ESTA SEMANA es
LA ESCUELA DE ORACIÓN,
a las 5’30 en
el Salón de Actos (Málaga)
Sigue Juan –[Apoc 3, 1-6; 14-22]-dirigiéndose
a varias iglesias -comunidades cristianas- de aquellos primeros tiempos, en
Asia, que eran a modo de “diócesis” (que diríamos hoy).
“Los
siete espíritus” es el Espíritu Santo, con sus 7 dones. Es quien realmente
habla. Juan es mero intermediario.
“El
ángel de la Iglesia de...”, se refiere a los Obispos de esas cristiandades,
con su conducta propia, que infunden los principios cristianos, inducen o
permiten –en ocasiones- otros modos menos evangélicos que influyen en sus
fieles.
Cada
una de esas iglesias particulares tiene sus virtudes y defectos. Se les alaba lo bueno, y se les exhorta a
corregir defectos.
La
iglesia de Laodicea es la que estaba peor: ni fría ni caliente; tibia. Provoca
nausea, dice Juan. Es ampliamente reprendida, porque a los Yo amo, reprendo (expresión en boca de Jesús). No es, pues un
rechazo. Es una corrección. Seria, fuerte. Precisamente porque mueve el amor a
una comunidad cristiana que debe responder al Evangelio y sin embargo se ha
desviado.
Jesús
sigue a la puerta. Quiere entrar. No desdeña a esa iglesia. Y por eso mismo la
invita a abrirle la puerta. Pero no se ha conducido con paños calientes.
[Siempre pienso si hoy se puede tener esa libertad de espíritu para poder
ayudar a comunidades cristianas que no marchan en el camino de Dios.
El evangelio de hoy es el
tesoro de la descripción de Zaqueo, tan rico en datos (que pueden pasar
imperceptibles) que verdaderamente es provechosísimo desgranarlos poco a poco.
Esa labor la llevo a cabo en mi libro TRASPASANDO LA VENTANA, en su página 270.
A ella remito. No lleva la forma contemplativa general, sino más bien “meditativa”
para no perder esa riqueza de detalles.
Ahora sigo otro modo. Partiendo del personaje –Zaqueo- y su
“carné de identidad”: jefe de publicanos y rico, y para más INRI, “bajo de
estatura”, impedido por “el gentío” para poder ver a Jesús. Por decirlo en una
palabra, lleva todas las papeletas para ser considerado un elemento perdido.
Pero he aquí que no lo dio Jesús por perdido. Jesús iba a “pasar”…
Zaqueo, picado por la curiosidad del personaje- se sube a una higuera loca para
verlo pasar. Pero Jesús “no pasó”. Quiero decir: no pasó de largo. Se detuvo
bajo el árbol y lo llamó por su nombre: Zaqueo,
baja; hoy quiero hospedarme en tu casa. Aquello fue como un terremoto en lo
íntimo del publicano, despreciado por todos, y al que el personaje no sólo lo
ha buscado con la vita sino que lo llama personalmente…, y lo llama porque
quiere entrar en su casa.
Con razón Zaqueo bajó enseguida, a prisa… Se le había
cambiado el alma en aquella mirada de Jesús. Y tan cambiada que “el rico”
responde –en pie (posición de determinación)- que la mitad de sus bienes la va
a dar a los pobres. Vamos: que él va a hacerse un poquito menos rico. Zaqueo
estaba alegre: recibió a Jesús con
alegría, señal inequívoca de esa acción misteriosa de Dios en el alma. Y
como si un botón de fuego le estuviera recorriendo las entrañas, todavía entra
mucho más adentro de sí, y con sonrojo y arrojo se desafía a sí mismo:
Si defraudé en sus bienes
a alguien, le devuelvo lo suyo multiplicado por cuatro. ¡He aquí lo que es
un propósito de enmienda verdadera…, el que sale de una visión interior mucho
más profunda que el mero examen de conciencia que se hace con la cabeza. Zaqueo
ha quedado cogido por la mirada de Jesús y la invitación de Jesús a entrar en
casa del hombre pecador. –Verdaderamente,
hoy ha llegado la salud a esa casa;
Zaqueo, con todos “sus apellidos” o características, es igual que los otros, un hijo de Abrahán, un hijo de la
promesa. Uno que ha traspasado el umbral del común, y se ha arriesgado a ser
más que bueno.
Los verdaderos “pequeños de estatura”, “el gentío”, la
masa, la turba, los que impiden ver a Jesús…, ¡los que no lo ven!, murmuraron
de Jesús por entrar en casa del pecador. Muy típico. El cobarde, el pusilánime,
el que se parapeta en sí, no tiene otra arma ante la grandeza. Y Zaqueo había
crecido muchos palmos, y eso no lo podían soportar lo que no dan un paso
adelante. Peor: los que no se dejan
mirar por Jesús…
"Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto.
ResponderEliminarPermanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios.
¡Ay de las apariencias exteriores! Pueden ser engañosas para uno mismo. Lo dice hoy el Señor. "Aparentas, pero la verdad es que estás muerto". El Señor nos invita a reanimar aquella parte de nosotros que nos quita la VIDA. Hay que estar atentos. No se puede vivir la vida de Dios como una rutina, llena de modos y de formas varias pero que no conducen a la vida, que no experimentan la vida de Dios. Eso puede que sea un mínimo para algunos, pero Dios quiere el perfeccionamiento interior de cada uno.
"Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé. "
De nuevo, para mi, una invitación a no caer en la rutina, en el eso ya lo se. La Palabra se recibe (se escucha o se lee), pero debe ser puesta en práctica. De lo contrario hay que arrepentirse hasta setenta veces siete si es preciso. ¡Cuidado! Que la vida termina en cualquier momento, y el tiempo es oro.
Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido.
El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Angeles".
Constatación de que hay creyentes que se toman su vida espiritual en serio. Y hay una promesa clara y bonita. El blanco es el color de la santidad.
"Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca.
¡Cuidado con las actitudes en la vida interior y exterior!, que el Señor las valora, y hay una que no soporta.
"Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. "
De nuevo el creerse que ya se llegó, y que las muchas prácticas religiosas y actos piadosos sin un contenido real y con falta de sinceridad pueden acabar en reproche por parte de Jesús, y en encontrarse con que realmente no se tiene nada.
"Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista.
Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete!
Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos. "
Purificación continua, santificarse interiormente, ser sinceros y veraces, o de lo contrario llegará la corrección, porque Jesús nos ama. No hay contradicción con la misericordia de Dios en la corrección divina. Hay que romper con la relajación espiritual y permanecer activos. La invitación a estar en el plan de Dios es continua, hasta la hora de la muerte.