Liturgia
El autor del libro de la Sabiduría era un judío fervoroso, para quien
la fe en el Dios Creador era una evidencia indiscutible. Cuando las influencias
griegas pusieron sobre el tapete la existencia de hombres admirados con la
Creación pero que ni se planteaban la existencia de Dios, este escritor sagrado
se admira de que pueda suceder algo así: ¿Cómo es posible que quien ve a las
criaturas, con su belleza, su inmensidad, su grandeza, su variedad, no descubra
indefectiblemente a un Hacedor que tiene que estar detrás de todo eso? (Sab.
13, 1-9) ¿Cómo fijándose en las obras no
descubren al Artífice de todas ellas? Si fascinados por su hermosura llegaron a
creer dioses a unas criaturas, ¿cómo no descubren cuánto más poderoso quien las
hizo? Tienen que ser muy insensatos y ni siquiera imperdonables, pues si lograron saber tanto sobre el cosmos, no
descubrieron antes a su Señor.
Lo tremendo es que hayamos llegado al siglo XXI y tengamos
que seguir extrañados de que tantos científicos permanezcan en su negativa o
ignorancia de Dios, precisamente cuando ahora hemos llegado al grado de
desarrollo al que hemos llegado. ¿Cómo puede ser que ante la infinitud de un
mundo que siempre desborda al científico, no llegue éste a barruntar –siquiera-
que está ante la obra sublime de un Autor que siempre está más allá…
Ante la variedad y la belleza de plumajes de las aves…,
ante la maravilla de especies de animales tan variados en tierra y mar, desde
lo diminuto a lo enorme…, ante un mar inexpugnable o unos macizos inconmensurables
de las montañas, ¿cómo no cae de rodillas el ser humano? Porque aun admitiendo
la teoría de la evolución, ¿no es pasmoso la belleza, la variedad, la
perfección, de cada animalito y de cada flor? ¿Quién pintó de colores la
vegetación, los bosques, los pájaros, el tigre y el oso polar? Vanos son e insensatos los humanos que –desde
las criaturas-no son capaces de elevarse a su Creador.
Lc 17, 26-37 nos
introduce en ese momento de aviso perentorio de Jesús ante lo que será una
etapa de encuentro con Él. La historia de Noé revela una purificación del mal
en orden a un comenzar de nuevo un mundo limpio. La historia de Sodoma, igual.
No son historias para “no dormir” sino precisamente todo lo contrario: para
reaccionar y saber que el mundo sigue y hay que llenarlo de contenido. La
venida del Hijo del hombre no es una historia de terror para un mundo que ha de
encontrase con él, sino una historia de esperanza, y a la vez de reacción.
Porque lo que no ha lugar es a pretender a última hora solucionar lo que no se
solucionó en la vida. El que está en el
campo, que no regrese a la ciudad; el que está en la azotea, que no baje de
ella. La vida no es algo que se soluciona en el último instante. De suyo,
según se haya vivido, dos estarán en una
cama: a uno lo tomarán y al otro lo dejarán; dos estará moliendo, a una la tomarán
y a otra la dejarán. En las mismas circunstancias habrá uno que está
preparado para el encuentro con Jesús, y otro que no lo estará. Y eso no se
soluciona ya tirándose de la cama…, porque entre otras cosas, ni lo intentará
ya.
A veces nos obnubilamos cuando leemos estas cosas en el
evangelio, y sin embargo lo estamos viendo a cada instante. En la misma
familia, unos creen y otros no. Unos salen honrados y otros no. Eso no se resuelve
con un bajar de la azotea en el
último instante (pero es que ni se lo plantean). Por eso lo que Jesús está
haciendo es poniendo blanco sobre negro para que las soluciones se den ahora,
mientras estamos en el momento posible de cambiar y mejorar, y disponerse a
recibir la venida de Jesús.
