Los días siguientes…
Al 6º día, la ida de Jesús al desierto (tentaciones de
Jesús). 5 contemplaciones al modo consabido.
Se sigue trabajando en las ELECCIONES, y siguen rondando las maneras de humildad.
Al 7º día, la llamada
de los primeros discípulos, al 8º, Sermón
del Monte y Bienaventuranzas. Al 9º, Jesús
sobre el mar; al 10º Jesús predicaba
en el Templo; al 11º, Lázaro, Al
12º, Entrada en Jerusalén, siempre
haciendo 5 horas –ya dichas- de oración, con su correspondiente Examen de la
Oración. [Yo remito a mi libro ya citado: “Traspasando la ventana”, donde se
encontrarán esas y muchas más contemplaciones; ya advierte Ignacio que según
vaya el proceso del ejercitante, se alarguen los días o se acorten en este
punto de las Contemplaciones de la vida de Jesús].
El discernimiento de
espíritus
Los ejercicios basculan sobre el descubrimiento de qué
espíritus mueven al ejercitante, y los diversos
movimientos que se producen en él.
San Ignacio da dos tipos de REGLAS, unas para el está empezando a
caminar por esa vía de purificar el alma (se les llama Reglas de la 1ª semana), y otras Reglas para quienes ya han entrado
en buscar la voluntad de Dios en el seguimiento de Cristo. (Reglas de la 2º semana).
REGLAS DE LA PRIMERA SEMANA
Hay ejercitantes IDÓNEOS y NO IDÓNEOS. El “idóneo” quiere
aprovechar y avanza. El “no idóneo” no manifiesta actitudes de avance. A éste
no se le dan más ejercicios. Se le contenta con algo que le dé provecho y se le
despide.
Al idóneo, que va de bien en mejor subiendo, se le van
siguiendo en sus movimientos de los espíritus.
La Consolación
es un movimiento del alma que se inflama en amor de Dios, y así no quiere ya
nada que no sea por Dios. Derrama lágrimas de arrepentimiento o de emoción
espiritual (por el dolor de los pecados, o por la Pasión de Cristo, o por cosas
que van al puro amor de Dios). Consolación
es todo aumento de esperanza, fe, caridad…, toda alegría interna que atrae a
las cosas espirituales y a la salud el alma, que se siente gozosamente serena y
en paz con su Creador.
Desolación es
todo lo contrario: turbación del alma, inclinación a cosas bajas, inquietud,
tentaciones, desconfianza, desesperanza, falta de amor, tibieza espiritual,
tristeza, y como si ya no la quisiera Dios.
Lo que se
piensa en la consolación es al revés de lo que se piensa en la consolación.
El que está desolado no tome resolución alguna
ni cambie primeros propósitos. Permanezca en la actitud que tenía antes de la
desolación. Porque en la consolación guía el mal espíritu.
Y no se desanime. ¡Ya llegará la consolación! Trabaje por
mantenerse en paciencia y espera, y piense que pronto será consolado.
Las causas de la desolación son: o algo no se ha hecho bien (se
ha procedido tibio y perezoso o negligente en la oración u otros ejercicios
espirituales de este proceso), o Dios quiere probar la reciedumbre de esa alma
y hasta dónde llega la actitud de servicio y alabanza; o para que tengamos
clara conciencia de que el fervor y el consuelo espiritual no depende de
nosotros.
El enemigo se comporta empequeñeciéndose si se le hace
cara, y agrandándose si el alma se acobarda.
Procura que el ejercitante no comunique sus dificultades,
porque el enemigo es más listo y así podrá engañarlo.
Siempre nos atacará por el lado que tenemos más débil. Por
tanto el ejercitante debe descubrirlo antes y poner por ahí su mayor empeño.
EL QUE ESTÁ EN CONSOLACIÓN piense cómo actuará si llega la
desolación, y tome fuerzas para entonces; procure humillarse pensando para qué
poco vale él sin la gracia de la consolación.
Estas Reglas son muy útiles también fuera de ejercicios.