La vida diaria de Jesús
Advertencias
prácticas.
San Ignacio
cuida los detalles, como en la “1ª semana” y dice que “en cuanto me despierte, traer a la memoria la contemplación que tengo
que hacer, deseando conocer más al Señor”.
No adelantarse en la lectura de los evangelios sino llegar
solamente hasta donde se está contemplando, según los días.
Usar de luz y temperatura que ayuden y sean favorables. No
hace falta oscuridad como en la 1ª semana.
El uso de penitencias, en la medida que acompañen al
misterio que se contempla.
En el Mes de Ejercicios se tendrían ahora las
contemplaciones de la Presentación en el Templo y la Huída a Egipto, como tema
del 2º día de esta “2ª Semana”.
El día 3º, el Niño obediente a sus padres en Nazaret.
Comienza con
la Oración preparatoria, la composición
de Lugar, que en este caso es Nazaret, la casa de Nazaret, que debemos
imaginar y “construir” de modo tan fijo que retirarnos a esa casa sea familiar
a nuestra imaginación.
La historia es muy simple e importante: en
la vida diaria de aquella familia, el Niño era obediente. (Lc 2, 51)
Petición; Conocimiento
interno…, etc.
PUNTO PRIMERO
Bajó en compañía de sus padres y vivía obediente a
ellos.
Me voy a
permitir hacer una contemplación “global” en la que se entremezcla el VER, OÍR
Y OBSERVAR. Voy a meterme en Nazaret y voy a vivir con aquella familia,
fijándome especialmente en el Niño: un niño muy normal que juega en la calle,
que ayuda en la casa, que aprende poco a poco en el taller de José, que hace
recados a su madre. Que siempre está de buen talante y abierto a hacer lo que
se le dice. Podrá ser al principio el chiquillo naturalmente travieso, pero que
se deja corregir y se pliega a lo que se le enseña. Seriecito conforme va
siendo más consciente de sí mismo. Luego es el joven responsable que colabora
en las tareas y trabajo de la casa, del taller, de ganarse unas monedas en
algún trabajo que puede hacer. Y llega su momento de asumir la responsabilidad
de aquella familia, aunque siempre es obediente por cuanto que actúa, decide,
planifica de acuerdo con sus padres.
PUNTO SEGUNDO
Aprovechaba en sabiduría, edad y gracia Otra parte para detenerse,
VIENDO, OYENDO, OBSERVANDO.
La “sabiduría”
del niño atento a aprender en su casa o en la escuela esos conocimientos que
van llegando y captándose o interesando
con la medad y la atención a lo que se dice en su derredor. Verlo.
Crecer en
conocimientos, desde el niño que está aprendiendo a orar bajo la mano de sus
padres, al niño que ayuda como niño, al adolescente que se ofrece con muchas
preguntas para aprender… El joven que está abierto a todo lo que completa su
personalidad.
Crecer en
estatura. Como es natural. Pero también con esa belleza del niño que se va
haciendo hombre. Y con esas preguntas que se harían José y María sobre la vida
de aquel hijo: adónde se dirigía, qué camino tomaría…; podía plantear ya su abandono
de Nazaret para emprender una vida que ellos no podían sospechar.
Crecer en
gracia, en su proceso religioso, en su interés por comprender los hechos de la
Escritura. Y esa novedad que va intuyendo con el paso de sus años, de sentir a
Dios no como el Dios lejano que presentaban en la sinagoga, sino como el Dios
que Jesús sentía con cercanía de padre. Quizás José y María intentaron
disuadirlo de ese modo de sentir a Dios, que no se correspondía a las enseñanzas
de los antepasados. Pero Jesús les explicaba que él lo sentía así y le llenaba
poder sentirlo en el calor y la cercanía de un padre.
PUNTO TERCERO
Su trabajo. De
niño, en sus juegos y pequeñas ayudas. Luego más. Luego, ejerciendo el oficio
de carpintero (Mc 6, 3), o saliendo a
la plaza a buscar trabajo cuando en el
taller no tenía algo que hacer., pero había que sacar una ayuda para la casa.
Un proceso de años que también hay que VER, OÍR y OBSERVAR, lentamente,
parándose mucho, sacando provecho para el alma y la vida del ejercitante.
COLOQUIO
Con Jesús, o
con José o con María. Eran unos padres gozosos de ver al niño tan en su sitio,
tan sabiendo estar, tan obediente. O Jesús que es un niño sano, feliz, que
adora a sus padres, que se siente a gusto con ellos, que goza con aprender de
sus enseñanzas en la vida normal de un muchacho normal en una familia normal.
