Una nueva andadura
Cambiamos mes. El mes de julio lo celebramos los jesuitas
como mes de San Ignacio porque
acabará con la fiesta del Santo Fundador. Voy a intentar meterme en el meollo
de su pensamiento trasmitiendo durante este mes lo que fue la obra más conocida
del Santo: LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES.
Y comienzo con el título que él da a su obra: Ejercicios espirituales para
vencerse el hombre a sí mismo, sin determinarse por algún afecto desordenado.
Ejercicios espirituales. Hay “ejercicios físicos” que hay
que HACER y no basta saber cómo hay que hacerlos. Los “ejercicios espirituales”
suponen también HACER; no simplemente contemplar como el que ve pasar ante sí
una procesión. Hay que ejercitarse. Y lo que se ha de mover ahí es el plano
espiritual de la persona.
“Para vencerse a sí mismo”. En la línea del evangelio: quien quiera venir detrás de mí que se niegue a sí mismo… Se trata de
enderezar la vida. Y en la vida tenemos cada uno muchas brozas que impiden la
libertad del alma para abrirse de veras a Dios. Desde el Yo a los afectos y
desafectos, a las apetencias y rechazos, a las simpatías y antipatías, a los
gustos y disgustos…, tenemos un entramado que tuerce todo el caminar de la
persona. De ahí que unos ejercicios espirituales que sean verdaderos, tienen
que abordar de primeras y como objetivo ir liberando toda esa trama
esclavizadora que hay en la persona.
A través del proceso habrá que ir descubriendo todos esos
hilos y maromas que mantienen torcida la actitud del sujeto. Y así ir abordando
ese camino para vencerse uno a sí mismo,
y poder ser persona que se dirige por su razón y se hace obediente al plan de
Dios.
Dice ese título que “vencerse” es para “no determinarse por afectos
desordenados”. Afectos y desafectos. Pero ¿qué es estar “desordenados”? Es un término muy
ignaciano, y expresa toda situación que
no se vive derecha y puramente por Dios. No se trata, de primeras, de un
desorden exterior, aunque este desorden será generalmente efecto del otro más
profundo. Es DESORDENADO todo aquello que no se hace puramente por Dios,
mirando a Dios, buscando agradar a Dios.
Y ya puede colegirse que aquí entramos en un campo de
malezas. Porque ¿cuántas cosas al día las hacemos por “gusto”, “apetencia”, “celos”,
“rechazos instintivos”, “deseos”, “preferencias personales”…? ¿Cuántas
actuaciones están dependiendo de puras simpatías o antipatías? ¿Estamos seguros
de que tal o cual acción está movida solamente por el agrado de Dios? ¿Nos
llegamos a plantear siquiera si Dios queda agradado o desagradado con este u
otro modo de acción, omisión, decisión?
La labor de los Ejercicios Espirituales es desenmascarar
muchos engaños sutiles en los que estamos parapetados, y de los que muy
difícilmente salimos, porque los hemos hecho ya tan nuestros que cuesta mucho
trabajo plantearlos y más aún resolverlos. Y los hemos emborrizado como “buenos”,
y hasta como “voluntad de Dios”. Y los Ejercicios nos van a descubrir todas las
salvandijas que hay debajo de esas realidades que se han amasado a la piel de
la persona. Las diferentes etapas de los Ejercicios irán entrando en esos
rincones para sincerar a la persona, y luego lanzarla hacia adelante con unos
ideales muy superiores a aquellos rincones oscuros en que la persona se había “refugiado”
para que no le molestase influencia alguna de dentro o de fuera.
LITURGIA DEL DÍA
ResponderEliminarSara era celosilla (Gn 21, 5, 8-20) y Abrahán muy fiel a su esposa. Sara no vio bien que Isaac jugara con Ismael (el hijo de la esclava), y Abrahán equipó a Agar para el viaje y la despidió con el niño. En el camino Dios vino a bendecir a Ismael, y también prometió una amplia descendencia a aquel niño en razón de Abrahán.
En el Evangelio, San Mateo (8, 28-34) nos da una versión muy reducida de la arrivada de Jesús y los apóstoles a las playas de Gerasa. El casi naufragio que vimos ayer les ha llevado a un lugar inhóspito, con acantilados. Y con un furioso endemoniado (Mateo, según su costumbre, pone dos). Jesús lo libera dejando que los demonios pasen a los cerdos.
Pero eso indigna a los pobladores del lugar, que acaban pidiéndole a Jesús que se vaya. Jesús no es un huésped deseado. Y la escena de Jesús y los Doce volviendo las espaldas para marcharse, es una escena que da mucha pena, por Jesús y por el pueblo aquel, que perdió su oportunidad.
A mí me da mucho motivo para pensar, porque es muy serio que Jesús vuelva las espaldas porque se prefiere no tenerlo ahí en medio.
No sé, nosé si Sara era celosilla o calculadora; tampoco me parece que Abrahán hubiera sido muy fiel a su esposa desde el momento que escuchó a su mujer y "mantuvo"con Agar una relación íntima y procreó a Ismael en un encuentro ilícito.
ResponderEliminarSara es responsable del pecado de Abrahán por haberlo favorecido. Abra-han no está libre de pecado. Creo que la pobre Agar, por su condición de esclava, tuvo que obedecer a los amos y vivir una vida de humillación hasta que fue despedida con el niño con un pan y un odre de agua. Jahve ha escuchado su aflicción , la de los dos y corrió a socorrerlos.
Debemos invocar a Dios cuando nos encontremos al límite de nuestra resistencia, cuando las injusticias parece que nos van a doblegar, no perdamos la paz, invoquemos al Señor y depositemos todos los problemas por insolubles que nos parezcan, en sus manos y, no tardaremos en comprobar que no estábamos solos ya que, de una forma o de otra, nuestro problema habrá tenido solución .
Nuestros demonios que nos inquietan, que no nos dejan vivir, tampoco tienen nada que hacer si estamos con Jesús y cortamos de raíz todo lo que nos impide crecer en la Fe y en la Esperanza. En medio de nuestras oscuridades el Señor nos escucha y nos libra del mal y nos salva del peligro; con Jesús, nada nos falta.
A mí, también me preocupa grandemente que Jesús nos pueda dar la espalda y enojarse porque haya comprendido que hay muchos que prefieren que el Señor esté lejos...
Hay que repasar la Ley que regía en aquellas civilizaciones primitivas para saber que no se debe hablar de "pecado" en lo que estaba oficialmente establecido dentro de un pueblo religioso. No hay infidelidad alguna sino práctica habitual en la que la señora ofrecía al marido la posibilidad de tener un hijo a través de la esclava, ya que la señora no podía tenerlos. Y en la cultura patriarcal era mucho más importante que el varón tuviera una descendencia. Y a ello se supeditaba la esposa. Y por eso fue Sara la que le ofreció al marido esa posibilidad.
EliminarLuego Abrahán, fiel plenamente a su esposa, sigue los deseos de ella, aunque haya de hacer salir de la casa -a su pesar- a la esclava y al hijo de sus entrañas, Ismael.
Sabía que no podía escaparme de la corrección.Los hijos de las esclavas y de los amos eran reconocidos como hijos del ama estéril, era injusto, pero era lo que permitía la Ley.Muchas gracias por aclaración. MªJosé Bermúdez.
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