martes, 31 de marzo de 2015

31 marzo: El dolor HOY

Un Cristo murió ayer
No puedo menos que empezar hoy por ahí. La Pasión hoy se me ha hecho más viva. Un “Cristo” ha muerto. Nuestra Lola Burgos Buil, miembro del Apostolado de la Oración, en Málaga, y ella y su familia muy íntimos, dejó este mundo ayer lunes 30 a las 4 de la tarde, cuando podría haber vivido otra mitad igual o mayor de su existencia. Una pasión al vivo en ella y una pasión al vivo en toda su familia.
Dios, el Dios de brazos abiertos, siempre acogedores, le ha recogido ese vuelo final que es el paso de la vida a la muerte, y nuestra oración va al Padre: En tus manos ponemos su alma. Con Cristo, en los días de su Pasión y muerte, hoy se nos hace más actual contemplar los misterios finales de Jesús.
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“AQUÍ TENÉIS AL HOMBRE”. “No tenía aspecto humano”, nos dirán del Siervo de Yavhé. Y Pilato pretendió así salvar a Jesús: Yo no encuentro en él causa”. El grito diabólico (en las tentaciones “el demonio lo había dejado para otra ocasión”) fue: Crucifícale, crucifícale. Porque se ha hecho “hijo de Dios”.
Pilato tenía más deseo de liberar a Jesús, pero era el deseo de un juez sin justicia ni autoridad, y más pendiente de sus propios intereses. Y como los judíos le tocaron esa fibra: Si sueltas a ese no eres amigo del César, Pilato claudicó. Se sentó en el tribunal para dar sentencia, aunque todavía siguió su infantil juego de querer “picar” a los sacerdotes. – He ahí vuestro rey. Y ellos ya saben que aquello es un juego cobarde y miedoso y siguen apretando la tuerca…, aunque ya casi como parte del juego de Pilato: Quita, quita; crucifícalo… ¡Déjate de juegos, y vamos al grano! Otra pregunta de Pilato, pinchando la dignidad judía: ¿A vuestro rey voy a crucificar? Y con una decisión que cusa escalofrío en aquellos jefes judíos que abominaban la autoridad de Roma, dan el golpe de gracia a Pilato, afirmando: ¡No tenemos más rey que al César!
Entonces Pilato entregó a Jesús para que fuese crucificado. Y este 4º evangelio no se detiene en más detalles: Y tomaron a Jesús, el cual –cargando sobre sí la cruz- salió hacia el Gólgota. Allí le crucificaron, y a otros dos con él. Uno a cada lado, y Jesús en medio.
Narración escueta de lo más grande que ha cambiado el sentido de la humanidad. Aparentemente una descripción sin sentimientos. Una narración que muestra su veracidad, precisamente porque no se ha pretendido hacer una epopeya de tal momento. Ahí están los hechos. Y que cada cual los tome según su capacidad y su corazón.

Lo que sigue es una nota muy propia de Juan. Todo muy escueto, pero ha de quedar muy claro que –en medio de esa “vulgaridad”- Pilato se reservó el último golpe, el que dejara a la posteridad que el que estaba crucificado era EL REY DE LOS JUDÍOS. Habrá padecido a manos religiosas y civiles, en razón de la religión y de la política. Pero Pilato no se mueve de lo que ha escrito, aunque pretendían los sacerdotes variar el texto: que él dijo de sí que era el rey de los judíos. Y como una venganza personal –y un mensaje al mundo- Pilato mantuvo ese texto: “Lo que he escrito, está escrito”. Era su cobarde venganza por su propia derrota. Pero estaba dando al mundo el mensaje que Juan quiere que quede patente: el que ha sido crucificado no es un malhechor, un embaucador. Es EL REY DE LOS JUDÍOS.

lunes, 30 de marzo de 2015

30 marzo: Hacia el final en San Juan (6)

La pasión en San Juan (6)
Pilato ha visto cómo ha quedado Jesús: sin figura humana, lo describe Isaías. Con las carnes deshilachadas por la brutalidad de la flagelación, y todo el cuerpo tiritando por el frío de la fiebre y los calambres que le provocan las espinas que le rozan los huesos. Y Pilato cree todavía que eso es ya bastante para poder salvar a Jesús. No lo libraría muy favorablemente pero habrá sacado su intento.
Mandó a Jesús que le siguiera hasta el exterior y con una expresión vacía, dijo a los sacerdotes, magistrados y guardias (según este evangelio no hay pueblo o no se ha nombrado aún): He aquí al hombre…, a este deshecho de hombre; a quien teníais miedo y ya veis lo que es… Y aquellos jefes religiosos –como impulsados por un intento animal que se crece con la sangre-, gritan: Crucifícale, crucifícale. Ya sabían ellos que Pilato estaba vencido. Ya estaba visto que a Pilato lo podían manejar como a un pelele. Y por tanto el secreto era no darle tregua.
Pilato vuelve a reaccionar en abierto disgusto contra ellos y como quien les tira una piedra, les dice Tomadlo vosotros y crucificadlo. Porque yo no encuentro en él causa. ¡Que ya era una confesión de impotencia e irresponsabilidad!, porque si no halla causa de muerte, no debía dejarlo en manos de sus furibundos acusadores. Pero esa es la historia tristísima del juez derrotado y vencido y que lo que quiere es salirse del caso “con las manos limpias” (¡aunque tan sucias!).
Y los jefes judíos dan otra vuelta de tuerca: Nosotros teneos una ley y según esa ley debe morir porque se ha hecho hijo de Dios. Ahora Pilato experimenta más miedo: podría estar maltratando a un “hijo de dioses”, y eso era un tema que provocaba el temor en un ciudadano romano, lleno de dioses para todo, y de dioses vengativos. Por eso se mete otra vez en el tribunal y manda a Jesús que le siga. Y casi con pavor, le pregunta de una forma genérica que abarcaba mucho: ¿De dónde eres tú? Esa pregunta podía llevar a algo estremecedor. Pero encontró el silencio de Jesús. Jesús tenía ya vista la absoluta incapacidad e inoperancia del juez. Era inútil responder. No iba a cambiar nada.
Y Pilato repite su escenita de querer aparentar autoridad, cuando en el fondo estaba acusándose a sí mismo: ¿A mí no me respondes? ¿No sabes que tengo autoridad para condenarte y autoridad para salvarte? Provoca risa si no fuera tan trágico. ¿Qué autoridad ha mostrado hasta ahora? ¿Qué respuesta merece aquel pelele? Lo curioso es que Jesús casi que habló para disculparle algo, a la vez que le hacia ver que hay cosas más de arriba y que no tendría poder sobre Jesús si no se le hubiera dado de lo alto. Por eso quien me entregó a ti, tiene un pecado mayor. El 4º evangelio mete también su cuña de “lo divino”, que debe presidir la narración, tal como este evangelio está concebido.
Y Pilato teme mucho más. Se está viendo pequeño ante el propio Jesús. Vislumbra que, en efecto, allí hay algo que le supera. Y casi molestamente nos repite el texto: Desde entonces Pilato buscaba soltarlo… ¿Quién iba ya a creer en esa veleidad del presidente?

Y aquellos judíos dieron el golpe de gracia: entraron por la parte política y personal: Si sueltas a ese, no eres amigo del César Y sabía Pilato que eso, en boca de los ladinos judíos, era una amenaza seria de denuncia.

domingo, 29 de marzo de 2015

ZENIT 29: Homilía del Papa

29 de marzo de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco ha presidido hoy, a las 9:30 horas, la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor en la Plaza de San Pedro.
En el centro de la plaza, cerca del obelisco, el Santo Padre ha bendecido las palmas y ramas de olivo y, al final de la procesión, ha celebrado la Misa de la Pasión del Señor delante de la basílica de San Pedro.
Con motivo de la XXX Jornada Mundial de la Juventud, sobre el tema "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios", han participado en la celebración eucarística numerosos jóvenes de Roma y de otras diócesis.
A continuación publicamos la homilía que ha pronunciado el Pontífice después de la proclamación de la Pasión del Señor según San Marcos:
"En el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el himno de la Carta a los Filipenses: «Se humilló a sí mismo». La humillación de Jesús.
Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, el que debe ser del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde.
Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo el Libro del Éxodo: ¡Qué humillación para el Señor oír todas aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad.
En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será «santa» también para nosotros.
Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la «roca» de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios.
Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación.
Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la «condición de siervo». En efecto, la humildad quiere decir servicio, significa dejar espacio a Dios despojándose de uno mismo, «vaciándose», como dice la Escritura. Este «vaciarse» es la humillación más grande.
Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y con él, sólo con su gracia, con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida.
En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad, un sin techo...
Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy, hay muchos. No reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar, en verdad, de «una nube de testigos»: los mártires de hoy.

Durante esta semana, emprendamos también nosotros con decisión este camino de la humildad, con mucho amor a Él, nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros".

