LITURGIA
Continúa Joel en su línea, buscando alcanzar la
conversión del pueblo. Y comienza (3,12-21) por el juicio que hace Dios sobre
los hombres, cuyos pechos están llenos de pecado como cubas rebosantes de maldad. Un juicio en el que el sol y la luna se
oscurecen y las estrellas retiran su esplendor, indicando la situación negativa
de los malos y el juicio duro de Dios sobre ellos: El Señor ruge desde el cielo, desde Jerusalén alza la voz. Y
juntamente con esa situación dolorosa y terrible, surge la otra versión
favorable hacia los buenos: el Señor
protege a su pueblo, auxilia a los hijos de Israel. Sabréis que yo soy vuestro
Dios, que habito en mi monte santo: Jerusalén será ciudad santa. El
discurso penitencial de Joel tiene su efecto y el pueblo que permanece fiel a
Dios encuentra en él su apoyo y bendición. Y para expresarlo de una manera
gráfica, dice que ese día los montes
manarán vino, los collados se desharán en leche, las acequias de Judá irán
llenas de agua, brotará un manantial del templo del Señor y engrosará el
torrente de las Acacias. Son imágenes muy orientales para expresar la
prosperidad de un pueblo que ama y adora a su
Dios y vive, en consecuencia una vida honrada y recta.
Todo lo contrario de los malos, que no quedarán impunes.
De ahí el SALMO 96 que afirma y repite: Alegraos, justos con el Señor; el Señor
reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Justicia y derecho
sostienen su trono. Porque Dios es
justificador y eleva de la basura al pobre, y hace amanecer la luz para el justo y la alegría para los
rectos de corazón.
El evangelio breve (Lc.11,27-28) nos pone delante el
entusiasmo de aquella mujer que ha escuchado a Jesús argüir contra los que
decían que echaba los demonios con el poder del demonio, y la afirmación de
Jesús de que actúa con el dedo de Dios, y la mujer se ha entusiasmado con la
evidencia lógica que Jesús ha expresado, y prorrumpe en una alabanza a
Jesucristo y (muy “andaluza) ha extendido la alabanza a la madre: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos
que te criaron. No lo hubiéramos dicho nosotros de otra manera en nuestro
lenguaje normal, salvo que como no somos orientales, lo hubiéramos sintetizado
en una sola expresión: Bendita sea la madre que te crió. Era una declaración de
acogida y aceptación de la respuesta de Jesús, salida de la fuerza de los
sentimientos populares de aquella mujer.
Pero Jesús aprovecha la oportunidad para voltear la
alabanza hacia la adoración a Dios y la enseñanza de que lo principal de todo
era algo “mejor: dichosos los que
escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Eleva, pues, la mirada de la
mujer aquella –y con ella la de todos nosotros- para enseñarnos que además de
la verdad que se acoge y la admiración por su persona, hay algo “mejor”: que se
escuche la palabra de Dios, y que –una vez escuchada- se practique en el día a
día.
En este punto creo que merece la pena volver sobre el final
del evangelio de ayer, cuando dice Jesús que Satanás, expulsado de un alma,
vaga por lugares inhóspitos y no se siente bien. Entonces toma 7 espíritus
peores que él y vuelve adonde salió, siendo los finales perores que los
principios.
Pienso que esto es muy aplicable al mundo que estamos
viviendo. Ya no es lo malo que ha abandonado la fe y que peca; lo malo es que
se está apartando a tanta distancia que está siendo poseído por los siete
espíritus peores.
Y de esto hemos de tomar nota los que pretendemos vivir más
acordes con la vida de sacramentos pero que no siempre se toma tan en serio que
se plantee una nueva etapa distinta y mejor. Mucho me temo que hay muchas
confesiones rutinarias en que los fieles se conforman con la “confesión”, pero
no han repasado las 5 cosas necesarias
para una BUENA CONFESIÓN: el examen de conciencia, para prepararse y
empezar; el arrepentimiento sincero, que supone plantearse la situación con
actitud concreta sobre la materia que se confiesa. O sea: PROPÓSITO DE
ENMIENDA, básico y esencial para que haya sacramento y no sean nulas las
confesiones. Decir los pecados al confesor viene ya en 4º lugar, supuestos los
pasos anteriores. Y cumplir la penitencia (que no es una multa, sino una
oración de petición de fuerzas al Señor, a la Virgen). Y que tendría mucho más
valor si se fuera identificando con el propósito de enmienda. Aunque de esto estamos
a más distancia por lo general.
Gracias a la Compañía por atender cada día las confesiones en el templo.Cuando venimos al centro de Málaga sabemos que hay varias iglesias disponibles para la administración de dicho sacramento de la reconciliación,los Carmelitas de la Alameda, San Juan y ustedes.
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