13ª.- El Lago.- EL MISTERIO (Jn
21, 18-23)
Pedro
se remitió, abandonadamente, el el saber universal de Jesús: “Señor: Tú sabes todas las cosas, y Tú sabes
que te quiero”, y ya no quiere saber más.
Pero Jesús sí quiere aún sumergirle en el misterio, que es múltiple.
Primero
es enfrentarlo, en lo personal, a lo que un día rechazó cuando le tocaba
vivirlo a Jesús. Aquella ocasión fue el escándalo de Pedro al anunciar Jesús su
padecer y su cruz, y Pedro pretendió que ni hablara de tal cosa. Hoy, ya ocurrido todo, Jesús le anuncia a
Pedro: “Cuando tú eras más joven, tú
mismo te ceñías e ibas donde querías. Cuando seas viejo, tú extenderás tus brazos y otro te ceñirá, y llevará a donde no quieres”.
Añade el evangelista con delicadeza: Le
indicaba con qué muerte iba a dar gloria
a Dios. Y Pedro ahora no
rechista. La cruz que le escandalizó en
Jesús, ahora no le escandaliza en él. No
en vano ha pasado ya por la experiencia sublime de la Resurrección.
El
nuevo misterio es la llamada: Sígueme” ¿Cómo le decía eso ahora, cuando llevaba tres
años siguiendo? Jesús sabe que cada
momento es diferente, y en la madurez no son las cosas como antes. Dar un SÍ a un joven o una joven el día de la
boda, es bucólico y emocionante. El
mismo SÍ a los 3 años de casados, a los 20, a los 50…, ya tiene más valor y
mérito, porque se hace con un conocimiento mucho más serio de lo que ese SÍ
conlleva. Un Sígueme de uno que abraza la vida religiosa en sus años jóvenes
tiene un valor. Ese Sígueme al cabo de tres, diez, treinta años…, es incomparablemente
distinto, ¡Cuantas veces se ha oído en
alguno de esos dos casos, la triste frase: “Si yo volviera a nacer, no haría lo
que hice”! Lo cual significa, en ese
mismo momento, que aunque se siga, ha perdido su lozanía –digámoslo así
suavemente- aquel paso primero.
Exactamente
es ahora la situación de Simón Pedro. El Sígueme de ahora supone tres densos años de
seguimiento del Maestro. Ahora no hay aventura por delante. Ahora sabe Pedro muy bien lo que hace si
acepta la nueva llamada.
Imagino
a Jesús echando a andar por la playa, hacia ningún sitio, pero a todas
partes… Y Pedro que –aunque no titubea
en su SÍ- quiere, sin embargo, no perder el apoyo humano. Y con cierta inquietud al ver que sólo le ha
llamado Jesús a él, mira al “otro
discípulo” y pregunta: “Señor, ¿y éste, qué? Era más difícil ahora emprender el camino a
solas. Es como el funambulista al que un
día le quitan la red protectora y le hacen avanzar por el alambre a 10 metros
de altura.
Jesús
le respondió: Si Yo quiero que éste se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué? Tú sígueme. He ahí el momento de tocar fondo el
misterio. Es el momento del Sí o el No y
sin explicaciones. Sólo que la llamada
es a seguir a Jesús. Y eso es muy claro.
Las
cosas de los mentideros: se corre la voz de que “ese otro discípulo no
moriría”. Y ahora el evangelista
apostilla la frase de Jesús, tal cual. No dijo el Señor que no moriría, sino si Yo quiere que éste se queda hasta que yo
vuelva, ¿a ti, qué? Y queda
rematado el misterio absoluto. Sin explicaciones. Es el momento soberano de la fe. Sin red protectora. Sin seguridades humanas.
Sin respuesta. Así es aquel
impresionante: Tú, sígueme. Os aseguro que me estremece. Y me emociona. Y me atrae.
Es el inmenso momento de ir a Jesús por sí mismo, por ser quien es, por
puro amor gratuito al que todo y tanto me amó.
Y siento la necesidad de hincar las rodillas y adorar. ¡Así de grande es Dios! ¡Y así se hace la grandeza de la criatura!