29 marzo: Presentación del Misterio

DOMINGO DE RAMOS
La liturgia del Domingo de Ramos CREE en le encarnación. Comienza con la explosión de gozo ante el “Hijo de David, que viene en nombre del Señor” y entra así en Jerusalén entre alborozo de gentes que le acompañan y vitorean. Y llegados a Jerusalén se enfrentan los sacerdotes, escandalizados porque un hombre se deje aclamar como Mesías-Hijo de Dios. Y ahí se apagan las luces de esta casi nueva transfiguración en la que se dan los dos elementos de luz y de sombras.
Eso lo ha traducido la liturgia en esas lecturas que siguen a la entrada triunfal (procesión y aclamación), y que entran en el plano de lo realmente humano: El Siervo de Yawhé –Is 50, 4-7-, anticipo y figura de Jesús, puede decir al abatido una palabra de aliento porque él mismo ha pasado por ese abatimiento: ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba; no oculté el rostro a insultos y salivazo. Aunque escandalice a algunos que prefieren mantenerse en “las alturas”, aquello que ayer se ofrecía en el pretorio como “piltrafa humana”, no escandalizó a los autores sagrados cuando presentan al Siervo de Dios como gusano de la tierra, desecho de la gente, sin rostro humano.
No escandalizó a Pablo ni a los fieles filipenses (2, 6-11), a los que se les presenta a Cristo como quien a pesar de su condición divina, no hizo alarde (=no usó, no se valió) de su categoría de Dios (=su poderío, su impasibilidad); al contrario, se vació de su rango, tomando forma de esclavo, semejante a uno de tantos (=hombre). Y así actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse a la muerte y una muerte de cruz. Eso es la encarnación verdadera. Eso es lo que San Ignacio expresa como que la divinidad se esconde, no hace de paraguas protector…; Jesús no simuló su Pasión ni sus sufrimientos, ni fue el demiurgo que se le intenta hacer. Jesús llegó a ser ese gusano de la tierra, porque así fue la redención elegida por Dios y para la que en el primer instante dijo Jesús: aquí estoy para hacer tu voluntad; estás harto de sacrificios según la ley, y me has dado un cuerpo (humano).
De ahí que la liturgia de este Domingo de Ramos desemboque en la PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO según San Marcos [Ciclo B] en la toda la narración está en la línea del hombre apresado y juzgado y maltratado. Que, en ese vaivén inmenso de nuestra fe pascual. Un instante antes de morir, y cuando es imposible que un crucificado pueda ni siquiera respirar (la muerte se producía por asfixia), de aquel grito que pone carne de gallina en el centurión, que entonces reconoce que verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.

San Marcos ha cerrado su propio ciclo: comenzó su narración con la afirmación: Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, y tras todas las peripecias de la vida pública y la pasión de Jesús, Hijo del hombre, HOMBRE con todas las de la ley, casi cierra su historia con la luminosidad de esa confesión del centurión admirado y hasta asustado, porque el hombre que acaba de morir, verdaderamente era Hijo de Dios,  ya ha recibido el nombre todo nombre, ante el que se dobla toda rodilla en el Cielo, en la tierra y aun en el abismo, y proclama JESUCRISTO ES SEÑOR, para la gloria de Dios Padre, que diseñó esta maravilla divina, sólo posible a Dios, y que hacemos los humanos tan parcial que nos es tan difícil asumir que el todo Dios fue todo hombre, y que el todo hombre es todo Dios. Cualquier acento exclusivo en una parte, desvirtúa la fe plena del misterio.

sábado, 28 de marzo de 2015

28 marzo: LA MENTIRA de Pilato (5)

Sigue Pasión en San Juan (5)
Pilato no había querido saber la verdad, y su pregunta escéptica y despreciativa fue: ¿Y qué es verdad? Y en su chaqueteo pragmático creyó resolver el tema con una “trampa inteligente” (esa era su manera de entender la verdad). Aprovechando la costumbre de la Pascua, de poner a un preso en libertad, Pilato es –en este evangelio- quien se adelanta a proponer. Y no –según costumbre- el que ellos pidiesen (nos dicen otros evangelistas), sino entre dos que Pilato propone: O Jesús, rey de los judíos) o Barrabás “ladrón” (Y Barrabás era un ladrón, dice San Juan). Y posiblemente, en el pensamiento de la época, un terrorista, -un revolucionario, en otros evangelistas- Un “mesías” de los muchos que salían por allí. Autores estudiosos, entre los que está Benedicto XVI, descubren la composición del nombre: Bar Abás, que equivale a “hijo del padre”. De ahí que Pilato proponga ahora la elección entre un “rey de los judíos” (un mesías) y el otro “mesías “hijo del padre”). No era una mala comparación la que hacía Pilato, sino poner en paralelo dos personas equivalentes para la mente de los judíos. ¿Por quién se podían decantar? Para Pilato era muy claro: En Jesús “no halla culpa”; Barrabás era un bandido.
En este evangelio la respuesta es tajante y directa de los sacerdotes: No a éste sino a Barrabás. Los sacerdotes habían ya olido la situación: Plato no quería comprometerse. Estaba en las manos de ellos decidir. Y decidieron: No a éste, sino a Barrabás.
Y Pilato ya se sitúa en lo peor y vislumbra –aunque se intente resistir- que ha perdido la batalla, y manda azotar a Jesús, que era algo previo a la crucifixión. Todavía Juan no ha hablado de que hubieran pedido expresamente la crucifixión. Pero se cura en salud. Lo mismo que deja a Jesús en manos de la soldadesca, que maltratan y se burlan de Jesús con la “parada militar” en que hacen mofa del “rey” aquellas gentes embrutecidas por la guerra, y que han visto que el propio jefe no compromete nada por aquel hombre. Así vino la idea de tejer una corona de espinas y echarle un manto de púrpura, y darle bofetadas mientras decían: Salve, rey de los judíos.
A todo esto, el protagonista de la historia no es Pilato, ni los sacerdotes, ni los soldados, ni Barrabás. El protagonista es Jesús, el hombre fiel que ha nacido y venido al mundo para ser testigo de la VERDAD. Este Jesús es el que estaba en el centro de todo esto. ¿Y en el interior suyo? Más allá de toda esta farsa que está viendo y oyendo, ¿qué sentía y qué pensaba Jesús? Porque aquí es donde nosotros podemos retratar nuestro pensamiento de Jesús, la idea que nos hacemos de la Pasión, lo que verdaderamente creemos que fue aquello. Y ahí es donde vamos a retratar nuestra visión de unos hechos (“padeciendo, aprendió a obedecer”) o la idealización de una devoción. En el fondo también vamos a proyectar la verdad más íntima que sentimos. ¿Qué es VERDAD?
Para Pilato –para la batida en retirada de Pilato- ahora sólo queda que “lavar” su responsabilidad. Y cuando al cabo del rato ve que a Jesús lo han dejado hecho una piltrafa, viene a buscar otro resquicio de salvación para el que él reconoce inocente: que se compadezcan de él por lástima.

Entonces os lo saco fuera para que sepáis que no encuentro en Él culpa alguna. Y ese Jesús que es sacado en público viene con la corona de espinas, y el manto de púrpura. Un espectro de hombre, que difícilmente se sostiene tras la sangre y la traumatización de los azotes y aquel suplicio de las espinas punzantes sobre su cabeza. Encorvado, con una figura penosa para cualquier persona con sentimientos humanos.

viernes, 27 de marzo de 2015

27 marzo: La verdad y "LA VERDAD"

La Pasión en San Juan (4)
En el evangelio de San Juan Jesús se define como “Camino, VERDAD y Vida “. A Pilato se presenta Jesús en este 4º evangelio como quien nació y para DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD; todo el que es de la verdad, escucha mi voz.  Es evidente que Pilato no era “de la verdad” porque no quiso escuchar ni saber más. Estaba muy quemado Pilato de tantas “verdades” como salían a derecha e izquierda, en Roma y fuera de Roma. Y eso le había llevado al escepticismo. O más bien no estaba él allí para escuchar ahora “la verdad” del preso.
Porque allí había ahora mismo “varias verdades” contrapuestas: la de los judíos, entregándole a Jesús para que le condene a muerte. La de Jesús que dice que es “rey de los judíos”. La verdad de Pilato que es el típico sanchopancista que no entiende más verdad que la suya de cada situación y momento. Hoy es una verdad, porque le va a sus intereses; mañana es otra, cuando sus intereses van por otro sitio. Y sus intereses era su puesto político, las conveniencias de Roma, el mantenerse en equilibrio personal (aunque sea inestable), el no indisponerse con los judíos (que sabe que son ladinos, y que lo tiene bien comprobado). ¿Cuál es, entonces, “la verdad”, y qué le importa a él la verdad como tal? ¿Cómo va a arriesgarse él con un desconocido tan misterioso como aquel hombre que le han traído? La verdad de Pilato será la de nadar y guardar la ropa. Por eso, cuando el preso le habla de LA VERDAD, Pilato rehúye la conversación. Se escapa con una displicente pregunta y se sale fuera.
Y nos puede resultar bochornoso, abominable un individuo que vive la vida así, para quien nada es una verdad verdadera. Pero a mí me ha hecho mucho pensar esta postura de Pilato, porque bien podría aplicarme a mí la misma pregunta, cuando me veo metido en esa situación cambiante de mi vida, que la verdad mía de hoy no es la misma que la de ayer; que mi verdad no es la verdad del vecino del 3º; que mi criterio de verdad no me vale igual cuando veo actuar a Fulanito y cuando hace las mismas cosas Menganito. Cuando justifico en mí lo que juzgo mal en otros. ¿Cuál es la verdad y cuál es mi criterio de verdad? ¿No perteneceré a los “Pilatos” que se dan media vuelta y prefieren no conocer más y no complicarse la vida más?
Es evidente que la VERDAD es sólo una. Que LA VERDAD es DIOS. Pero objetivar eso en mí y en mi vida, es ya harina de otro costal, porque mi subjetividad es muy cambiante. Y al final yo mismo necesitaría un ejercicio de sinceridad muy honda para llegar a descubrir –al menos- cuál NO ES mi verdad, que no es tan como yo lo veo, y cómo acaba siendo real –en la práctica- que todo es según el color del cristal con que se mira. Y ya sería un descubrimiento de honradez humana y cristiana, y nos quitaría de delante el espíritu crítico tan fino que solemos tener.
Lo que Pilato sí sacó en claro fue que “no hallo en Él culpa alguna”. De esa verdad sí se había convencido.

