en Navidad Jesús llama a
la puerta de cada cristiano
Texto completo. María, sin saber lo que iba a pasar, se fia
totalmente de Dios y se abandona a su amor
21 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha
rezado esta mañana, IV Domingo de Adviento, el ángelus desde la ventana del
estudio en el Palacio Apostólico con los fieles que se han reunido en la plaza
de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy, cuarto y último domingo de Adviento, la liturgia quiere
prepararnos a la Navidad ya a las puertas, invitándonos a meditar el pasaje del
anuncio del Ángel a María. El arcángel Gabriel revela a la Virgen la voluntad
del Señor de que ella se convierta en madre de su Hijo unigénito: “Concebirás y
darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será
llamado Hijo del Altísimo”. Fijamos la mirada sobre esta sencilla joven de
Nazaret, en el momento en el que se hace disponible al mensaje divino con su
“sí”; acogemos dos aspectos esenciales de su actitud, que es para nosotros modelo
de cómo prepararse a la Navidad.
Sobre todo su fe, su actitud de fe, que consiste en el escuchar la
Palabra de Dios para abandonarse a esta Palabra con plena disponibilidad de
mente y de corazón. Respondiendo al Ángel, María dijo: ”Yo soy la servidora del
Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. En su “aquí estoy” lleno de fe,
María no sabe en qué caminos se deberá aventurar, qué dolores deberá padecer,
qué riesgos afrontar. Pero es consciente que es el Señor quien le pide y ella
se fía totalmente de Él y se abandona a su amor. Esta es la fe de María.
Otro aspecto es la capacidad de la Madre de Cristo de reconocer el
tiempo de Dios. María es aquella que ha hecho posible la encarnación del Hijo
de Dios, “la revelación del misterio, que fue guardado en secreto desde la
eternidad”. Ha hecho posible la encarnación del Verbo gracias precisamente a su
“sí” humilde y valiente. María nos enseña a acoger el momento favorable en el
que Jesús pasa en nuestra vida y pide una respuesta preparada y generosa. Y
Jesús pasa. De hecho, el misterio del nacimiento de Jesús en Belén, sucedido
históricamente hace más de dos mil años, se implementa, como evento espiritual,
en el “hoy de la liturgia”. El Verbo, que encontró morada en el vientre
virginal de María, en la celebración de la Navidad viene a llamar nuevamente al
corazón de cada cristiano. Pasa y llama. Cada uno de nosotros es llamado a
responder, como María, con un “sí” personal y sincero, poniéndose plenamente a
disposición de Dios y de su misericordia. Cuántas veces Jesús pasa en Nuestra
vida y cuántas veces nos manda un ángel. Y cuántas veces no nos damos cuenta
porque estamos muy ocupados, sumergidos en nuestros pensamientos, en nuestros
quehaceres, incluso en estos días en los preparativos de la Navidad, que no nos
damos cuenta de él que pasa y llama a la puerta de nuestro corazón pidiendo
acogida, pidiendo un sí como el de María. Un santo decía “tengo miedo de que el
Señor pase”. ¿Sabéis por qué tenía miedo? Miedo de no darse cuenta, de dejarlo
pasar. Cuando sentimos en nuestro corazón ‘quisiera ser más bueno, más buena,
me arrepiento de esto que he hecho’ aquí está el Señor que llama, que hace
sentir esto, las ganas de ser mejor, las ganas de estar más cerca de los otros,
de Dios. Si tú sientes esto, párate. El Señor está ahí. Ve a rezar y quizá a la
confesión a limpiar un poco la habitación. Eso hace bien. Pero recuerda bien,
si tú sientes esas ganas de mejorar, es Él quien llama, no dejarlo pasar.
En el misterio de Navidad, junto a María está silenciosa la presencia
de san José, como viene representado en todos los belenes --también en ese que
podéis admirar aquí en la plaza de San Pedro. El ejemplo de María y de José
es para todos nosotros una invitación a acoger con total apertura de alma
a Jesús, que por amor se ha hecho nuestro hermano. Él viene a llevar al mundo
el don de la paz: “Paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”, como
anunciaron a coro los ángeles a los pastores. El don precioso de la Navidad es
la paz, y Cristo es nuestra verdadera paz. Y Cristo llama a nuestros corazones
para darnos la paz. La paz del alma, abramos las puertas a Cristo.
Nos confiamos a la intercesión de nuestra Madre y de san José,
para vivir una Navidad verdaderamente cristiana, libres de toda mundanidad,
preparados a acoger al Salvador, el Dios-con-nosotros.
Estas son las palabras del Papa al finalizar el ángelus:
Queridos hermanos y hermanas,
os saludo a todos, fieles romanos y peregrinos venidos de
distintos países; las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones.
En particular, saludo a los jóvenes del Movimiento de los
Focolares, la Comunidad Juan XXIII, y los scouts AGESCI de Tor Sapienza (Roma).
No olvidéis, el Señor pasa y si tú sientes las ganas de mejorar, de ser más
bueno, es el Señor que llama a tu puerta. En esta Navidad el Señor pasa.
Deseo a todos un buen domingo y una Navidad de esperanza, con las
puertas abiertas al Señor, de alegría y de fraternidad. Por favor rezad por mí.
Buen almuerzo y ¡Hasta pronto!
Santos Treinta de la vía Labicana, mártires
ResponderEliminarEn Roma, en la vía Labicana, en el cementerio ad Duas Lauros, treinta santos mártires, que recibieron la corona el mismo día.
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