LITURGIA DEL DÍA
Con
los ecos, aún, del Domingo de Resurrección, hoy nos pone la Iglesia el encuentro de Jesús con los dos “fugitivos”
de Emaús. Cristo ha resucitado y hay
pruebas suficientes de ello. Pero aún
hay quienes prefieren quitarse de en medio. La tristeza, la nostalgia, el
sentimiento de fracaso personal, la desilusión, el no ver resueltas las cosas
“a su manera”, siguen haciendo estragos…
Quedan personas de “ojos presos” que ni ven ni quieren ver. “Huir” es –creen- lo más cómodo. “A Él no lo
han visto”. Él no lo han visto”. La depresión el unirse un ciego a otro
ciego, es la mezcla perversa que sigue dándose en nuestra Iglesia del Siglo
XXI.
San
Pedro dejó muy claro que si el lisiado de la puerta Hermosa del Templo había
curado, era por la fuerza superior y divina del Nombre de Jesús…, el matado por
aquellos israelitas, pero resucitado por la fuerza de Dios. Aún así les concede la ventaja de la
ignorancia (como Jesús al perdonar
todos, porque no saben lo que
hacen.
San
Juan hace un avance maravilloso para todos esos deprimidos, nostálgicos,
hundidos en su pena…: Hijitos, no
pequéis, pero si pecáis, sabed que tenemos al gran Defensor nuestro, que es Jesús. Víctima, sí, pero superando todo porque ha
venido a eso: será el gran valedor que consuela,
eleva, devuelve la esperanza, explica, hacer arder los corazones…, y se da a
conocer al “partir el pan”.
Me ha cogido mucho esta mañana la visión actualizada de este Evangelio de los discípulos que huyen porque "su Cristo" no coincide con el Cristo real, el de la vida real y la muerte del Viernes Santo. Los discípulos que huyen porque sus ojos se han vuelto "presos" (en esa expresión tan rica y significativa que usa el evangelista en su versión más originaria). No es que no ven; es que se les han quedado los ojos encerrados en la mazmorra y barrotes que les impiden ver. Porque ellos han querido imaginarse un Cristo y una obra de Cristo que no coinciden con el Cristo real.
ResponderEliminarHe dicho en el comentario litúrgico que ahí están situados todos los "defraudados" con la Iglesia. Los ojos "presos" se meten en la obscuridad de su pesimismo, o su nostalgia, o su concepción de la Religión, o en su vuelta atrás a un pasado al que nuevamente quieren aferrarse, casi como tabla de salvación de su "su fe", pero sin descubrir a Jesucristo, al que llegan a sentir "incómodo caminante", "despistado" que no sabe lo que ha pasado... Y a la vez, necesitándolo tanto que sea ese en el que se desahogan sus aguas turbias y tristes... El que reciba ese aluvión de síes pero noes..., porque "hay muchas cosas que son verdad" (y así lo reconocen), PERO... Y el pro es su tristeza, que le han cambiado su chip, que no ha coincidido ese Cristo de la Cruz con el que ellos habían soñado, triunfante de flor en flor. Cuando hoy vemos la desbandada de muchos que vivieron su fe cristiana, que practicaron convencidamente, que defendieron a capa y espada, pero que ahora se "han peleado" por la marcha adelante, mientras ellos pretenden aferrarse al ·atrás"... Cuando vemos a los que pierden de vista que aquel caminante que se incorpora a los dos fugitivos, camina hacia adelante, avanza en su concepción de la vida, que acepta que hay que morir para crecer (como Cristo), y que la Iglesia es VIVA y su misión no es la de recular sino la de ir siempre en "ademán de seguir" (porque queda mucho camino que andar), podremos comprender que así fue como hizo arder los corazones de aquellos dos destruidos por el desánimo de un supuesto fracaso. Que ese "caminante" no apagó la ceniza de aquellos corazones casi hundidos, sino que fue reavivando un fuego que les volviera a la vida... Todo eso será el gran mensaje de este día, avalado y apoyado en las otras dos lecturas que también caminan en la esperanza y la fe de lo mucho que aún queda por vivir en el seno de un organismo vivo: LA IGLESIA.
Santa Teresa de Lisieux ;
ResponderEliminar"...Comprendí lo que era la gloría.Aquel cuyo reino no es de este mundo ,me enseñó que la verdadera sabiduría consiste en <>en <>..!Ah!,como el de Jesús , yo quería que <>TENÍA SED DE SUFRIR Y SER OLVIDADA....
Me enseñó que la verdadera sabiduría consiste en querer ser ignorado y tenido por nada en poner su gozo en el desprecio de un sí mismo.....
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