El problema de Pilato fue que no supo defender esa verdad que había descubierto. No quiso complicarse con los príncipes de los sacerdotes y los ancianos. Y en vez de hacerse del preso y quitarlo de aquella situación, optó por el juego de proponerles un canje (podríamos decir): Tenéis por costumbre que os suelte un preso por Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos? La gran mentira de Pilato: salirse por la tangente y no abordar el tema tal cual era.

ZENIT 26: El centro de LA LEY

26 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La alegría no viene de la doctrina fría, sino de la fe y la esperanza de encontrar a Jesús. Un creyente que no sabe ser feliz es triste: así lo ha asegurado el santo padre Francisco en la homilía de esta mañana de la misa celebrada de Santa Marta.
La alegría de Abraham que exulta en la esperanza de convertirse en padre, tal y como promete Dios, ha guiado la reflexión del Papa al comentar las lecturas del día. Así, ha recordado que Abraham era viejo, al igual que su mujer Sara, pero él cree, “abre el corazón a la esperanza” y está “lleno de consolación”. Jesús recuerda a los doctores de la ley, que Abrahán “exultó en la esperanza” al ver su día y “se llenó de alegría”.
De este modo, el Papa ha afirmado que “esto es lo que no entendían los doctores de la ley. No entendían la alegría de la promesa; no entendían la alegría de la esperanza; no entendían la alegría de la alianza. ¡No entendían!” Y es que, "no sabían ser felices, porque habían perdido el sentido de la felicidad, que solamente viene de la fe", ha observado el Pontífice. Por eso, Francisco ha recordado que “nuestro padre Abraham ha sido capaz de ser feliz porque tenía fe: se ha hecho justo en la fe. Estos habían perdido la fe. ¡Eran doctores de la ley, pero sin fe! Y aún más: ¡habían perdido la ley! Porque el centro de la ley es el amor, el amor por Dios y por el prójimo”.
A continuación, el Santo Padre ha explicado que “solamente tenían un sistema de doctrinas precisas y que precisaban cada día más que nadie las tocara. Hombres sin fe, sin ley, sin ley, unidos a doctrinas que también se convertían en una actitud casuística: ¿se puede pagar la tasa al César, no se puede? Esta mujer, que se ha casado siete veces, ¿cuándo vaya al cielo será mujer de esos siete? Esta casuística…. Este era su mundo, un mundo abstracto, un mundo sin amor, un mundo sin fe, un mundo sin esperanza, un mundo sin confianza, un mundo sin Dios. ¡Y por esto no podían ser felices!”
Por otro lado, el Obispo de Roma ha observado en la homilía que los doctores de la ley podían también divertirse, “pero sin alegría”, es más, “con miedo”.
“Esta es la vida sin fe en Dios, sin confianza en Dios, sin esperanza en Dios. Y su corazón estaba petrificado”, ha advertido. De este modo, ha reconocido que es triste ser creyente sin alegría y no hay alegría cuando no hay fe, cuando no hay esperanza, cuando no hay ley, sino solamente las prescripciones, la doctrina fría.

Y así, finalmente el Papa ha señalado que “la alegría de la fe, la alegría del Evangelio es el criterio de la fe de una persona. Sin alegría esta persona no es un verdadero creyente”. Para concluir el Papa ha invitado a retomar las palabras de Jesús: “Abraham, vuestro padre, exultó en la esperanza de ver mi día. Lo vio y se llenó de alegría”. De este modo, el Santo Padre ha exhortado a pedir al Señor la gracia de ser exultantes en la esperanza, la gracia de poder ver el día de Jesús cuando nos encontremos con Él y la gracia de la alegría”.  (RL) (SM)

jueves, 26 de marzo de 2015

ZENIT: Ruego intenso por Sínodo de la familia

25 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La intensa lluvia con la que ha amanecido hoy Roma, no ha sido impedimento para que miles de fieles, venidos de todas las partes del mundo, hayan acudido a la plaza de San Pedro para participar en la audiencia general en presencia del santo padre Francisco.
Antes de salir a la plaza, el Papa ha hecho una parada en el Aula Pablo VI, para saludar brevemente a los enfermos que siguen desde ahí la audiencia. Después ha recorrido la plaza con el papamóvil cubierto y ha saludado y bendecido a los presentes. Una manto de colores formado de paraguas e impermeables daba color hoy a la plaza de San Pedro.
En la serie de catequesis que el Santo Padre está haciendo sobre la familia, esta mañana la ha dedicado al día que celebramos hoy, la Anunciación. Así, en su resumen hecho en español, Francisco ha indicado: “Queridos hermanos y hermanas, el 26 de marzo celebramos la fiesta de la Anunciación. El Arcángel Gabriel visita a la virgen María y le dice que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este anuncio, el Señor ilumina y refuerza la fe de María, como hará luego con su esposo José, para que Jesús nazca y sea acogido en el calor de una familia”. Asimismo ha recordado que “hoy que, en muchos países, se celebra la Jornada por la Vida, se cumplen veinte años de la encíclica Evangelium Vitae, en la que la familia ocupa un puesto central. Desde el el principio, Dios bendijo al hombre y a la mujer para que formasen una comunidad de amor para transmitir la vida”. Y ha añadido que “en el sacramento del matrimonio, los esposos cristianos se comprometen con esta bendición durante toda la vida; y la Iglesia, por su parte, se obliga a no abandonar a la nueva familia, ni siquiera cuando ésta se aleje o caiga en el pecado, llamándola siempre a la conversión y a la reconciliación con el Señor”. Finalmente, ha señalado que “para llevar a cabo está misión, la Iglesia necesita una oración llena de amor por la familia y por la vida”. Por eso, ha pedido el Papa, rezar “insistentemente por el próximo sínodo de los obispos, sobre la familia, para que la Iglesia esté cada vez más comprometida y más unida en su testimonio del amor y la misericordia de Dios con todas las familias”.
A continuación, el Santo Padre ha saludado a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España, Uruguay, Colombia, Argentina, México y otros países latinoamericanos. “Les pido por favor que no falten las oraciones de todos por el Sínodo. Necesitamos oraciones, no chismes. Que recen también los que se sienten alejados o no están habituados a rezar. Muchas gracias”, ha observado Francisco.
También hoy, el Pontífice ha hecho un llamamiento a favor del trabajo recordando que está profundamente relacionado a la dignidad de la persona. Francisco ha pedido que no prevalezca la lógica del beneficio, sino la de la solidaridad y de la justicia. “Al centro de cada cuestión, especialmente en la laboral, se pone siempre la persona y su dignidad. ¡Cuando no se gana el pan, se pierde la dignidad! Este es el drama de nuestro tiempo, especialmente para los jóvenes, los cuales, sin trabajo, no tienen perspectivas para el futuro y pueden convertirse en presa fácil de las organizaciones criminales”.

Al concluir la audiencia, tras los saludos en los distintos idiomas, el Papa ha dedicado un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados a quienes “acojo con alegría en el día en el que la Iglesia celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor. En este misterio vemos el dibujo con el que Dios nos ha hecho partícipes de su vida inmortal y también la generosa disponibilidad de María, que ha acogido con fe el anuncio del Ángel”, ha indicado. Y así, ha deseado de corazón a los jóvenes, a las personas que sufren y a los recién casados “crecer en la generosa disponibilidad hacia el Señor, siguiendo el ejemplo de la Virgen Santa”.

