Liturgia
Conclusión de la Carta a los romanos. Lleva una serie de despedidas
nominales y por motivaciones concretas. Y concluye con una solemne doxología: Al que puede fortaleceros según el Evangelio
que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús –revelación del misterio mantenido
en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura,
dado a conocer por decreto del Dios eterno para traer a todas las naciones a la
obediencia a la fe- al Dios único sabio,
por Jesucristo, la gloria por todos los siglos. Amén. (Rom 16,3-9.16).
Cumple aquí la exhortación que hace en otra carta: Lo que
hagáis o digáis, sea siempre a gloria de Dios. Todo el misterio de la
salvación, que ha revelado a los fieles de Roma…, toda la enseñanza y
exhortaciones que ha hecho Pablo, todo tiene una finalidad: el honor del Dios
Único, dado por medio de Jesucristo.
El Evangelio (Lc.16, 9-15) es continuación del de ayer.
Ayer insistía en cómo hemos de aprender de la astucia de otros para emplearnos
con valentía en la manifestación de nuestra fe y en la lucha por alcanzar el
verdadero tesoro del Reino. Que no se debe sufrir con paciencia ver que los
“hijos de las tinieblas” sean tan capaces de decir sin rubor todo lo que se les
viene a la boca, y que nosotros, con la luz en las manos, andemos pusilánimes y
acobardados para dar testimonio de nuestra fe.
Ahora sube un peldaño Jesús y hace una aparentemente
extraña recomendación: Ganaos amigos con
el dinero injusto. No se asuste nadie: no está diciendo que se hagan amigos
con soborno o con dinero obtenido suciamente. Lo que expresa Jesús es que el
dinero no da la bondad, “la justicia”, la santidad. Por sí mismo el dinero es
“no justo”, no salva. Y que una manera de “redimir” al dinero es yendo con él a
ayudar a los otros: Ganaos amigos con el
dinero “injusto”, para que cuando os
falte, os reciban en las moradas eternas. Hacer el bien con el dinero, y conseguirá
–por la parte buena- lo que aquel administrador consiguió engañando: que lo
reciban. Y el que hizo el bien con su dinero, será recibido en el Cielo.
No se trata de hacer grandes donaciones. Se trata de ser
fiel en los pequeños detalles. Que quien es de fiar en lo menudo, será de fiar
en cosas de más importancia. Y viceversa. Quien no es capaz de desprenderse de
sí en pequeños detalles –no es de fiar en
el vil dinero-, no será capaz de hacer cosas de más importancia.
Oyeron estas palabras los fariseos –que son amigos del
dinero- y se burlaron de Jesús. Pensaron que Jesús era un fatuo que no sabía de
qué hablaba en un tema como ese. Y Jesús les fue a la mano: Vosotros presumís de observantes delante de
la gente, pero Dios os conoce por dentro. El dinero no es en sí mismo el
problema, pero alrededor del dinero se crean muchos problemas. Vosotros os
manifestáis “observantes”…, y debajo de esas apariencias las gentes os ven
apegados a la moneda… Todavía podíais hacer que vuestro dinero os ganara
amigos…, si con él hicierais el bien: os
granjearais amigos con el vil dinero. Pero cuando lo dejáis envilecido con
vuestro egoísmo, lo hacéis “dinero injusto”
Es la arrogancia de
los hombres que detesta Dios.
Y no puedo menos que hacer esa “traducción simultánea” que
se me ocurre siempre: donde pongo “dinero” pongo esa terrible riqueza “injusta”
que es el amor propio, el YO que quiere salir por encima y que es indiscutiblemente
“vil”. El Yo que no hace amigos sino “adversarios”, porque un YO que se sitúa
por encima, acaba con el TÚ que podía estar ahí a su lado. El amor propio que
pretende ser “manolita la primera”, acaba siendo “injusto”, malo, dañoso, y que
excluye al otro de su espacio. El YO de uno es una amenaza para el TÚ del otro
porque no le deja oxígeno para que ese TÚ pueda ser él mismo. [¿No cabe
plantearse eso en las mismas relaciones de familia? ¿Sería tan extraño pensar
que un YO muy pagado de sí mismo, anula a la otra parte hasta empequeñecerla y
anularla?].
Jesucristo le ha llamado ARROGANCIA DE LOS HOMBRES. Y a esa
“enfermedad” le opone un remedio: vencerse
a sí mismo. Echar cálculos, como aquel administrador, de la parte que hay
que ceder de sí mismo para obtener fruto que venga a serle favorable. Jesús
llega a hablar de poder ser acogido en las eternas moradas.
Y lo contrario: permanecer uno subido a su propio burro, LO
DETESTA DIOS.
EL SACRAMENTO DE BAUTISMO
ResponderEliminarTodos los Sacramentos son un encuentro con Cristo que es Èl mismo el sacramento original. Hay sacramentos de la INICIACIÒN, que introducen en la fe :"Bautismo" ," Confirmación" y "Eucaristà". Hay sacramentos de CURACIÒN :"Penitencia " y "Unciòn de enfermos". Y hay sacramentos que están al servicio de la comunión y misión de los fieles: "matrimonio y Orden sacerdotal".
¿QUÈ ES EL BAUTISMO?.Es el camino que lleva desde el reino de la muerte a la Vida ; puerta de entrada a la Iglesia y el comienzo de una comunión permanente con Dios. El Bautismo es el sacramento fundamental y la condición de los demás sacramentos ; nos une a Jesucrito, nos introduce en su muerte salvífica en la Cruz y por ello nos libera del pecado "original y de todos los pecados personales" y nos permite resucitar con Èl a una vida sin fin.Puesto que el Bautismo es una alianza con Dios, el hombre debe dar su "SÌ"a Dios.En el Bautimo de niños , los padres confiesan la FE en representación de su hijo.
Continuarà
Nunca había entendido bien este pasaje del Evangelio.Tomado literalmente me.parecía que la astucia a costa de los bienes ajenos no era una forma correcta de obrar. Ayer el padre, despejó mi incertidumbre y hoy en la exposición de blog del A POR y siguiendo el pasaje de ayer, he terminado de entender lo que me parecía incomprensible. Gracias , padre Pido al Señor que le de muchos años de vida
ResponderEliminarGracias a su trabajo silencioso , pueden ver los que todavía andan sin encontrar la luz que necesitan.
Jesús lo que hace es enseñarnos a hacer buen uso del dinero; el dinero es para compartirlo con los demás, estando en comunión, nos enseña a ser buenos administradores sin dejar de ser fieles al que nos lo ha confiado; no quiere que seamos esclavos de ese dinero; es verdad que el dinero nos puede ayudar a conseguir una posición social más desahogada que nos permita conseguir otras metas, pero no es lo importante ni lo absoluto; puede bloquearnos espiritualmente y puede ser un verdadero estorbo. Nuestro seguimiento de Cristo estaría condicionado por el uso que hiciéramos de las riquezas; podrían impedirnos de decirle al Señor: ¡Te amo sobre todas las cosas! Yo no soy pobre, sólo tengo lo que Dios me dió; pero Él nos da mucho más que lo que necesitamos para que podamos compartir...
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