SIEMPRE ORAR,
SIEMPRE INSISTIR
El Evangelio de hoy (Lc 18,
1-8) es una invitación e incitación de Jesús a la oración constante e
insistente. Y a primera vista, a la PETICIÓN, u oración de petición. Y a Jesús,
que le gusta poner las cosas muy al extremo y muy gráficamente para que les
entre por el alma a sus oyentes (ahí
estamos nosotros), pone el caso de aquella viuda (y por tanto un caso de
desamparo total) que pide, suplica, insiste en su petición a un juez para que
resuelva un caso en el que un enemigo le perjudica a ella.
Dice Jesús que el juez le da largas, no le hace caso... Y
ella erre que erre vuelve al juez y le pide otra y otra vez. El juez acaba
temiendo que la mujer le coja por su cuenta y acabe pegándole… Y opta por
escucharla Ha explicado Jesús con todo dramatismo un caso de súplica al que hay
que dar respuesta.
Pues la oración de petición tiene que hacerse a Dios con
esa insistencia y sin desanimarse. Aquí no hay un juez que se descuide o no
tome interés, pero sí un Dios que quiere que la persona se haga cada vez más
consciente de su propia necesidad, y de su propia impotencia. ¡Y de su
necesidad de Alguien más fuerte que le puede ayudar! Ese es el núcleo de esta
parábola.
Dios puede hacer esperar pero no está indiferente ni alejado
de la petición. Incluso espera que la persona “purifique” su petición, su modo
de suplicar… Muchas veces es necesario un proceso de maduración en el pedir. Y
Dios parece no escuchar, pero siempre escucha. Y siempre quiere que se le
insista. Y quiere esa fe de quien espera de Él. ¡Y hará JUSTICIA (=dará cosas
buenas) a quien le pide!
La pregunta que se hace Jesús, al final, es si encontrará
Él tanta fe en la tierra como la de aquella viuda insistente. Y a lo mejor no
es la parte menos importante de la parábola.
Se ha establecido el tema sobre la petición. Pero hay que
ampliarlo a toda oración. El valor y la fuerza de ORAR no están en un rato hoy…,
y ya no se vuelve hasta otro impulso del alma…, otro “tiempo sobrante”. El
valor de la oración es su continuidad, la fidelidad, la ida a Dios
periódicamente, diariamente, ampliamente, sin prisas… Y no porque haya que
pedir, sino porque hay “que tostarse al sol de ese Dios” que requiere estarse
allí a solas en su presencia.
Es evidente que tiene que ser “AL SOL”… No se trata de
pretender ORAR “a lo que se ocurra”. Normalmente el Evangelio debe ser lo
preferido, directamente sobre el texto evangélico, aunque para muchos sea una
ayuda un libro que amplíe el tema y enseñe a manejarse. Que lo bueno es que la
persona acabe libando el néctar directamente. Pero nadie nace sabiendo esta “ciencia”
y siempre puede ser útil “el pedagogo”.
Y como toda “ciencia”, “arte”…, necesita un tiempo. Eso mismo indica la
urgencia de la perseverancia…, el orar sin parar…, que es lo que Jesús ha querido
dejar patente en la parábola.
La primera lectura es la muy breve carta de San Juan a un
“querido hermano” (¿un Obispo de alguna comunidad?), para reconocer su buen
proceder y exhortarlo a ayudar a otros cristianos que tienen que hacer un viaje,
y debe ser la propia comunidad cristiana la que se tome sobre sí la ayuda económica
que ellos van a necesitar en su causa de llevar a Cristo a otras personas y
lugares.
Una vez más llamo la atención sobre el Salmo, con su
expresión de la dicha de temer al Señor.
Temer bíblico que para nada es temor sino amor respetuoso y reverente de un hijo
hacia su padre. ¡Y tal Padre!
"porque ellos se pusieron en camino para servir a Cristo, sin aceptar nada de los paganos,
ResponderEliminarPor eso debemos acogerlos, a fin de colaborar con ellos en favor de la verdad. "
Es muy bueno apoyarse en los hermanos, y apoyar a los hermanos, pero muchas veces se prefiere ir a buscar ayuda a los paganos, mientras que Juan nos dice que los cristianos no aceptaron nada de los paganos. Y tiene para mi su lógica. Sin extremismos, pero tiene su lógica.
Querido P. Cantero: He gozado un montón saboreando esta enseñanza magistral sobre la oración que hoy nos ofrece usted al hilo de la lectura evangélica en la Misa de la mañana del sábado.
ResponderEliminarNos ofrece usted una enseñanza preciosa para que nuestra oración sea según la pide Dios y la necesitamos nosotros. Por todo ello he querido tomar apuntes con estas ideas originales para mi y repasarlas hasta incorporarlas a mi actitud de la oración de cada día.
Le agradezco, de corazón, su tarea de cada día en este Blog que es tan recomendable.
¡Dios sea siempre bendito y alabado!