26 marzo: Pasión según San Juan, 3

LA PASIÓN, en San Juan  (3)
El 4º evangelio  nos dice que fue llevado primero a casa de Anás, que era el suegro del pontífice de aquel año, que era Caifás. Ya quedó citado ayer el interrogatorio, y la bofetada del criado. ¿Bofetada o golpe de puño cerrado desde atrás, desde donde vigilaba el criado? Que Jesús reaccionara ante aquello era una “doble pregunta”: a Anás –que estaba haciendo de juez- y al criado que se había tomado la justicia por su mano. Y digo que la pregunta iba a Anás porque ¿cómo permitía el “juez” semejante desmán de un criado a un preso al que estaba interrogando el propio Anás?
Anás se hizo el ciego y lo envió atado a Caifás. [Caifás era el que ya hacía tiempo había dado este consejo: Es mejor que un solo hombre muera por el pueblo. Consideraba que Jesús era una amenaza para la paz del pueblo, si el tema llegaba a los romanos. En realidad había hecho de profeta porque esa es la redención: que un solo hombre muere por el bien de todo un pueblo, la humanidad] ¡Éste iba a ser el “juez oficial” para juzgar a Jesús!
Llevan, pues, a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era temprano. Y ellos no entraron para no mancharse y poder comer la Pascua. ¡El contraste! Todo el odio acumulado contra Jesús y “el escrúpulo” de no contaminarse pisando terreno pagano…
Tenemos ya a Jesús ante Pilato, quien empieza debidamente preguntando ¿qué acusación traéis contra este hombre? Y como quien se siente picado en el amor propio y en la dignidad judía, responden de mala manera: si no fuera un malhechor, no te lo habríamos traído. Es un pique entre autoridades, y si mal respondieron los judíos, no es menor la patada que les da Pilato: Tomadlo vosotros y juzgadle conforme a vuestra ley. Si vuestra ley permite juzgar sin saber la causa, arreglaos. Y si no, ¿para qué lo traéis? La respuesta es de escalofrío porque prejuzga la sentencia: Nosotros no tenemos poder para matar a nadie. Y el evangelista apostilla: Para que se cumpliese lo que Jesús había dicho indicando de qué muerte había que morir.
Tengo que reconocer que me dejó un tanto extrañado el comentario de Benedicto XVI que dice que los judíos no querían la crucifixión. Sin embargo llevarlo a los romanos como malhechor –y para “dar muerte”- está abocando a la crucifixión, que es la muerte que Jesús había indicado de cómo iba a morir.

Pilato entro en el Pretorio y llamó a Jesús. Debía estar impresionado. No presentaba Jesús signos de malhechor. No había tenido jamás una denuncia o queja sobre Jesús. Los judíos vienen a por todas… Y optó por preguntarle a Jesús. Lo curioso es que en este evangelio no aparece una previa acusación de pretender hacerse “rey de los judíos”, pero puede darse por hecho que la hubo, porque la pregunta de Pilato es precisamente esa: ¿Eres tú el rey de los judíos? Suena a broma en la boca del gobernador, teniendo delante a un hombre traído atado de mala manera. Caía por su peso la contrapregunta de Jesús: ¿Dices eso por lo que tú sabes por ti mismo o por lo que otros han dicho de mí? Pilato debió sentirse mal y cortó la conversación: ¿Qué has hecho? Yo no soy judío y no entiendo vuestras cosas. Cuando te han traído será por algo. Y Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo. ¡Más intriga todavía…] Luego, ¿tú eres rey? Ahora sí que está perdido Pilato. Y por si faltaba poco…: Sí, soy rey. He venido a este mundo para dar testimonio de la verdad.

miércoles, 25 de marzo de 2015

25 marzo: LA ENCARNACIÓN

Muchas felicidades a las ENCARNAS

Dios hecho plenamente HOMBRE
El día que Dios le ofreció a Acaz una señal sublime, se la ofrecí en lo más alto del cielo o en lo hondo del abismo. Es decir: algo a lo que no cabían posibilidades humanas…, adonde no podía llegar la fuerza de los hombres. Y como Acaz piensa que eso es “tentar a Dios” y no la pide, Dios se la ofrece: una muchacha concebirá y dará a luz un hijo que será ENMANUEL: Dios-con nosotros.  La señal que no está en mano humana es que DIOS SE VA A HACER HOMBRE. Y no un hombre bajo el paraguas protector de Dios, sino hombre con todas las de la ley, en plena plenitud de hombre. ¡Que eso es lo que únicamente Dios es quien puede hacerlo!
Y Dios lo hace misteriosamente no interviniendo varón, y por una presencia del Espíritu de Dios que fecunda el seno de María: entra Dios pero en ese instante comienza la vida humana de un hijo en el seno materno.
CREER en la encarnación parece fácil y la damos por hecha como gran misterio de Dios. Pero a la hora de la verdad siempre estamos sacando el “paraguas” protector para mirar la vida de Jesús: ¡Pero Jesús era Dios!, es nuestra coletilla para –en definitiva, situar a Jesus en otro estrato que no es el totalmente humano.
Y sin embargo el enorme misterio de la encarnación fue que quien era Dios y sin dejar de serlo, SE HIZO ABSOLUTAMENTE HOMBRE para vivir plenamente la vida humana, con todas las consecuencias de esa humanidad, con sus pobrezas, miserias, grandezas, dolores, méritos, muerte…: “hecho un hombre cualquiera”, menos en el pecado (que es lo que por esencia no podía caber en ese Jesús, Dios encarnado Hombre.
Significa que quien era sólo Dios, “de la categoría de Dios”, se despojó de su rango, y entró a ser de la especie humana. Un salto abismal, humanamente tan inconcebible que acabamos por no digerirlo. Siempre pongo el caso de un hombre que se ofreciera a ser babosa para salvar una determinada especie de babosa… ¡Y con ser tan enorme el salto, estábamos siempre en el reino animal! No era un salto tan grande. ¿Y quién se iba a ofrecer a ser babosa para salvar a las babosas?
Dios, desde su vida divina del Cielo, vio que “la babosa humana” se perdía en la charca de su maldad. Y Dios dio el salto y se hizo “babosa”. Pero de todas todas. Porque eso es encarnarse.
Fijémonos en “encarnaciones” recientes: Santa Teresa de Calcuta se hizo pobre con los pobres y metida en el lodazal de la miseria. Y sin embargo Teresa de Calcuta tenía después su “aparte” en su Comunidad, sus rezos, sus posibilidades de limpieza, sus valores personales. Se había “encarnado” y no se podía hacer babosa por mucho que quisiera. Y como ella tantos otros héroes cristianos.
Jesús sí lo hizo. Y aunque nos cuesta tanto trabajo que siempre tenemos preparado el “paraguas” de su divinidad, encarnarse HOMBRE fue el misterio humano más sublime en el que nos podemos mirar los creyentes en Dios.

Por eso cuando Pablo dice: Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo, está diciendo una posibilidad posible. No está diciendo que imita a un pez volador, sino a Alguien que ha vivido la vida humana tan humanamente, que es imitable y podemos irnos acercando a sus modos de ser y de hacer. Y los santos se acercaron tanto que encontramos “retratos” de facetas de Jesús porque pudieron tomar la imagen del modelo y aplicarla a la vida. El modelo fue hombre.

martes, 24 de marzo de 2015

24 marzo: Un estilo nuevo de Pasión

La Pasión en San Juan (2)
El 4º evangelio está tratado desde el Cristo-Señor, y expresará en frecuentes rasgos que Jesús no es el vencido sino el que tiene la última palabra Me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy.  A Judas le ha dado la salida Jesús. Y en ese momento se siente “glorificado”, en su doble sentido de liberación del peso de Judas y de certeza ya decisiva de su muerte, a la que considera glorificación. Seguirá la amplia intervención que Juan sitúa como sobremesa, en la que Jesús ruega por sí mismo, por sus apóstoles, por su iglesia, por el mundo, y expresa páginas tan bellas como la de la vid y los sarmientos. Anuncia el Espíritu Santo y el odio del “mundo hostil” (a cuyo mal espíritu hay que odiar porque está fuera y en contra de los principios evangélicos). Pero Yo he vencido al mundo (16,33).
Sale para el huerto con sus discípulos y entran en él por el torrente Cedrón. Omite Juan todo el núcleo de esas horas y se va directo a manifestar la majestad de Jesús. En San Juan no vienen solamente “los criados del sumo sacerdote con espadas y palos”. Viene toda una cohorte (que ya es lenguaje militar) y hasta con armas. Toda una amplia sección de ejército, y “gendarmes” (guardias de los pontífices) con linternas, antorchas y armas. Así va a resaltar mucho más el poder de Jesús. Porque preguntan ellos por Jesús Nazareno (aquí no ha valido Judas) Y Jesús responde con el famoso y divino tetragrama: Yo soy, el nombre mismo de Dios, dado a Moisés. Y caen fulminados por el suelo los cientos de hombres que habían venido a prenderle. Ni el número, ni las armas, ni nada humano puede prender a Jesús, el YO-SOY que echa por tierra los poderíos humanos.
Jesús no aprovecha para irse, sino que espera. Vuelven a decir que buscan a Jesús Nazareno y Jesús les repite: Os he dicho que yo soy. Pero sigue a continuación una orden de Jesús a sus perseguidores. Pero si me buscáis a mí, dejad que éstos se marchen.
Ha ocurrido en ese entreacto la agresión de Pedro a Malco (Juan es quien nos da el nombre del criado herido). Y pese a ello, nada hacen contra los discípulos. La orden de Jesús es la que vale. Los discípulos se van y la cohorte, los tribunos y los criados de los judíos prenden a Jesús.