No perdamos de vista que el Evangelio es un reflejo de la
vida y que nos quiere poner en nueva actitud para recibir al Señor cuando Él
llegue. Pero advirtamos también que la Liturgia es una reproducción cíclica de
la misma vida, y que a medida que ya nos estamos acercando al final del año
litúrgico nos está diciendo: cada vez es más urgente disponerse a esa venida
del Señor, que se hará en cada uno. Y estamos destinados a abrazarnos a Jesús,
el Hijo del hombre que bajó al mundo para salvar. Cada día nos va quedando
menos tiempo para disponernos favorablemente, pero aún es ese tiempo, puesto
que estamos aquí. Y el final deberá ser para todos el poder “ser tomados” ahí
en el punto que estamos, sin tener que buscar soluciones imposibles de última
hora. Soluciones –ya está dicho- que ni siquiera buscara quien no vivió abierto
al encuentro con el Señor.
Una reflexión
sensata en el corazón de cada persona, es acoger estas llamadas que nos ponen
ante el misterio de nuestro final, para que –cuando llegue- seamos del grupo
que acogió el abrazo de Jesús.
“La media botella”
ResponderEliminarMientras escribía el tema de hoy me quedaba pensando en las dos formas dispares en que puede leerse un mismo texto. Quienes conciben la vida en negativo, encontrarán una ocasión de temor, una “amenaza” de Jesús, ¡una terrible responsabilidad que cae sobre nuestras cabezas!
Tal como está explicado en el tema, hay una llamada de Jesús, una advertencia para que ya desde ahora miremos con esperanza el abrazo de Jesús, que no ha venido a condenar sino a salvar, y que nos va poniendo delante el encuentro que tendremos con Él y que debe representar el abrazo definitivo. Para que así sea nos está advirtiendo para que seamos de los que “son tomados”, de los que decantan su vida en el orden debido. Ese es el proyecto suyo. Y nosotros podremos estar de lleno en ese proyecto. Es la elección que hagamos de nuestra vida diaria en este período en el que estamos en posibilidad de una respuesta amable y gozosa, que no se queda para “última hora” sino que se trabaja en el día a día. Y siempre con el inmenso horizonte de que cabe más…, pero que cada instante es el que tenemos que afrontar.
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÒN ( Continuación )
ResponderEliminarMuy pronto para mejor significar el don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de manos, una "unciòn" con òleo perfumado (crisma).
La "unciòn" posee numerosas sigfnificaciones :el aceite es símbolo de abundancia y alegría ;"purifica" (unciòn antes y después del baño); da "agilidad" (la unciòn de los atletas y luchadores) ;es signo de "curaciòn" pues suaviza las heridas y el "ungido" irradia, belleza santidad y fuerza.. Todas estas significaciones de la unciòn con aceite se encuentra en la vida sacramental.
El santo crisma es uno de los tres òleos que el Obispo bendice cada año en su misa del Jueves Santo, (misa crismal) junto con el òleo bautismal y el òleo de la unciòn de enfermos.De la bendición especial y distinta que cada òleo recibe el "crisma"tiene una diferencia.:se ha mezclado con bálsamo, sustancia aromática que simboliza la fragancia de la virtud ;"el buen olor a Cristo,"
la atracción que debe impregnar la vida de aquel que pone a obrar las gracies de la Confirmación
La "unciòn" antes del Bautismo con el òleo de los catecúmenos, significa "purificación y fortaleza"; la "unciòn " de los enfermos exprsa "curación y consuelo".La unciòn del santo crisma, después del Bautimo, en la Confirmación y en la Ordenación sacerdotal es el signo de la "consagración
Por medio de esta unciòn el confirmando recibe la "marca" el "sello"del Espíritu Santo y participan màs plenamente en la misión de Cristo y en la plenitud de Espíritu Santo.Este sello marca la pertenencia total a Cristo y la puesta a su servicio para siempre.
Continuarà.
El Hijo del hombre se manifestará, pero no debemos especular ni calcular cuándo será. Sólo debemos estar atentos a su Palabra de luz, de vida y salvación, viviendo minuto a minuto como si fuera el último, como un regalo de Dios, desviviéndonos por los demás, amándolos. Jesús nos llama a la conversión, quiere que estemos prevenidos, que le estemos esperando, que no estemos tan distraidos, ocupados en nuestras cosas, que le dejemos pasar de largo, sin darnos cuenta de ello.
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