LITURGIA
Que el pecado no siga dominando vuestro
cuerpo. (Rom.6,12-18). Una afirmación para ponerla escrita ante los
ojos y que recuerde a cada instante algo tan básico para la vida fiel de un
cristiano. Ni seáis súbditos de los
deseos del cuerpo. Escrito en aquellos momentos primeros de la era
cristiana, sigue teniendo un valor perenne y se hace una llamada a muchas
realidades del momento presente: No
pongáis vuestros miembros al servicio del pecado como instrumentos del mal. Ofreceos a Dios como hombres que de la
muerte han vuelto a la vida. Es toda una proclama que tiene vigencia
hoy día con la misma fuerza que entonces. Y se completa con la parte positiva: Y poned a su servicio vuestros miembros como
instrumentos del bien.
Afirma Pablo que así el pecado no dominará a la persona,
que ya no está simplemente bajo un mandato sino bajo la Gracia. Y tiene más
fuerza el sentido positivo de la vocación cristiana que el de la advertencia de
lo que no procede de acuerdo con la voluntad de Dios. Cada uno es esclavo de lo
que hace y a lo que sirve y obedece. El que se da al pecado, es esclavo del
pecado; el que se da a Dios vive la esclavitud salvífica de la fuerza y gracia
de Dios.
Y da gracias a Dios porque aquella comunidad romana vive en
la gracia de Dios. Antes eran esclavos del pecado, pero ahora se han convertido
a Dios y han obedecido de corazón y se han hecho fieles de la justicia. [Y ya
se sabe que la “justicia” bíblica es igual que bondad y santidad: ser
plenamente justos].
Un evangelio muy semejante al de ayer (Lc.12,39-48) pero
que avanza en la idea. Comprended que si
el amo supiera a qué hora va a venir el ladrón, no le dejaría abrir un boquete
en su casa. La muerte actúa como ladrón, de improviso. El arte es
adelantarse a ese momento con una preparación decisiva de la vida de la
persona, porque a la hora que menos
penséis, viene el Hijo del hombre.
Pedro intervino para hacer una pregunta a Jesús: ¿la
parábola iba dirigida a ellos o era para todo el mundo?
No responde Jesús de una forma concreta sino con otra
parábola, la del administrador fiel y solícito que el amo ha puesto al frente
de su servidumbre, y ha de tener bien distribuida la responsabilidad de cada
uno y la ración que corresponde a cada uno. Es decir: se trata de tener hecho
en cada momento lo que hay que hacer. Dichoso
el criado (administrador) a quien su amo encuentre, al llegar, portándose así.
Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Es de fiar en lo
cotidiano y se le encarga lo de más envergadura.
Lo contrario sería el criado que piensa que su amo tarda en
llegar, y se emborracha y maltrata a la servidumbre. El amo llegará a la hora
que menos esperaba ese administrador y lo condenará a la pena de los que no son
fieles.
Sigue una disquisición que tiene importancia: cuando el
criado sabe sus obligaciones y no las cumple, merece más castigo porque es
consciente de su fallo.
El criado que no es consciente de sus obligaciones, y por
tanto no las cumple, también merece
castigo, pero menor, porque no es consciente. Es la disminución de la
responsabilidad por ignorancia. Que por otra parte tiene su culpa porque el
criado debe saber lo que tiene que hacer. Si no lo ha preguntado, es de alguna
manera culpable, pero no del todo, porque no sabía.
Concluye Jesús con una advertencia que es para pensar: A
quien mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que menos se le dio, menos se le exigirá. Es evidente que a
más “talentos” mayor es la exigencia porque se tienen muchas más bases para
proceder de una determinada manera. Y cuando no rinde ese tal con toda su
fuerza, está defraudando las gracias que recibió. Otro, con menos capacidades,
tiene menos responsabilidad que el primero. Y no es que no tiene
responsabilidad, sino la tiene de acuerdo con las características que ha
recibido. Hay gentes de muy pocas capacidades, gentes embotadas porque la vida
les ha sido adversa, porque han tenido menos formación, porque se han
desarrollado en ambientes incultos. Es natural que esas personas tienen mucho
menor conocimiento del bien y del mal, y por tanto mucho menos sentido del
pecado. Pero no son tampoco ausentes de una conciencia personal a la que deben
responder. Y se les va a exigir de acuerdo con esa conciencia. Todos los
hombres son responsable de ellos, aunque cada cual en su medida.
Responsabilidad de conciencia formada ante el bien y el mal como muy bien dices y en este mes misionero responsabilidad de evangelización con nuestro testimonio de ejemplo y palabra en medio de nuestra vida diaria.
ResponderEliminarEste mes y siempre quise decir pues por nuestra vocación cristiana todos somos misioneros.
ResponderEliminar