Novedad también en Juan es la ida a Anás, que realmente no estaba en autoridad en este tiempo. ¿Por qué a Anás? En realidad era el acérrimo enemigo de Jesús, a quien Jesús había respondido en diversos momentos y lo había dejado sin palabras. Estaba muy poseído de la “autoridad pontifical” como clan familiar. Y posiblemente estaba más predispuesto a ser quien recibiera a Jesús, por eso de que el que da el último, da dos veces”. Comenzó con doble pregunta, y lo más probable que malintencionada y con intención humillante: tus discípulos… (Judas era quien les había ofrecido entregarlo); tu doctrina… Difícil era resumir una doctrina en una respuesta de interrogatorio. Y Jesús se remitió a sus años de predicación pública. Era la cosa tan evidente que Anás quedaba en ridículo. Y el criado saca del apuro a su jefe propinando la bofetada por la espalda a Jesús. Jesús esperó. Debía ser el propio Anás quien se sintiera humillado y además obligado a defender el respeto que merece un detenido. No lo hizo. Aquella bofetada es la que él mismo hubiera dado, y bien dada iba. Pero Jesús actúa ahora no cómo acusado sino como defensor de sus derechos: Si he hablado mal, di en qué; y si no, por qué me pegas. Lógicamente no hubo respuesta.

lunes, 23 de marzo de 2015

23 marzo: Otra forme de la Pasión

La Pasión en San Juan - 1 -
No perdamos de vista el enfoque de este 4º evangelio, que ya desde su primer renglón se sitúa en “el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios”. Para entender su evangelio y asimismo la Pasión, hemos de tener en cuenta el marco general: San Juan siempre se expresará desde ese arranque primero. Así su relato primero en el contexto de la Cena es una confesión solemne de su divinidad: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos, los del mundo, al final los amó hasta el extremo”. Y mientras cenaban, cuando ya el diablo había inspirado a Judas Iscariote que lo entregara, sabiendo que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que salió de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, deja su manto, y tomando un lienzo, se lo ciñó; echa agua después en un balde y se pone a lavar los pies a sus discípulos, y a secarles con el lienzo con que estaba ceñido…
Y cuando ha acabado, se deshace del lienzo, deja el balde, de viste la túnica, ocupa su sitio y dice: ¿Sabéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, Maestro y Señor lo he hecho así con vosotros, es para que vosotros os lavéis los pies unos a otros
Queda claro que entramos en “otra Pasión”. En diversos detalles irá siempre surgiendo “el Maestro y el Señor”, con diferencia a las narraciones de los sinópticos en los que resaltaba la realidad humana de Jesús, el padecimiento del hombre que se hizo igual a todos, menos en el pecado.
Ya en ese momento de ponerse a los pies de sus apóstoles, Simón Pedro se siente incomodado por el gesto del Maestro (gesto propio de criados), y en una reacción espontánea y noble, retrae sus pies y dice con molesta admiración: ¿Tú, Señor, lavarme a mí los pies? No me los lavarás jamás. Y Jesús responde: Si yo no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo. Sin duda era una situación extrema,   que Pedro ni había podido imaginar. Y con la isma espontaneidad saca los pies del diván y se remanga los brazos y le dice: Pues entonces lávame los pies, las manos y hasta la cabeza. No era tanto lo que pretendía el gesto de Jesús. Aprovecha para aclarar que estáis limpios…, aunque no todos De esta forma situarse a los pies de Judas era el último recurso para ablandar aquel corazón que estaba cerrado: no estaba limpio. Por eso, al acabar todo esta secuencia del lavatorio, Jesús vuelve decir: Seréis dichosos si, sabiendo estas cosas, las practicáis. No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes elegí, pero el que come mi pan, levantó contra mí su calcañar. Os lo digo desde ahora para que cuando suceda, mantengáis la fe en mí.

Luego vino ese momento durísimo en que Jesús hace ver a Judas que sabe Jesús que es él quien le entrega. Jesús se había conturbado interiormente. El discípulo amado, que estaba cerca de Él, por insinuación de Pedro pregunta quién es, en un gesto íntimo de echar la cabeza en el pecho de Jesús, buscando la confidencia secreta. Y Jesús le dice que es aquel a quien yo dé el bocado que voy a mojar. Y mojando un trozo de pan, tuvo con Judas la deferencia de darle a la boca ese detalle de amigo. Pero la verdad es que si hubiera sido acíbar no le sienta peor a Judas, que se pone muy nervioso. Y Jesús, que lo observa y lo ve a punto de gritar, le da una salida airosa: Lo que vas a hacer, hazlo pronto. Y nadie se enteró. Del fondo del problema. Judas salió y con él llevaba colgado a Satanás.

domingo, 22 de marzo de 2015

22 marzo: ELECCIONES EN ANDALUCÍA

5º CUARESMA, B
Comenzó la semana anterior con una llamada al gozo, pero dentro del espíritu cuaresmal. Se cerró la semana con referencias muy claras a la Pasión de Jesús. Y se desemboca hoy en esa síntesis tan propia de la mística cristiana que se resume en el MISTERIO PASCUAL. Vivimos realmente el gozo de la Redención, pero ese camino tiene sus pasos.
La 1ª lectura (Jer 31, 31-34) es una promesa esencial en la historia del Pueblo de Dios: ese pueblo recibió en el Sinaí la Alianza primera de Dios, grabada en las Tablas de los mandamientos. El Pueblo la ha traicionado muchas veces. El Pueblo ha quebrantado la Alianza. Y Dios entonces sale por encima de la infidelidad del Pueblo y hace por su cuenta una promesa de Alianza nueva escrita en los corazones. Por tanto, Alianza que ya llevamos metida dentro y que no se podrá quebrantar, Ni será necesario que un hermano instruya al otro, sino que cada uno la llevará en el fondo de su corazón. [ALIANZA: promesa y compromiso de Dios a favor de su Pueblo, independientemente de la respuesta del Pueblo. Pero alianza que requiere, en sana lid, una respuesta libre de correspondencia al amor recibido].
Esa Alianza nueva cuesta dolor, quejidos y llanto a Jesús, el Salvador, quien querría ser liberado del sufrimiento. Y de hecho –nos dice la 2ª lectura- que fue escuchado. Seguramente se nos ocurre pensar que cómo fue escuchado, si tanto padeció y hasta murió.
El Evangelio nos responde en propia palabra de Jesús, que el grano de trigo da fruto cuando ha caído en tierra y ha muerto. Y aquí es donde entra la auténtica fe del creyente, que cree contra toda razón, pero sigue creyendo, fiándose más de la Palabra de Dios que de su misma experiencia y observación.
El panorama que vislumbramos no es para estar optimistas. Ni política, ni social, ni personalmente…, ni es el sentir y en el actuar del momento, podemos concluir que se está realizando la promesa de Dios, de una Alianza eterna, inquebrantable. Y sin embargo, por encima de lo que vemos, y contra toda razón, hemos de saber poner por delante la PALABRA DE DIOS. Porque cielo y tierra podrán pasar y caer, pero mis palabras no pasaran.
Y vino una voz de Dios que confirmaba a Jesús; que la gente que estaba presente no alcanzó a poder saber lo que decía, pero que había prometido a Jesús el triunfo definitivo y total. Llevado a la consumación –a la muerte- se ha convertido para todos los que le temen en autor de salvación eterna.
Nosotros vivimos esa NUEVA ALIANZA, ETERNA, cada domingo o cada día en LA EUCARISTÍA. Y el tema que nos debe cuestionar es cómo la recibimos: “pasivamente” es el falso concepto de “oír Misa”. Activamente es sentirnos depositarios de una promesa de Dios a la que hay que corresponder, no “por precepto” sino porque la llevamos escrita en nuestros corazones, y sin tener que enseñar uno a su hermano…, porque desde el más pequeño al mayor todos reconocerán la salvación gratuita que viene de Dios.
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Andalucía está hoy en elecciones. Podemos pensar que ningún Partido es digno de nuestro voto. Pero no podemos votar por corazonadas ni por despecho. Partiendo –quizá- de que ninguno merece nuestra confianza, hemos de aplicar el criterio del “mal menor” o del “mejor bien posible”, para no desperdiciar un voto.

sábado, 21 de marzo de 2015

21 marzo: Pasión en Lucas (4)

