS, que está mucho más allá de
manifestaciones de particulares, aunque ellos o ellas hayan fomentado e
influido en resaltarlo en un determinado momento histórico. Pero la profunda
realidad de lo que se suele decir, nombrar –sin gran propiedad- “devoción” al Sagrado Corazón, es nada
menos que el AMOR ETERNO Y PERMANENTE DE DIOS, que nunca ha faltado (ni puede
faltar), que –llegada la plenitud de los tiempos-, nos ha hablado EN EL HIJO. Por eso la personificación misma del AMOR DE
DIOS se palpa y se comprueba en JESUS.
Él, en su humanidad plena y en realidad divina, nos hace visible,
palpable, tangible…, en nuestro mismo suelo, de ese amor de Dios que se trasfunde
en toda la Biblia y se vive en el Evangelio.
La
expresión de la carta a los Hebreos, es esa que acabo de poner en negrita, y
que completo: Dios habló muchas veces y
de muchas maneras. Finalmente, llegada la plenitud de los tiempos, nos ha hablado EN EL HIJO. Casi
seguro que la traducción que vais a encontrar dice: por el Hijo, pero es mucho más que el hecho de que el Hijo sea
altavoz de una Palabra de Dios. Se trata de que el Hijo ES la misma Palabra de Dios, que no es sólo palabra
pronunciada o hecha enseñanza, sino Dios mismo que se hace Palabra y nos
habla. El Hijo habla lo que oye hablar al Padre, que nos dirá San Juan. No
es mero “altavoz”. Es Dios mismo hablando. Con la particularidad de que, al
vivir la vida humana, con nuestro cuerpo humano, con nuestras experiencias
humanas, esa Palabra es voz que se oye fonéticamente, que se escucha y penetra,
que se traduce en hechos tangibles, y que hace así visible TODO EL AMOR DE
DIOS, que se manifiesta en Jesús…, que un día se hace expresamente plástico en
el mismo CORAZÓN DE JESÚS.
¿Cómo
podríamos representar los humanos el amor? Bien lo sabemos: o porque te amo de todo corazón, o porque dibujo
mi amor en un corazón atravesado por una
flecha. En lo humano tenemos nuestros símbolos espontáneos y naturales. Y
Dios HABLA EN SU HIJO, expresándose
en esa imagen simbólica del CORAZÓN DE
JESÚS, perfectamente inteligible para comprender que Jesús no fue un
demiurgo sino un HOMBRE que amó hasta padecer, morir y dejarse traspasar el
corazón por una lanza…, porque era TODO UN DIOS, infinito e inacabable en su
AMOR.
Lo
maravilloso, lo sublime, es que ESA PALABRA, ese Cristo palpitante en sus
obras, sus palabras, sus hechos, sus ternuras, sus delicadezas, y sus mismos
sentimientos al vivo, NOS HAN QUEDADO EN EL EVANGELIO. El Evangelio que, como un caudaloso manantial
inagotable, nos invita a beber y beber hasta saciarnos…, a toda la humanidad
junta…, sin que sufra merma. Y con esa
paradoja de que cuando más bebemos, más sed experimentamos… Saciados y ansiosos
de volver a aplicar nuestra boca a esa fuente de vida que es el Evangelio. Y si vamos a mirar la historia de Jesús, ese manantial fluye inconmensurable en el
propio Corazón traspasado y abierto de Jesús, borboteando sangre y agua… Y
nadie que se haya acercado a beber de esa fuente de gracia, ha podido ya dejar
de volver cien mil veces… El Evangelio
nos va “dosificando” y nos va trasmitiendo el “gota a gota” que nos mantiene
siempre vivos e “hidratados” en medio de nuestras mismas carencias y
necesidades…; y pletóricos de entusiasmo porque sabemos que podremos seguir
gozando de ese manantial, ese tesoro del AMOR DE DIOS, manifestado visiblemente
en Cristo, y plasmado un día en la historia de la Iglesia en el CORAZÓN DE JESÚS.
Sin duda debemos incorporar a nuestra vida, no ya la lectura del Evangelio como unos textos con hechos históricos y bonitos en unos casos y desagradables en otros pero que no nos aportan más que unas emociones temporales que pasan al soltar el libro o en las horas siguientes, sino como una Palabra Viva que es, el mismo Cristo hecho carne que habitó entre nosotros y ahora está con nosotros cada día hasta el fin del mundo, en la Eucaristía.
ResponderEliminarSer conscientes de que esa Palabra Viva nos debe nutrir, y para ellos como dicen los especialistas en nutrición, es buena la masticación lenta.
Fdo: Javier
Javier,se más breve y no pasa nada porque algún día no comentes.En la Iglesia católica el único que lee y comenta el evangelio en la Eucaristía es el diácono y presbítero.Por algo será.Saludos cordiales.Juan
ResponderEliminarQue alegría que comente. Saludos cordiales. Javier.
EliminarEstimado Juan: Lo primero que tengo es que agradecer que hayas entrado en el blog. Personas como tú, que se lanzan a expresarse, es lo que hace falta para darle vida al blog y que no se convierta en un monólogo del administrador del blog.
ResponderEliminarLuego considero que es conveniente una aclaración mía para que no se quede simplemente dicho algo que puede herir una sensibilidad.
El valor que otorgo a Javier es que participa. Naturalmente cada cual participa con su idiosincrasia personal, sus vivencias, la experiencia de su vida, y las cargas que cada uno lleva consigo. Dentro del respeto que siempre hay que guardar hacia terceros, valen las exposiciones personales.
En cuanto a la posibilidad de comentarios de la Palabra, no está reducido a la exposición de sacerdotes o diáconos. En muchas ocasiones se invita a los particulares a intervenir y enriquecer con su propia experiencia lo que el Espíritu les inspira. Que para eso están los carismas.
Yo he recordado aquel episodio de Juan, el apóstol, que intentó acallar a otros que profetizaban y echaban demonios y NO ERAN DEL GRUPO. Y Jesús le corrigió porque SI NO ESTÁN CONTRA NOSOTROS, ESTÁN A FAVOR NUESTRO.
Por eso, a ti, Juan y a Javier, os invito a participar constructivamente, cada cual con su particular modo de hacer.
Muchas gracias por sus cariñosas palabras.Le felicito por su trabajo constante y buen hacer a pesar de algunas dificultades de salud que espero se restablezca.Animo a participar a todos los/as que siguen el blog y que nuestros comentarios sean de ayuda.Un abrazo en Cristo
ResponderEliminarGracias. Igualmente.
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