Liturgia
Estamos hoy en un remanso del libro segundo de los Macabeos. Judas
Macabeo ha restablecido la paz en Israel. Los enemigos, invasores y
profanadores han sido derrotados (4, 36-37), y ahora toca que rehacer tantas
cosas esenciales que habían quedado destruidas o profanadas. Y el trabajo se
centra ahora en purificar el Templo (52-59), reconstruir el altar de los
holocaustos y ofrecer un sacrificio de expiación de acuerdo con la ley santa.
Todo eso se lleva a cabo con festejos, músicas, alabanzas a
Dios, y el pueblo postrado en tierra. Ocho días de celebraciones, ofrecimiento
de holocaustos y sacrificios de alabanza y comunión con la Ley sagrada de
Israel.
Y no sólo el Templo: también las dependencias adyacentes
fueron consagradas, y Judas determinó que cada año se conmemorara esta fiesta.
El Templo era el símbolo sagrado de una religión y el lugar de la presencia de
Dios, y merecía todo ese respeto.
Casualmente el Evangelio de hoy se refiere también al
Templo. (Lc. 19, 45-48). Un relato simple, el de San Lucas, sin todos los
simbolismos añadidos por San Juan. Jesús llega al Templo y ve con dolor que se
han establecido allí unos comerciantes para hacer su negocio a costa del lugar santo.
Jesús los echa, y les dice que “Mi casa
es casa de oración”, pero vosotros la habéis convertido en cueva de bandidos”.
La realidad es que esa expresión final no iba precisamente dirigida a los
vendedores. El dolor de Jesús es que los responsables de todo son los propios
encargados del Templo, que son los que hacen su negocio alquilando puestos de
venta y sacando ventajas económicas a propósito del Templo.
No dan la cara aquellos sacerdotes y Doctores y Senadores
del pueblo, pero muy –a lo judío- lo que se les viene a la mente (para resolver
el tema) es acabar con Jesús, “quitarlo
de en medio”. No hay para ellos ni otra ni mejor solución: si Jesús es
quien les rompe sus planes, con quitarlo de en medio se resuelve el tema.
Pero Jesús enseñaba todos los días en el templo y las
gentes le estaban siguiendo y vivían admiradas con Él, y favorables a la nueva
manera de concebir la religión. Y los jefes del Templo se dan cuenta que no
pueden actuar contra Jesús sin buscarse la animadversión del pueblo. Y todo
quedó así, por el momento.
No puedo menos que traspasar estas dos escenas (de las 2
lecturas) a nuestros templos de ahora y a nuestras gentes de ahora y a nuestros
“dirigentes” de ahora. Porque pienso qué sensación produciría en Jesús entrar
en una iglesia donde los fieles (o “menos fieles”) están hablando como en la
plaza del pueblo… Cuando viera a las gentes que han convertido el templo –mi casa de oración- en un lugar de
turismo o curiosidad. Donde tantas veces la oración de unos queda dificultada
por la falta de respeto de otros. Cuando se pasa ante la presencia misma de Jesús
Sacramentado como se pasa ante los puestos del mercado… Cuando entran dos
personas a “descansar” y contarse sus cuitas como si estuvieran en los bancos
del parque…
Pero voy a más: hablaba la 1ª lectura de las dependencias del templo, que también
fueron purificadas y consagradas. Podríamos referirla a nuestras sacristías…
¡También Jesús nos llamaría la atención dolidamente cuando viera que se habla a
voz plena, molestando a quienes oran en la iglesia! Las sacristías donde se
viste o desviste el Sacerdote para oficiar la Eucaristía y no se está guardando
el respeto a ese momento previo o subsiguiente al gran misterio… Momentos
sagrados en los que debiera ser todo casi como un paso al lado del Altar…
No puedo comprender que la Capilla, la Iglesia, sea lugar
de chanzas o de expresiones y comentarios fútiles e inútiles, que se pueden
guardar para otro lugar y momento.
Sencillamente veo la tristeza de Jesús ante esas
situaciones en “su casa de oración”… Y comprendo muy bien que echara a los mercaderes y les dijera que
habían convertido aquello en cueva de
bandidos. La expresión puede resultar demasiado fuerte, pero está
expresando un sentimiento en el Corazón de Jesucristo (que ha tomado tal dicho
de una profecía de Jeremías 7, 11). Pudo haberlo dicho de otra manera, pero el
hecho es que lo expresó así. Y yo me meto en el fondo de sus sentimientos y me
hago cargo de lo que supone en el Corazón de Cristo una falta de respeto al recinto
sagrado… Por eso no lo dijo con sus palabras (que podrían haber sido más
suaves), sino que el pensamiento se le fue a lo que ya estaba escrito hacía
siglos. Respondía al dolor que había experimentado.
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÌA ( Continuación)
ResponderEliminar¿CUANDO INSTITUYÒ JESÙS LA EUCARISTÌA ?Jesús instituyò la Eucaristía la víspera de su muerte " en la noche en que iba a ser entregado" (Cor 11,23),cuando reunió a su alrededor a los Apòstoles en el Cenáculo de Jerusalén y celebrò con ellos la última Cena.
¿CÒMO INSTITUYÒ JESÙS LA EUCARISTÌA? "Porque yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido :Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomò pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo :ESTO ES MI CUERPO QUE SE ENTREGA POR VOSOTROS.HACED ESTO EN MEMORIA MÌA.Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo :EATE CÀLIZ ES LA NUEVA NUEVA ALIANZA EN MI SANGRE;HACED ESTO CADA VEZ QUE LO BEBÀIS, EN MEMORIA MÌA ".
Este relato, es el más antiguo acerca de los acontecimientos que tuvieron lugar en el Cenáculo, procede del Apóstol Pablo, quie, sin ser testigo presencial, escribió lo que se conservaba como misterio sagrado en la joven comunidad cristiana y se celebraba en el culto divino.
La celebración de la EUCARISTÎA es el centro de la comunidad cristiana.En ella la IGLESIA se convierte en Iglesia. No somos Iglesia porque colaberemos a su sostenimiento, porque nos llevemos bien unos con otros o porque casualmente hayamos caído en una comunidad, sino porque en la EUCARISTÎA recibimos el Cuerpo de Cristo y continuamente somos transformados en el Cuerpo de Cristo.
Continuarà
Jesús defiende el Templo con ardor. Para Él es un lugar familiar, preferente porque en él enseña cada día, es la Casa de todos.El Templo es casa de Oración, espacio para orar, para comunicarse con Dios...para escuchar la Palabra de Dios; no es un mercado, no es una cueva de ladrones, no es una casa de comercio ni de explotación de los más desfavorecidos. Jesús, con su gesto,quiere hacer comprender que Dios no es un negocio, que es de todos.Cristo, lo que está diciendo y lo que quiere es que el Templo sea un lugar de encuentro con Dios en el que podamos recibir su Cuerpo y unir nuestra vida a la suya. Y,nosotros, ¿en qué lo hemos convertido? Nosotros, los seguidores de Cristo, tenemos que defender nuestros Templos y nuestros símbolos religiosos, exigir a nuestros políticos que gobiernen bien, que solucionen los problemas reales que tiene España y que no hieran a los creyentes.Orar por el Alcalde de Palma de Mallorca y pedirle que restituya el Cristo Crucificado que preside la Sala de Plenos desde hace más de 70 años. España no es laica y tienen que respetar los sentimientos de una mayoría que somos cristianos.
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