La Pasión en San Lucas (4)
San Lucas es quien más espacio dedica al tema de los dos malhechores que fueron crucificados con Jesús: Llevaban a dos malhechores para ser ejecutados con Él. En los otros relatos, los dos injuriaban a Jesús. En Lucas uno de ellos le injuriaba. Le tentaba a bajar de la cruz y a hacer que ellos también quedaran liberados der aquel suplicio. El otro respondió y reprendió  al primero, y le decía: Ni siquiera  temes a Dios tú, que estás en el mismo tormento. Aquí aparece un reconocimiento que llama la atención. Y nosotros, en verdad, justamente, porque recibimos lo merecido por nuestras obras; pero éste no ha hecho nada malo.
Es un momento sublime. El malhechor se estaba confesando y reconociendo su culpa. Y a la vez estaba manifestando a las claras que Jesús no había hecho mal alguno. Lucas está dibujando una situación impensable. Aquel malhechos había reconoció en Jesús a Dios en el mismo suplicio…, a Jesús que no ha hecho mal alguno. Está en las alturas de la fe. Y desde ahí ya es muy normal volverse a Jesús y suplicarle humildemente: Acuérdate de mí, Jesús, cuando estés en tu reino. La confesión completa de la divinidad de Jesús. ¿Cómo ha llegado a ello aquel hombre? Lo que podemos barruntar es que se había impresionado al verlo padecer con tal paz, con tal serenidad, con tal humildad y grandeza frente a tanta ignominia. Jesús no era un desesperado, un crucificado que se retorcía ante su dolor inmenso. Allí había algo. Y el letrero clavado sobre su cabeza, rezaba así: Jesús nazareno, REY DE LOS JUDÍOS. Y para el ladrón aquello le dijo mucho; podrían haberlo puesto como acusación, pero el seguía teniendo en su alma que “el rey de los judíos” era el Mesías que esperaron, y que el Mesías verdadero era “Hijo de Dios”, “Rey de Israel”, “Bendito que viene en nombre del Señor”… El malhechor había orado y su corazón se había ido purificando y ahora, estando en el mismo suplicio, reacciona al revés que el otro de la izquierda.
Entonces ya habla a Jesús directamente. Y obtiene una respuesta que está en el marco mismo de este episodio sublime: En verdad te digo (era como un juramento de Jesús): Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso. Es un momento para meditar de rodillas. Incluso para muchos es una prueba fehaciente de que lo que se purga, se purga en este mundo, porque al que había sido malhechor no le espera un paso intermedio antes de llegar al “Paraíso”. Será HOY MISMO. Será a tu muerte, tras este tormento que estamos padeciendo.
Y es tan inmediato ese paso en Jesús, que San Lucas pone a continuación el momento cumbre de su vida, entregándose confiadamente en los brazos de Dios, su Padre: “Padre: en tus manos entrego mi espíritu”. Y el sol se eclipsó, dice Lucas (y solo él), oscureciéndose la tierra hasta las 3 de la tarde.
San Lucas dirá como algo distinto que la turba que había concurrido al espectáculo, al ver las cosas sucedidas, se volvía golpeándose el pecho. Por supuesto el centurión dio gloria a Dios reconociendo que “Este hombre era realmente justo”. Son matices diversos respecto a las otras narraciones de los sinópticos. Y matices muy cordiales, que hacen de este evangelio un relato muy sentido y cercano

viernes, 20 de marzo de 2015

20 marzo: Pasión en San Lucas (3)

LA PASIÓN EN LUCAS (3)
Un poco de moviola me voy a permitir. El envío de Jesús a Herodes es una estratagema cobarde de Pilato, que no quiere enfrentarse con los judíos y se agarra a la última acusación que hacen, y que Lucas recoge: Revuelve al pueblo enseñando por toda Judea y empezando por Galilea”. Pilato encontró la coartada: si empezó en Galilea, que lo juzgue el representante de Galilea.
Y así es como Jesús vino a dar con ese zorro –como Jesús lo había calificado al tetrarca por las sucias artes que utilizaba siempre, sin más finalidad que el culto al propio Yo, con una Corte que ya lo conoce y lo adula, porque sabe que para Herodes o se está con él o se cae en desgracia.
Éste iba a ser el que podía decidir la suerte de Jesús. A Jesús se le heló la respiración, no tanto por lo que Herodes podía decidir (ya lo hizo como un pelele en la muerte del Bautista), cuanto por encontrarse con aquella pantomima de hombre, algo tan opuesto a la reciedumbre y verdad de Jesús.
Y ya se vio el proceso ante Herodes: sólo le interesó divertirse a costa de unos cuantos milagros de Jesús, en su presencia y la de la Corte reunida para “la fiesta”. Y Jesús sintió repugnancia con sólo pisar aquella Sala que había sido testigo de la bandeja con la cabeza de Juan en manos de una bailarina, ante aquel hombre que vivía en adulterio con la mujer de su hermano. Y Jesús agachó los ojos y se aisló. Herodes insistía como quien ofrece la misma libertad a costa de un simple milagro de los “habituales” que Jesús repartía… Los sacerdotes no paraban de acusar porque querían dar valor a aquel acto e impresionar al tetrarca, que estaba en su mundo, no fuera a soltar a Jesús en alguna de sus veleidades. JESÚS CALLABA. Y como Herodes no renunciaba a divertirse, optó por la burla y el desprecio, dejando a su guardia que se mofara de Él. La Corte, aduladora, aplaudió la diversión, y Jesús salió de nuevo hacia Pilato.
El siguiente tema exclusivo de Lucas son las mujeres que lloran y se lamentan junto a Jesús, camino del Calvario. ¿Eran mujeres sensibles al dolor de Jesús, que acompañaban con sus llantos? ¿Eran plañideras de oficio con sus lamentos? Lo que sabemos es que Jesús no sintió atracción por aquello, y más bien les hizo caer en la cuenta que lloraran por esos hijos que habían gritado en la plaza del pretorio, o por todos esos otros que no aparecen para acompañar…: por esos “leños secos”, incapaces, escondidos, pasivos…, por todos los que se limitan a lamentar y no hacen nada más, nada útil.

De Lucas es aquella “Palabra” de Jesús ante todo lo que está acaeciendo, cuando ya vive los terribles sufrimientos de la crucifixión, y desde esa atalaya puede mirar a todos los que han intervenido, y pronuncia una inmensa palabra de perdón universal y liberador: Perdónalos, Padre, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN. Ni los ejecutores directos, ni Pilato, ni Herodes, ni los sacerdotes y ancianos, ni las gentes que asisten como a un espectáculo. NO SABEN LO QUE HACEN. Los disculpa a todos. Y es que –pese a sus responsabilidades por mentiras e injusticias- van ciegos por la vida, ciegos por sus pasiones y ciegos porque lo que no han aceptado bajo ningún concepto, es que quien se asfixiaba en la cruz era el Mesías, el Hijo de Dios. Tenían más culpa los que lo habían traído hasta este extremo, pero aún así, ¿qué sabían ellos? Ese fue el sentir de Jesús en su primera palabra –entrecortada por la difícil respiración- pronunciada ya en la cruz.

jueves, 19 de marzo de 2015

19 marzo: SAN JOSÉ

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ
Hoy es el día de San José. Una liturgia que expresa en la distancia la importancia de este Santo, que el evangelio del día nos llevará a la cumbre. Porque las dos lecturas primeras en la Misa quedan el “lecturas alusivas”: En 2Sam 7 (muy fragmentado) Dios encarga al profeta Natán que le avise a David que –a su muerte- estableceré un descendiente tuyo, hijo de tus entrañas sobre el que consolidaré mi Reino: Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. La alusión y referencia es Jesús, pero Jesús es tal “descendiente de las entrañas de David” a través de José, el esposo de María, de la que nació Jesús. Ya tiene ahí José una esencial importancia de eslabón mesiánico.
La 2ª lectura es de Rom 4, igualmente fragmentada, desde el v. 13. El personaje que ahí resalta es Abrahán y su fe: el hombre que creyó contra toda razón, porque se le promete una amplia descendencia a través del hijo único, Isaac, y a la vez se le pide que lo ofrezca en sacrificio total a Dios. Y Abrahán CREE en el absurdo y tiene ya levantada la mano con el cuchillo para degollar a su único hijo, el de la promesa de descendencia. Descendiente de una fe tan inconcebible es José.
Porque José es un muchacho tan enamorado de una doncella que ya se ha fijado –en promesa- el acta de matrimonio, por la que se poseen ya como futuro marido y mujer; pacto sagrado que ligaba plenamente. Y de pronto esa muchacha está encinta sin que José haya intervenido. La lógica sospecha es que ha habido un adulterio. La lógica decisión de José sería denunciarla. Pero haciendo de tripas corazón opta por desaparecer él y no hacer daño. Y Dios le sale al paso EN FE, en sueños, para decirle algo inaudito: lo que lleva María en su seno es del Espíritu Santo. Recíbela por esposa, y sé el padre de esa criatura que va a nacer. ¡Ni un cuento de ficción podría igualarse! Y sin embargo José CREE CONTRA TODA RAZÓN, lleva a María a su casa (han realizado el matrimonio oficial). Y José lleva sus espaldas todo el misterio, y llevará toda la responsabilidad. Y él vendrá a ser ese eslabón que otorgue a Jesús la descendencia de David, porque su esposa lleva en su seno un hijo que no es de él. ¡Hay que pensarlo!
Santiago dice: muéstrame tu fe sin obras, que yo por mis obras te mostraré mi fe. ¡Esto es lo grande! Porque creer con mero asentimiento de la mente, ¡hasta los demonios creen! Creer cuando implica una vida entera, eso es la verdadera fe. Y José tuvo que afrontar cada momento misterioso de aquella historia, tuvo que ser responsable de la vida, salud, alimentación y enseñanza de aquel niño. Y cuando los años han pasado y parece como que ya está todo asimilado y casi en el baúl de los recuerdos, un día el niño declara que se quedó en el Templo para ocuparse de las cosas de su Padre, en tanto que José lo buscaba angustiado. Y José hubo de tragar saliva y rememorar que él era solo lo que era… Y tomar al niño de la mano y regresar a Nazaret con el nudo en la garganta…

