Liturgia
En el texto de hoy (Neh 8, 1-12) se funden los dos libros de Esdras y
de Nehemías en un relato emocionado del momento en que se trae el libro de la
ley de Moisés para leerlo ante el pueblo congregado como un solo hombre. Esdras lo trae ante la asamblea de hombre y
mujeres, y lee el libro en la plaza, con todo el pueblo en pie, en señal de
respeto profundo, que llega incluso –en un determinado momento- a ponerse con
el rostro en tierra, con Esdras sobre un estrado, abriendo el libro y
pronunciando la bendición de Dios. El pueblo eleva sus brazos y acoge con un
doble amén las palabras de la Ley.
Nehemías, Esdras, los levitas trasmiten al pueblo un
mensaje de alegría porque hoy es día
consagrado a nuestro Dios. Y lo han de celebrar también desde la parte
humana, con una invitación a la fiesta, con una comida más especial. Porque a
Dios se le rinde culto con el alma y con el cuerpo, y el festejo humano forma
parte de esa alegría que el pueblo debe sentir ante esta situación en que de
nuevo se venera públicamente la Palabra que Dios le trasmitió a Moisés.
Pasamos al Evangelio (Lc 10, 1-12) con un nuevo envío
misionero de parte de Jesús. Pero esta vez no envía a sus apóstoles. Ahora le
toca el turno y la misión a discípulos que venían siguiéndolo. En concreto a
72, en binas que han de servirse de mutuo apoyo. Irían por los pueblos y aldeas
y lugares a los que luego iba a ir Jesús. Les exhortó diciéndoles que la mies es mucha y hay pocos obreros.
Por eso ellos –lo que hoy llamaríamos laicos-
han de ser parte de esa obra de evangelización. Hay que pedir al Dueño de la
mies que mande obreros a su mies, y mientras tanto esa avanzadilla de 36 binas
irá repartiéndose por unos y otros lugares, con un mensaje muy claro: está cerca de vosotros el Reino de Dios.
Era una ilusión de aquellas gentes que llegara hasta ellos el poder salvador de
Dios. De ahí esa idea de un mesías vencedor en las batallas, que vendría a
liberar al pueblo de la opresión de sus enemigos.
Por eso el anuncio era de una satisfacción muy grande: ya
está cerca esa realidad que esperáis. Sea que significara que Dios va a tomar las
riendas y el poder sobre los enemigos, bien que ese Rey que viene es Jesús
mismo, que ya esta cerca. Lo que pasa es que es un rey que se presenta en debilidad:
sus mensajeros han de llegar no como poderosos sino sabiéndose como corderos en
medio de lobos, y sin apoyaturas humanas: sin talega, ni alforja, ni sandalias…
Van en debilidad y en pobreza. Van a lo que van y no han de detenerse por el
camino en aquellas típicas interminables conversaciones que se producían cuando
dos orientales se encontraban.
Han de ir a una casa y allí saludar con el saludo de PAZ, y
allí quedarse como “cuartel general” para luego expandirse por diversos
lugares. Allí comer, allí crear una base de operaciones. El obrero merece su salario, y en una cultura donde el huésped es
bienvenido, no hay que estar cambiando de casa.
Pero no siempre van a encontrarse con esas disposiciones.
Puede haber lugares donde no son acogidos. Jesús no les incita a discusiones ni
a poner derechos por delante, sino les dice que se salgan de aquella casa, sacudan
el polvo de los pies para no llevarse nada de allí, y que vayan a otro lugar
donde sean acogidos. Si van como pobres, han de proceder como pobres, que no se
defienden sino que humildemente buscan el lugar en el que sean recibidos.
Llegaron a una casa saludando con la paz, y no van a crear guerra por el hecho
de no ser bien recibidos. El mensajero de Jesús irá por la vida con la humildad
de Jesús. El Reino de Dios que Cristo trae es un reino de paz, y cuando llegue Jesús
a aquellos lugares, seguirá siendo el rey de paz que camina en la paz, y si no
se le recibe, se irá a otro sitio en el que sea recibido. [Recordemos el reciente
episodio del paso por Samaria, cuando Juan pretende pedir fuego del cielo para
que abrase a quienes no les dejan pasar, y Jesús se lo quita de la cabeza y
opta por tomar otro camino. ¡Y no ha pasado nada!] Ahora les enseña a sus
mensajeros a actuar así.
Y buena lección será para nosotros tomarnos muy en serio
que sólo desde la paz estamos en el ámbito de Jesús, y ser así mensajeros de la
Buena Noticia. Donde hay resabios, celos, espíritu de discusión o de porfía, “largas
conversaciones por el camino”, y empeño de dominar una situación…, no estamos
en la línea de esos obreros de la mies del Señor, los que Él necesita. A lo
peor hay situaciones en las que los fracasos apostólicos de los miembros de
Iglesia, se deben a no haber concebido la misión en los términos en que Jesús
quiso que fueran de su parte aquellos misioneros.
Tristeza, mucha tristeza causan las palabras de Cristo que se lamenta porque la mies es mucha y los obreros son pocos.El mundo actual está necesitado de muchas cosas pero ninguna le es más urgente que la de apóstoles santos,alegres,convencidos, fieles a la doctrina de la Iglesia,que den a conocer al mundo que Cristo vive.
ResponderEliminarPaises y naciones en los que la religión y la vida cristiana fueron florecientes,están ahora sometidos a duras pruebas y transformados por el indeferentismo y el ateísmo.Se hen perdido los valores morales y sociales y nos vemos inmersos en un marasmo de ideas que algunos pretenden imponer ,como sea y al precio que sea para que desaparezca la vida cristiana.pero no lo van a conseguir.
Es el mismo Señor quie nos indica el camino para conseguir nuevos operarios que trabajen en su viñs :"ROGAD,PUES,AL DUEÑO DE LA MIES QUE ENVIE OPERARIOS A SU MIES ".Nuestro afán apostólico ha de traducirse,en primer lugar ,en una oración continuada, confiado y humilde de nuevos apóstoles.Nuestra oración siempre por delante.