MES DEL CORAZÓN DE JESÚS
QUIERO; QUEDA LIMPIO.
Un
leproso se presenta a Jesús y, en la distancia obligada a aquella clase de
enfermedades contagiosas, expresa una de las más bellas oraciones que pueden
hacerse: Señor: si quieres, puedes
limpiarme. Es la oración de la fe-confianza, y de la fe humilde y
abandonada. No pide directamente pero en realidad está comprometiendo más que
otras oraciones al “núcleo” mismo del Corazón de Jesús. Por decirlo así, en ese lenguaje popular: la
ha dejado a Jesús la pelota en su tejado. Jesús hará o no hará…; querrá o no
querrá. Pero si quieres…; ¡el resto ya depende todo de Jesús! El leproso ha hecho lo más que podía hacer:
llegar hasta Jesús, y confiarse a su Corazón…
Veo
este día muy relacionado con los anteriores. Mi “querer” va a depender de la
“fotografía” que yo me tenga hecho a mí mismo…; va a depender de que yo sea la
persona que busca pasar por la vida haciendo el bien… Va a depender de la desfigurada foto que yo
tenga hecho de mí mismo, cuando me
siento tan “redondo” que yo no tengo nada que cambiar…, sino los otros tienen
que cambiar… Y va a depender tanto de ello que según esa realidad voy a hacer
el bien o a ir de trinchante por la vida…
Mi
quiero va a depender de toda una
batería de realidades personales con las que me abro o me blindo…; de una
honradez muy fuerte para hacer mi propio “retrato robot”, de una sinceridad a
prueba de fe, en la que me reconozca ser como soy, o me revista de mis capas de
cebolla que se superponen para ocultar…, que ni siquiera –quizá- hay “corazón”
al fondo de esas capas postizas.
Mi
quiero va a exigir muchísimo.
Primero, porque ya es difícil llegar a “fotografiarme” con objetividad.
Segundo, porque en mi “pellejo de cebolla”, me hago un frontón en el que
rebotan las otras fotografías que me llegan desde fuera (y que encierran
verdades sobre mí, en mayor o menor
grado). Y porque cuando ya he
descubierto mi auténtico retrato (o lo que mejor se aproxime a una verdad
real), me queda QUERER buscar y
poner los medios para realizar ese QUERER.
¡Que no es fácil! Pero es
imprescindible.
Supo
Jesús a lo que se arriesgaba, aún ante sus mismos apóstoles, en el momento en
que dio el paso adelante y puso sus manos ante el enfermo de lepra. Era una acción repugnante para cualquier
judío. Era una acción que hacía “impuro” (portador del bacilo contagioso de la
lepra). Pero para Jesús era un QUIERO
con todas las de la ley. Si quiero, el
movimiento se demuestra andando… Y Jesus
anduvo esa abismal distancia que hay entre el falso y voluble “yo quisiera”…, “querría”…, y se
arriesgó hasta el total. Y su QUIERO se transformó en una curación del leproso,
sin que Jesús se contagiara para nada…
¡O se contagió!, porque tomó sobre
sí nuestras maldades y se adueñó de nuestros crímenes, porque era la manera
de su QUERER.
LITURGIA
San Pablo resalta ante los fieles de Corinto la
generosidad que ha tenido la iglesia de macedonia que, con ser pobre, ha hecho
una colecta substanciosa a favor de los pobres. (2Co. 8,1-9). Y entonces
exhorta a los mismos corintios a ser ellos generosos en la colecta que hagan.
Que no es que se la manda, sino que le pone por delante un ejemplo que es digno
de seguir. Y la razón suprema para ello es que
bien sabéis lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, por
vosotros se hizo pobre para que vosotros con su pobreza, os hagáis ricos.
El evangelio continúa el tema del amor a los demás, incluso
a los enemigos. Si ayer corregía el ·ojo
por ojo”, hoy entra de lleno en el tema del trato que debe primar con los demás:
Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu
prójimo y aborrecerás a tu enemigo’. Yo,
en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os
aborrecen, y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de
vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos,
y manda la lluvia a justos e injustos. Un párrafo que es para enmarcarlo y
reproducirlo en letras de oro. Una enseñanza liberadora para no dejarse perder
en reacciones contrarias a los que no consideramos nuestros prójimos cercanos.
Desde luego el pedir por los enemigos (o personas con las
que se mantiene un disgusto), es el método mejor para salir por encima de esas
reacciones negativas que se producen en los sentimientos de las personas.
Pidiendo, se va quitando veneno.
Jesús lo razona también por lo alto: Porque si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿No hacen
lo mismo los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por tanto sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
Somos llamados a perfección: a dar más de lo obligatorio
-
Para superar las diferencias y amar a todas las personas con amor
cristiano. R al S.
-
Para saber pedir incluso por los que están en otra línea de
pensamiento, aún contraria y opuesta. R
al S.
-
Para no dejarnos llevar de la visceralidad ante los que consideramos
enemigos o adversarios, R al S.
-
Para que la Eucaristía nos sitúe a todos como hermanos y pidamos por
los que no se acercan a ella, R al S.
Danos, Señor, tener un corazón misericordioso que nos haga
más perfectos de sentimientos. Por Jesucristo N. S.
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