¡Y de José nada más se supo! Ha hecho lo que tenía que hacer…, ha servido para lo que tenía que servir…, y ni una palabra más sobre él. Todos finiquitamos su “historia” dando por hecho que murió en brazos de Jesús y quedamos tan devotos. La realidad es que no hay ni un solo dato más sobre José. Es el Santo prócer que apareció para lo que tenía que aparecer, vivió para lo que tenía que vivir, y desaparece cuando ya su figura “no hace falta”, o incluso “estorbaba” en la fe de aquella primera Comunidad que se podía liar con la paternidad de Jesús.

miércoles, 18 de marzo de 2015

ZENIT, 18 marzo: Los niños, un bien para la sociedad

18 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Miles de peregrinos venidos de todas partes del mundo han acudido hoy a la plaza de San Pedro, como cada miércoles, para compartir con el Santo Padre el tiempo de la audiencia general. Con gran alegría ha recibido a Francisco en su llegada en papamóvil pasadas las 9.30 de la mañana. Durante unos veinte minutos ha recorrido la plaza saludando a los allí presentes. Mientras, la multitud, agitaba sus banderas, alzaba sus pancartas y mostraban su cariño al Papa. Los niños más pequeños que con ayuda de sus padres lograban alcanzar las primeras filas, han recibido la bendición especial del Santo Padre, quien les acariciaba y besaba con ternura.
Esta semana, han proseguido con la serie de catequesis de la familia sobre los “niños”. Lo hará en dos partes. Hoy ha hablado del “gran don que son para la humanidad” y la semana que viene será sobre las heridas que hacen mal a la infancia.
En el resumen que el Papa ha hecho en español, ha indicado: “Queridos hermanos y hermanas. De entre las figuras familiares, hoy deseo centrarme en los niños, como gran don para la humanidad. Ellos nos recuerdan que todos hemos sido totalmente dependendientes de los cuidados de otros. También Jesús, como nos muestra el misterio de la Navidad. En el Evangelio se elogia a los ‘pequeñso’, a los que necesitan ayuda, especialmente a los niños”.
Asimismo, ha afirmado que “ellos son una riqueza para la Iglesia y para nosotros: nos hacen ver que todos somos siempre hijos, necesitados de ayuda, amor y perdón, que son las condiciones para entrar en el Reino de Dios”. A continuación, también ha explicado que “desmontan la idea de creernos autónomos y autosuficientes, como si nosotros nos hubiéramos dado la vida y fuéramos sus dueños, en vez de haberla recibido”. Los niños --ha subrayado-- nos enseñan también el modo de ver la realidad de manera confiada y pura. Cómo se fían espontáneamente de papá y mamá, cómo se ponen sin recelos en manos de Dios y de la Virgen. Sienten con sencillez las cosas, sin ver en ellas únicamente algo que puede servirnos, que podemos aprovechar. Ellos sonríen y lloran, algo que a menudo se bloquea en los mayores.
A continuación, ha saludado a  los peregrinos de lengua española, en particular “a los venidos de España, México, Perú, Uruguay y Argentina”. Hermanos y hermanas, ha dicho el Papa, los niños dan vida, alegría, esperanza. Dan también preocupaciones y a veces problemas, pero es mejor así que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños, o no quieren a los niños. Finalmente ha invitado a pedir “que Jesús los bendiga y la Virgen los cuide”.

Para finalizar, tras los saludos en las distintas lenguas, el Papa ha dirigido un pensamiento especial a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Así, ha recordado que este jueves celebramos la Solemnidad de san José, patrón de la Iglesia universal. De este modo, ha pedido a los jóvenes que le miren “como ejemplo de vid humilde y discreta”. A los enfermos les ha invitado a “llevar su cruz con la actitud del silencio y de la oración del padre putativo de Jesús”. Por último, a los recién casados, les ha exhortado a “construir vuestra familia sobre el mismo amor que unió a José con la Virgen María”.

18 marzo: Pasión desde los ojos de Lucas

La Pasión en San Lucas (2)
Siendo así que Lucas es el evangelio más cercano y –podríamos decir- más “humano”, tiene diversos rasgos que elevan su relato a conocer que el que padece es Hijo de Dios. Su mismo comienzo: “He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros…, y no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios”, pone ya una nota que se sale de un anuncio humano.
El “ángel” del Huerto, otro detalle que pone sobre un hecho que se sale de normal.
Y cuando es apresado Jesús “los que estaban alrededor, viendo lo que iba a pasar, dijeron: ‘Señor, ¿acometemos con la espada?’ Y antes de esperar respuesta ya uno de ellos hirió al siervo del pontífice y le cortó la oreja. Pues bien: el único evangelista que dice que Jesús “cogió la oreja y lo curó” es San Lucas. Y acabará el relato con la expresión: ésta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas, que no expresan los otros sinópticos.
Y aunque sea adelantar acontecimientos, Lucas se extiende en el diálogo de Jesús con el ladrón de su derecha y le promete: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso, lo cual es una confesión abierta de la divinidad.
Volviendo al punto del Huerto, prendimiento y conducción de Jesús a los sacerdotes, el tercer evangelio es el que sitúa el juicio contra Jesús “al amanecer”, como algo distinto de los otros dos evangelios.
Otro momento característico de Lucas es la ida a Herodes, que no es recogido por ninguno de los otros. Y es un momento de gran importancia porque Herodes se situaba al margen del proceso, con tal de que Jesús les divirtiera con algún milagro. Y sin embargo Jesús no dijo allí ni una sola palabra, hasta el punto de que la reacción de Herodes es considerarlo “un loco” (o un tonto, un infeliz) del que se burla y hace que los demás se rían, porque no supo aprovechar “su oportunidad”. Su guardia, después de despreciarlo e insultarlo, le puso un vestido brillante y lo remitió a Pilato. Aquel día se hicieron amigos Herodes y Pilato, que estaban enemistados.
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, y les dijo: ‘Me habéis traído a este hombre como a perturbador del pueblo, y veis que yo –después de examinarlo ante vosotros- no he encontrado culpa alguna de la que le acusáis. No tampoco Herodes, pues lo ha remitido. Por tanto, nada ha hecho digno de muerte’. También esto es solo de San Lucas. Con una conclusión que rompe todos los moldes de la lógica y de la justicia: Por tanto, lo soltaré después de castigarlo. Como no ha hecho nada digno de muerte, lo sustituye por un castigo, que Lucas no concreta. Juan sí lo hace con el primer “castigo” –terrorífico en sí mismo, que son los azotes. Pero es que esa misma referencia del 4º evangelio nos lleva a un paso previo a la crucifixión. Pilatos engañaba (y se engañaba) pensando que con la flagelación podría evitarse la cruz…, pero –por si acaso- ya llevaba eso adelantado.
Y Juan, con Mateo y Marcos nos narrará después ese otro castigo (al que hace Pilato oídos sordos) de la corona de espinas y la burla de los soldados. San Lucas no ha contado ninguno de los dos “castigos”.

Aparecerá la novedad de San Lucas en aquellas mujeres llorosas que se ponen junto a Jesús en el camino del Calvario, a las que Jesús les advierte que no lloréis por mi; llorad más bien por vuestros hijos, causantes o víctimas de esta situación que se produce en el leño verde.

martes, 17 de marzo de 2015

ZENIT, 17 marzo: Iglesia con puertas abiertas

17 de marzo de 2015 (Zenit.org) - La Iglesia es la casa de Jesús, una casa de misericordia que acoge a todos, y por tanto no un lugar del cual los cristianos puedan cerrar las puertas. Esta ha sido la advertencia que el santo padre Francisco ha hecho esta mañana en la homilía de Santa Marta.
La reflexión del Papa ha comenzado por el agua, protagonista de las lecturas litúrgicas del día. “El agua que sana”, la ha llamado Francisco, que comenta la descripción que el profeta Ezequiel hace del goteo que surge en el umbral del templo, que se convierte en el exterior en un torrente impetuoso y en cuyas aguas ricas de peces cualquiera podrá ser sanado. Y el agua descrita de la piscina de Betzatà, descrita en el Evangelio, cerca de la cual hay un paralítico desde hace 38 años entristecido --y según Francisco también un poco “perezoso”-- que no ha encontrado nunca la forma de hacerse sumergir cuando las aguas se mueven y por tanto buscar la sanación. Así, el Papa ha explicado que Jesús sin embargo lo sana, y lo anima a “ir adelante”, pero esto desencadena la crítica de los doctores de la ley porque la sanación tuvo lugar un sábado. Una historia que sucede muchas veces también hoy.
De este modo, el Pontífice ha indicado que “un hombre, una mujer, que se siente enfermo en el alma, triste, que ha cometido muchos errores en su vida, y en un cierto momento siente que las aguas no se mueven, está el Espíritu Santo que mueve algo, o escucha una palabra o… ‘Ah, ¡yo quisiera ir!’... Y tiene coraje y va”. Y cuántas veces hoy --ha advertido--  en las comunidades cristianas se encuentran las puertas cerradas. ‘Pero tú no puedes, no, tú no puedes. Tú te has equivocado aquí y no puedes. Si quieres venir, ven a misa el domingo, pero quédate ahí, no hagas más’. Por eso, el Santo Padre ha observado que lo que hace el Espíritu Santo en el corazón de las personas, lo destruyen los cristianos con psicología de doctores de la ley.
Nuevamente, ha recordado que la Iglesia tiene siempre las puertas abiertas. “Es la casa de Jesús y Jesús acoge. Pero no solo acoge, va a encontrar a la gente como fue a buscar a este. Y si la gente está herida, ¿qué hace Jesús? ¿Le regaña por estar herida? No, va y lo carga sobre los hombros. Y esto se llama misericordia. Y cuando Dios regaña a su pueblo --’Misericordia quiero, no sacrificios’-- habla de esto”, ha explicado el Papa.
A continuación, ha preguntado: “¿quién eres tú para cerrar la puerta de tu corazón a un hombre, a un a mujer que quiere mejorar, volver al pueblo de Dios, porque el Espíritu Santo ha tocado su corazón?”. Así, Francisco ha pedido que la Cuaresma ayude a no cometer el error de quien desafió el amor de Jesús hacia el paralítico solo porque era contrario a la ley.

