LITURGIA DEL DÍA
Una primera lectura nos muestra
un período de paz, tras la persecución, y Pedro yendo a uno y a otro para
llevarle salud y vida con el poder de Jesús…, precisamente es Nombre que
pretendieron apagar y eliminar, y que –sin embargo- sigue siendo el único
Nombre que salva. La Iglesia del siglo
XXI testimonia que ese Nombre no se puede apagar nunca, por mucho que se
intente. Mil veces cerraron las compuertas
de la historia…, pero como avalancha de agua, siempre rompe con fuerza por algún
sitio. No se puede cegar un manantial de
aguas que saltan hasta la vida eterna.
En Evangelio es de los que hay
que meditar. Los “religiosos que todo se
lo saben” y hasta quieren manejar a Dios, opinaron que las palabras de Jesús
eran repugnantes al sentido humano: Comer
mi Carne… Y tan listos que no supieron esperar. Se escandalizaron y se marcharon.
Situemos ahí a los nostálgicos, que si las cosas no son de
su gusto, se hacen tan “perfectos” que dejan a Jesucristo, plenitud de perfección.
Situemos a los “peleados con la Iglesia”…,
o porque no avanza al paso que ellos quisieran, o porque avanzó mucho. Situemos a los escandalizados con la liberación que Cristo ha traído, bien
expresada cuando perdonó los pecados al paralítico (Mc 2) y simultáneamente le
hizo andar. Situemos a los que también
se escandalizan por posiciones “de
frontera”, siempre arriesgada…, pero expresamente encomendada por los Papas
a quienes sabe que son capaces de ello ( y saben ellos el riesgo que corren en
su labor fronteriza de liberación).
Y la palabra de Jesús, con dolor
por tantas pequeñeces humanas es ¿También vosotros queréis marcharos? Pedro tuvo la osadía de tomar la iniciativa y
responder: Y ¿adónde vamos a ir? Sólo Tú
tienes palabras de vida eterna
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