Hablar con
unos u otros y dejar el alma esponjar, y sacar lección de todo eso.
Liturgia
ResponderEliminarAborda hoy la 1ª lectura los prolegómenos del hecho más decisivo de la historia del pueblo de Dios. Ex 14, 5-18 nos trae ya al pueblo hebreo que sale de Egipto. Moisés había pedido 3 días por el desierto, y eso es lo que se les concede. Pero alguien se da cuenta de que la intención es huir, y así se lo informan al Faraón. El Faraón se da cuenta del error que ha tenido en dejar salir a sus esclavos israelitas y, aunque ellos no llevar armas ni elementos de guerra, el Faraón dispone un potente ejército, bien pertrechado y con carros de combate para obligarles a volver. El pueblo se desanima y se enfrenta a Moisés, pero Moisés está seguro de Dios. Y si Dios le ha designado para liberar a su pueblo, y Dios ha hecho prodigios para obligar al Faraón a dejarlos salir, ahora Dios no les va a abandonar. Y exhorta al pueblo a confiar, porque ese ejército egipcio que está viendo hoy, ya no lo verá mañana. Sabrán los egipcios y los mismos israelitas que DIOS ES EL SEÑOR.
El evangelio –Mt 12 38-42- muestra a unos fariseos que piden a Jesús que haga un milagro. Como quien pide a un prestidigitador que les haga allí un juego de manos. Jesús se indigna y dice: esta generación es perversa y adúltera, y pide un signo… Pues no se le dará ya más signo que el de Jonás, que está tres días en el vientre del cetáceo. Pues así el Hijo del hombre estará tres días en el seno de la tierra. Y acaba exponiendo que los paganos supieron admirarse de la predicación de Jonás o de la sabiduría de Salomón y les reconocieron. ¡Pues aquí hay uno que es más que Jonás y más que Salomón! Era una respuesta a aquellos que le pidieron el milagro porque no creían en él y siempre buscaban un hecho más para ver…
"Aquí hay algo más que Jonas. ......Aquí hay algo más que Salomón ".¡ Está el mismo Cristo a nuestro lado!.Llama al interior del hombre...a su inteligencia, a su corazón. ..no como un extraño, sino como la persona que ama, que desea comunicar sus sentimientos y hasta su propia vida, que quiere dar solución divina a aquello que nos preocupa o incluso nos atemoriza.
ResponderEliminarEstoy en Nazaret; tenía curiosidad, quería conocer a la Sagrada Familia y me acerqué a saludarlos; los Tres, son acogedores. José es el Jefe; el que se preocupa de que a María y a su Hijo no les falte el sustento diario;no son pobres, constituyen una familia de clase media,, que vive bien. María es una buena ama de casa que sabe hilar y coser; sabe hacer el pan y hace unas especialidades riquísimas con las carnes de cordero y las verduras de Nazaret.Jesús es un adolescente que practica el silencio, su Madre le enseña a orar y su Padre lo lleva con él al taller porque quiere que aprenda su Oficio. Los dos, los sábados, van a la Sinagoga María, como todas las mujeres judías, no va a la Sinagoga. Ella se queda en casa recitando y cantando los Salmos de David y guardando todo cuanto va aprendiendo de su Hijo en su corazón.Contempla a Jesús; lo observa y ve cómo crece en estatura y en Sabiduría. La casa está super limpia y está impregnada de la Presencia de Dios. Los Tres disfrutan mucho en los ratos de descanso; en las comidas , de cada uno, corre un rio de ternura. Aparentemente, Jesús no era un hijo empalagoso,pero amaba a sus padres y los obedecía. Los amó y los respetó con un amor callado y hondo y les dió la plenitud de la Gracia. Lo que pude observar fue una actitud de respetuosa reserva en los Tres. Jesús era un Hijo especial; tal vez para no preocuparlos, no les hizo ningún tipo de revelación y José y María fueron entendiendo la vida de Jesús a medida que iban sucediéndose los acontecimientos...¡Una Familia normal!
ResponderEliminarPorque Jesús sometió a su Madre a la luminosa oscuridad dela Fe. Ella penetró en esa "noche"el día de la Anunciación y aceptó esa voluntad de Dios sin pedir explicaciones. Después " todo lo guardaba en su corazón".
De Cristo ya lo conocemos todo, ¿todavía le pedimos más milagros?