Al concluir la homilía, el Papa ha invitado a pedir al Señor en la misa “por nosotros y por toda la Iglesia”, o sea “una conversión hacia Jesús, una conversión a Jesús, una conversión a la misericordia de Jesús. Y así la ley será plenamente cumplida, porque la ley es amar a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos”.

17 marzo: La Pasión en San Lucas

La Pasión en San Lucas
El tercer evangelista tiene ya una solemne introducción a la Pasión. Recostados ya para iniciar la Cena, Jesús adquiere un tono profundo y le dice a los Doce: “He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de padecer, pues ya no la comeré hasta que se cumpla el reino de Dios”. Es realmente un anuncio de lo que empieza en este momento: “antes de padecer”. Y ya no volverá a comerla. Porque ya en el Reino de Dios será todo muy distinto. Y toma una copa y brinda con sus apóstoles, volviendo a repetir que ya no la volverá Él a tomar en esta vida.
Sigue el anuncio del traidor. Y la Institución de la Eucaristía, en paralelo con los otros sinópticos, al igual que el anuncio de las negaciones de Pedro, con la particularidad de dirigirse directamente a Pedro con una doble llamada de atención: “Simón, Simón: mira que Satanás ha logrado cribaros como el trigo. Yo he pedido por ti al Padre para que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. No es sólo un anuncio; es a la vez aviso y encargo, intercesión por el que se va a tambalear y en quien seguirá Jesús poniendo su confianza. Y Simón acabará siendo el que ponga en pie a los otros escandalizados apóstoles.
Y pregunta Jesús a todos ellos, queriéndolos preparar para la lucha: “Cuando os envié sin bolsa ni alforja ni sandalias. ¿os faltó algo?  Responden: -No. Pues ahora, el que tenga bolsa o alforja o manto, que lo tome. O que venda el manto para comprar espada, porque os digo que está escrito de mí: ‘será contado entre los malhechores’. Porque lo que se refiere a mí, toca a su fin”. Ahora hay que pertrecharse para la batalla. Yo voy a mi final y como malhechor. Vosotros lo vais a pasar mal y tenéis que prepararos. Y con esas expresiones extremas de Jesús, llega a decirles que más van a necesitar de fuerza que de manto. Y lo hace con esa comparación de la espada. Simón mira a la pared y halla la solución: Señor: aquí hay dos espadas. Dos adornos de la “sala amueblada”. Y queda en evidencia: no ha entendido nada. Por eso Jesús corta por lo sano y como queriendo hacerles despertar de aquel error, pronuncia un “¡Basta!” muy seco. Realmente no lo han entendido en algo tan serio como quería trasmitirles.
Y de ahí, al Huerto, donde san Lucas aporta detalles peculiares: señala la distancia a la que se sitúa para orar: un tiro de piedra, unos 30 metros. De rodillas, aunque otras traducciones lo expresan “postrado”, aplastado sobre el suelo, lo cual es propio del abatimiento de los momentos finales “en agonía”, “en sudor copioso como de gotas de sangre que caían hasta el suelo”. No se puede perder de vista la expresión: “como de” gotas de sangre… Ha hecho correr mucha tinta porque no dice expresamente que sudó sangre. Sí dice que corría el sudor como corre la sangre de una herida, de modo que caía hasta el suelo.

            Otro detalle típico de Lucas es “el ángel del cielo que se le apareció para confortarle”. Teniendo en cuenta que la escritura bíblica habla frecuentemente del “ángel de Dios” para expresar al mismo Dios, es una muy interesante referencia a esa presencia de LA FE INCONDICIONAL de quien está agonizando en medio de un terrible sufrimiento que le ahoga, pero en esa misma realidad está viviendo su fe inquebrantable. Es su gran ángel, su gran fuerza para seguir hasta el final, y ser Él mismo quien despierta a los suyos para llamarles la atención sobre el traidor que llega.

lunes, 16 de marzo de 2015

ZENIT: 16 marzo: "Dios enamorado de nosotros"

16 de marzo de 2015 (Zenit.org) - Dios está enamorado de nosotros y somos su sueño de amor y esto no lo puede explicar ningún teólogo. Así lo ha afirmado el Santo Padres en la homilía de esta mañana en Santa Marta.
En la primera lectura de hoy, del profeta Isaías, el Señor dice que creará “cielo nuevo y tierra nueva”. Por eso, el papa Franciso afirma que la segunda creación de Dios es aún más “maravillosa” que la primera, porque “cuando el Señor ‘rehace’ el mundo estropeado por el pecado” lo ‘rehace’ en Jesucristo. Y en este renovar todo, Dios manifiesta su gloria inmensa.
El Pontífice lo ha explicado así. “Vemos que el Señor tiene mucho entusiasmo: habla de alegría y dice una palabra: ‘gozaré de mi pueblo’. El Señor piensa en eso que hará, piensa que Él, Él mismo estará en la alegría de su pueblo. Es como si fuera un ensueño del Señor: el Señor sueña. Tiene sus sueños. Sus sueños sobre nosotros. ‘Ah, qué bonito será cuando nos encontremos todos juntos, cuando nos encontremos allí o cuando esa persona, esta otra... aquella otra caminará conmigo. ¡Yo disfrutaré en ese momento!” De este modo, el Santo Padre ha dado un ejemplo que puede ayudar: como si una chica con su novio o el chico con su novia pensara ‘cuando estemos juntos, cuando nos casemos...’ Es el ‘sueño’ de Dios.
Además, ha querido recordar en la homilía que “Dios piensa en cada uno de nosotros” y “piensa bien, nos quiere, ‘sueña’ con nosotros. Sueña con la alegría con la que gozará con nosotros. Por esto el Señor quiere ‘re-crearnos’ hacer nuevo nuestro corazón, ‘re-crear’ nuestro corazón para hacer triunfar la alegría”.
“¿Lo habéis pensado?”, se pregunta Francisco, y responde: ‘¡El Señor sueña conmigo! ¡Estoy en la mente, en el corazón del Señor! ¡El Señor es capaz de cambiar mi vida!” Y hace muchos planes, explica Francisco. “Fabricaremos casas, plantaremos viñas, comeremos juntos”... estas son ilusiones que hace solamente un enamorado. Y aquí el Señor se muestra enamorado de su pueblo, ha proseguido el Papa. Al respecto, el Santo Padre ha indicado que cuando el Señor dice a su pueblo: “Yo te he elegido no porque seas el más fuerte, el más grande, o el más poderoso. Sino que te he elegido porque eres el más pequeño de todos. También puede decir: el más miserable de todos. Yo te he elegido así”. Y esto --ha observado el Papa-- es amor.
El Papa ha insistido en que “Dios está enamorado de nosotros” al comentar el pasaje del Evangelio sobre la sanación del hijo del funcionario real. “Creo que no haya ningún teólogo que pueda explicar esto: no se puede explicar. Sobre esto solo se puede pensar, escuchar y llorar de alegría. El Señor nos puede cambiar”.
¿Y qué debemos hacer?, se ha preguntado el Papa. La respuesta: Creer. “Creer que el Señor puede cambiarme, que el Señor es poderoso: como ha hecho con ese hombre que tenía el hijo enfermo, en el Evangelio”. Así, Francisco ha explicado que ese hombre creyó en la palabra que Jesús le había dado y se puso en camino”. Creyó que Jesús tenía el poder de cambiar a su hijo, la salud del niño. Y venció.

Finalmente, el Pontífice ha recordado que “la fe es dar espacio a este amor de Dios, es hacer espacio al poder, al poder de Dios, pero de que uno que es poderoso, al poder de uno que me ama, que está enamorado de mí y que quiere la alegría conmigo. Esto es la fe. Esto es creer: es hacer espacio al Señor para que venga y me cambie”.