Liturgia
Repetido de varias maneras, la 1ª lectura (Rom 6, 12-18) nos deja un
inmenso mensaje.”Por un hombre entró el pecado; por otro Hombre llegó la
salvación”. En una argumentación muy propia de una mentalidad colectiva (como
era la judía) en la que está asentado el pensamiento bíblico, Adán es el origen
de una especie, el patriarca, el responsable último de esa especie. Por eso lo
que Adán ha hecho se expande por toda la comunidad humana. El pecado de Adán –pieza
inicial de la gran cadena (aquí no entra para nada Eva)- ha originado un
cataclismo universal: su pecado ha traído la muerte. En Adán todos pecaron y están privados de la gloria
de Dios. En el pecado de Adán hemos quedado todos accidentados y sin poder
socorrernos a nosotros mismos. Somos “cero” en orden a nuestra salvación.
Dios inventa un procedimiento: OTRO HOMBRE, que al mismo
tiempo es Dios, Hijo de Dios, viene con su mochila cargada de Gracia de Dios, y
Él sale a salvarnos de nuestra postración. Si
por el pecado de uno, todos fuimos hechos pecadores, mucho más –gracias a un
solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre
todos. Y así, donde el delito de uno nos privó de la Gracia, los méritos de
otro hombre trajeron una sobreabundante Gracia que nos salva. Si existe un pecado original y una condena (originados
en el pecado del “cabeza de familia”), existe una justicia/salvación universal traída por la obediencia de otro. Y EN
ESE OTRO todos somos convertidos en justos. El pecado de Adán causó la muerte;
Jesucristo, fiel a Dios, trae el reinado de la Gracia y con ella, la salvación
y la vida eterna.
Iluminado hoy el Evangelio (Lc 12, 35-38) por esa primera
lectura, nos puede acentuar la lección de Pablo, pero ahora en la boca de
Jesús. Dichosos los criados que saben
esperar la llegada de su amo. Es la parte que nos toca a nosotros. Más, no
podemos hacer. Aguardar para abrirle cuando él llegue. Y cuando llega el amo,
sucede lo inesperado (en este texto que tenemos delante): que el amo manda a
los criados sentarse a la mesa, y él mismo les sirve.
Nuevamente es la imagen de la gratuidad. De suyo los
criados no han hecho más que lo que tenían que hacer (y lo que podían hacer de “meritorio”
–que no es precisamente mucho-: aguardar). La sorpresa es que el amo se hace criado
de sus criados. ¿Les corresponde tal cosa a ellos? Evidentemente no, porque no
han hecho más que lo que tenían que hacer. Sin embargo el amo sobrepasa todo lo
imaginable y él se pone a servirles. Pura gracia, pura gratuidad, puro don, del
que ellos sólo pueden gozar, sin otro mérito ni derecho por su parte. Y es precisamente
bajo la imagen de una comida, que es la representación del Reino, expresándonos
así la nueva economía de la salvación, el nuevo mundo que Jesucristo viene a
traernos: Él toma la iniciativa y Él
regala liberalmente lo que no nos correspondería.
Es curioso, si se compara con textos semejantes que en
ellos el amo es quien se sienta a la mesa y es servido. Y la lección es que a
los criados es a quienes les toca hacer eso, y no es ningún mérito para ellos,
sino que hacen lo que tenían que hacer. Es otro contexto que está mirando al
encuentro definitivo del hombre con Dios: lo que hará dichosos a aquellos
siervos es haber estado preparados y vigilantes en el momento y hora menos
pensada en que viene de improviso el amo.
EL TEMA DEL PECADO ORIGINAL
“Original” por estar en el origen: Adán. “Originante”
porque no es un pecado individual que se queda en el sujeto sino un
desencadenante que provoca el efecto dominó: en Adán, todos pecaron. Adán ha dejado en herencia la muerte. Y no
sólo el morir físico sino el “ambiente” corrompido, la tendencia al mal que ha
quedado inoculada en la especie humana. El
misterio de la maldad que está actuando (como escribe Pablo a los
tesalonicenses). Es ya una cuesta abajo por la
que se desliza una humanidad.
La tendencia al mal, al egoísmo, a lo bajo de los
instintos, a la venganza…, etc., es el mal desencadenado por causa del pecado
de Adán que abrió las compuertas a toda clase de mal.
Que hoy se pretenda ocultar el tema del pecado; que se tome
a mofa, que ni se le dé importancia, que el hombre se haya situado por encima
de esa realidad que carcome la dignidad para la que el hombre había sido hecho,
es precisamente “el pecado en acción”, consecuencia de aquella rotura que
provocó el hombre que se irguió contra su Creador.
Todo eso hace ya “personal” lo que había sido “original”.
LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)
ResponderEliminarOtra misión de Jesús al formar ei Cuerpo de su Iglesia fue la de proveer una "autoridad".Asignó este cometido al Apóstol Simón Pedro :Roca." Y Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".
Esta fue la promesa que Jesús cumplió después de su Resurrección,según leemos en el Evangelio de San Juán. Tras conseguir de Pedro una triple manifestación de amor:"Simón hijo de Juán ¿ me amas? Apacienta mis corderos".El entero rebaño de Cristo se ha puesto bajo el mando de Pedro y sus sucesores, porque resulta evidente que Jesús no a la tierra para salvar sólo a las almas contemporáneas de los Apóstoles. Jesús vino a salvar a todas las almas , mientras haya almas que salvar.
El triple poder y deber de los Apóstoles "enseñar" , "santificar" y "gobernar" lo transmitieron a otros hombres por el Sacrmento de Ordenj; ordenaron y consagraron para continuar su misión.
Los Obispos actuales son sucesores de los Apóstotes.Y el poder supremo reside en el Obispo de Roma a quien llamamos con amor "Santo Padre ".
Continuará
"Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos cuando tienen hambre". Salmo 32.
ResponderEliminarTenemos que estar a punto para cuando llegue, atentos a la realidad, velando, sirviendo, a la escucha y a la espera de Dios dispuestos para acoger a los hermanos y, en ellos a Jesucristo, para recibirle en cualquier momento que llame o se acerque a nosotros. Debemos tener preparado un vestido de fiesta, estar muy preparados para participar en el banquete de boda y para vivir siempre en su Presencia. No podemos permanecer quietos en nuestras comodidades viendo como la vida pasa.Esperemos en plan de espera activa"ceñida la cintura y encendidas las lámparas", preparados para ir más allá con Jesús, dejando que la Palabra nos ilumine, que nos explique muy bien de dónde venimos, a dónde vamos y cómo llegar hasta allí. Entre tanto, aquí nos quedamos, muy atentos a lo que hacemos y, sobre todo, amando mucho.
Tened ceñidas las cinturas y las lámparas encendidas"..atentos a los pasos de Señor.Es una llamada a mantenernos alerta con la lucha diaria planteada en puntos muy concretos.
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