LITURGIA
La liturgia de hoy viene a
presentar la realidad de la oposición que origina la fidelidad a la Palabra de
Dios. Jeremías pasó en la cárcel dos tercios de su vida por comunicar a los
jefes de Jerusalén la palabra que recibía de Dios, y que anunciaba la ruina si
ellos no se convertían. Hoy, en concreto, tenemos uno de los episodios
violentos contra Jeremías (18, 4-6. 8-10) que
es arrojado a un pozo de fango donde morirá sin alimento ni condiciones de
vida. Tiene que ser que uno interceda ante el rey para liberarlo de aquella
situación… Fuerzas del bien y del mal
que vienen sobre una misma persona.
El evangelio (Lc 12, 49-53) es una
proclama de Jesús sobre su misión de anuncio de la Palabra de Dios, el
evangelio del reino: He venido a traer
fuego a la tierra, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Y es tal el celo por esa
extensión de su Palabra, que llega a sentir ansias de pasar por su “bautismo”
(precisamente su pasión y muerte) con tal que el mundo acoja el reino de Dios.
Pero sabe Jesús que ese reino no se
implanta sin lucha y oposición. Sabe Jesús que dentro de una misma familia se
van a producir esas oposiciones y luchas internas, hasta el punto de que las
familias estarán divididas.
Cuando se lee ese evangelio no
produce agrado. A todos nos gustan los textos fáciles y positivos. Pero si
volvemos la mirada a la realidad, veremos que Jesús anunció una situación muy
realista, que casi podemos comprobar cada uno en nuestra propia familia. Y es
penoso pero es real. Y esa diferencia se produce muchas veces a costa de la
religión. Cierto que se evita la discusión donde la prudencia existe y se
procura que no se creen tensiones por causa de la vida religiosa de las
personas. Pero que haya un silencio prudente no elimina el dolor y las
tensiones internas que anunció Jesús. Y las familias son conscientes de ello y
lo sufren muy en sus corazones, al menos la parte que es religiosa y tiene en
valor lo que es la fe y la práctica cristiana. Que desgraciadamente los que se
han situado en la otra vertiente puede ser que no lo sufran. Es la gran
tragedia de esas almas que ni siquiera son conscientes de su pérdida por la que
no llegan a participar del fuego de Jesús.
En estas fechas en las que estamos
cargados de noticias de fuegos que arrasan bosques y poblados, bien podemos
hacernos una idea de lo que Jesús quiso decir al compararse con un fuego que
hace arder los corazones: ese fuego que
ha venido a traer a la tierra y quiere verla ardiendo. Lo que pasa es que
el fuego de Jesús es constructivo y al emprender sana y al arder da vida. Pero
la comparación es muy válida para hacernos caer en la cuenta de lo que él
quería decir: que su palabra y su obra llegue al mundo de manera que no pueda
apagarse y que se propague con tanta fuerza que no haya quien lo pueda
contener. ¡Cómo desearíamos nosotros que se diera en la vida una invasión de
Dios que hiciera reaccionar…!; que los constructores de maldad cedieran en sus
fechorías, que los políticos buscaran el bien más general, que los incrédulos
admitieran los bienes que llegan de la bondad, que la educación cristiana
prendiera en los hijos y nietos… Y así sucesivamente. Porque detrás de ese
fuego del Reino de Dios, de la Palabra de Jesús, hay un mundo inmenso de bondades
y de bienes que sólo puede captar quien de alguna manera y en algún grado vive
ya en la fe y en el mundo del evangelio.
La 2ª lectura (Heb 12, 1-4) nos
sitúa ante una ingente cantidad de testigos: quitémonos, pues, lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y
corramos la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que
inició y completa nuestra fe: en JESÚS, que renunciando al gozo inmediato,
soportó el sufrimiento. En él estamos en esa necesidad de que ardan
nuestros corazones y todo ese mundo que está ahí y necesita de la Palabra de
Dios liberadora.
OREMOS a Dios.
-
Para que nos abra
el ansia por la Palabra y nos haga arder en su fuego, Roguemos al Señor.
-
Para que ilumine
los corazones con la luz de la verdad, Roguemos
al Señor.
-
Para que demos
fiel testimonio de nuestra fe ante los muchos testigos que nos observan, Roguemos al Señor.
-
Para que
aceptemos que la Palabra de Dios nos compromete con la verdad y exige en
nuestra vida, Roguemos al Señor,
Danos,
Señor, el celo por la verdad, que sintamos verdaderas ansias de que esa verdad
sea conocida y acogida por el mundo.
Lo pedimos por Jesucristo N.S.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarCREO EN DIOS PADRE.
"Nosotros no somos el producto casual y sin sentido de la evolución.Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno es deseado,es amado,es necesario". (Benedicto XVI).
ES EL MUNDO UN PRODUCTO DE LA CASUALIDAD?.-No. Es Dios, no la casualidad, la causa del mundo. El mundo, ni por su origen, ni por su orden interno y su finalidad, es el producto de factores que actúen "sin sentido".
Los cristianos creen que pueden leer la escritura de Dios en su Creación. A los científicos que hablan de que la totslidad del mundo es un proceso casual, sin sentido y sin finalidad, les replicó san Juan Pablo II en el año 1985:"Hablar de azar delante de un universo en el que existe tal complejidad en la organización de sus elementos y una intencioalidad tan maravillosa en su vida, sería igual a abandonar la búsqueda de una explicación del mundo como él se nos muestra. De hecho sería equivalente a aceptar efectos sin causa. Supondría la abdicación de la razón humana, que renunciaría de este modo a pensar y a buscar una solución a los problemas".
QUIÉN HA CREADO EL MUNDO?.-Dios solo, que existe ante todo más allá del tiempo y del espacio , ha creado el mundo de la nada y ha convocado al ser a todas las cosas. Todo lo que existe depende de Dios y sólo perdura en el ser porque Dios quiere que exista.
La Creación del mundoes, por decirlo así una "obra en común" del Dios trino.El Padre es el Creador, el todopoderoso. El Hijo es el sentido y el corazón del mundo:"Todo fue creado por ël y para ël"(Col 1, 16). Sólo cuando conocemos a Jesucristo sabemos para qué es bueno el mundo, y comprendemos que el mundo avanza hacia una meta: la verdad,la bondad y la belleza del Señor. El Espíritu Santo mantiene todo unido;él es" quien da vida" (Jn 6 ,63).
¡Quien, a través de la observación y el contacto con el maravilloso orden del universo conducido por la sabiduría divina, no es llevado a la admiración del constructor que todo lo ejecuta!(Nicolás Copérnico,nutalista y astrónomo 1473-1543)