la vida y la misión de
la Iglesia dependen del Espíritu Santo
En la homilía en la catedral católica de Estambul, el Papa ha
recordado que el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa
uniformidad
29 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El santo padre ha celebrado esta
tarde en Estambul la única misa pública durante su viaje apostólico a Turquía.
Antes de la celebración eucarística, el Pontífice tuvo un almuerzo privado con
representantes de la comunidad católica de Estambul, 50 personas de las
comunidades de rito latino, armeno, siro y caldeo.
La eucaristía ha sido celebrada en la catedral católica del
Espíritu Santo, donde hay capacidad para unas 600 personas. Los cristianos en
Turquía representan menos del uno por ciento de la población. La celebración ha
tenido un carácter inter-ritual, en la que han concelebrado 50 sacerdotes, en presencia
de religiosos y religiosas que trabajan en la región y algunas comunidades
parroquiales. Francisco ha sido acogido a su llegada por el vicario apostólico
y por el párroco. Además, en la celebración han estado presentes el patriarca
ecuménico Bartolomé I, el patriarca siro-católico, Ignazio III Younan, el
vicario patriarcal armeno apostólico de Estambul, Aram Ateshian, el metropolita
siro-ortodoxo de Estambul, y representantes de algunas confesiones evangélicas.
La catedral está abierta al culto desde 1846. En el altar están
las reliquias del papa San Lino, mártir y primer sucesor de Pedro. Además, en
la patio hay una estatua de Benedicto XV, que le dedicaron los turcos en 1919
por su ayuda a las víctimas de la guerra.
Durante su homilía, el Papa ha hablado de cómo el Evangelio nos
presenta a Jesús como fuente a la que el hombre sediento de salvación puede
acudir. Profecía proclamada públicamente en Jerusalén en la que Jesús
anuncia el don del Espíritu Santo tras su muerte y resurrección. De este
modo, Francisco ha recordado que "el Espíritu Santo es el alma de la
Iglesia", "Él da
la vida, suscita
los diferentes carismas que enriquecen al Pueblo de Dios" y
"crea la unidad entre
los creyentes". Por eso ha afirmado que "toda la vida y la misión de
la Iglesia dependen del Espíritu Santo; él realiza todas las cosas".
Asimismo, el Santo Padre ha observado que cuando rezamos "es
porque el Espíritu Santo inspira la oración en el corazón". De este
modo ha explicado en la homilía que "cuando rompemos el cerco de nuestro
egoísmo, salimos de nosotros mismos y nos acercamos a los demás para
encontrarlos, escucharlos, ayudarlos, es el Espíritu de Dios que nos ha
impulsado". Y más aún, "cuando descubrimos en nosotros una extraña
capacidad de perdonar, de amar a quien no nos quiere, es el Espíritu el que
nos ha impregnado". Y prosigue, "cuando vamos más allá de las
palabras de conveniencia y nos dirigimos a los hermanos con esa ternura que
hace arder el corazón, hemos sido sin duda tocados por el Espíritu
Santo".
A propósito de los diferentes carismas que suscita en Espíritu
Santo en la Iglesia, el Pontífice ha advertido que "en apariencia, esto
parece crear desorden", pero en realidad, "es una inmensa riqueza,
porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa
uniformidad".
Sólo el Espíritu Santo --ha asegurado-- puede suscitar la diversidad, la
multiplicidad y, al mismo tiempo, producir la unidad. Sin embargo, ha advertido de nuevo
que "cuando somos nosotros quienes deseamos crear la diversidad, y nos
encerramos en nuestros particularismos y exclusivismos", provocamos la
división. Por el contrario, "si nos dejamos guiar por el Espíritu, la
riqueza, la variedad, la diversidad nunca crean conflicto, porque él nos impulsa
a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia", ha precisado.
Además, el Santo Padre ha recordado que "la Iglesia y las
Iglesias están llamadas a dejarse guiar por el Espíritu Santo, adoptando una
actitud de apertura, docilidad y obediencia".
Una visión de esperanza, pero al mismo tiempo fatigosa, ha
reconocido el Papa. "Pues siempre tenemos la tentación de poner
resistencia al Espíritu Santo, porque trastorna, porque remueve, hace caminar,
impulsa a la Iglesia a seguir adelante", ha afirmado.
Por otro lado ha indicado que los cristianos, "nos
convertimos en auténticos discípulos misioneros, capaces de interpelar las
conciencias, si abandonamos un estilo defensivo para dejarnos conducir por el
Espíritu". Espíritu que "es frescura, fantasía, novedad".
En nuestro camino de fe y de vida fraterna --ha concluido el Santo
Padre-- cuanto más nos dejemos guiar con humildad por el Espíritu del Señor,
tanto mejor superaremos las incomprensiones, las divisiones y las
controversias, y seremos signo creíble de unidad y de paz.
Al finalizar la eucaristía, el papa se dirige al Patriarcado
ecuménico, para la oración ecuménica y un encuentro privado con el patriarca
Bartolomé.
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