jueves, 28 de febrero de 2013

Bloguero novato


ME PERMITO COPIAR Y PEGAR UN TROZO DE UN BLOG recién nacido

      Leo curioso y me va fascinando la que entiendo sinceridad sensata de Daniel, un bloguero a todas luces novel (tiene tres entradas en su blog), y que se define de esta guisa:
    «Aquí estoy. Me llamo Daniel, y soy un católico de 23 años.
El señor Ratzinger, ha renunciado toda su vida.

    Así de sencillo.
    El Papa renunció a una vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de Mozart, para llenarla de teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres. Renunció a, teniendo 85 años, estar jubilado, disfrutando a sus nietos en la comodidad de su hogar y el calor de una fogata. Renunció a disfrutar su país. Renunció a tomarse días libres. Renunció a su vanidad. Renunció a defenderse contra los que lo atacaban. Vaya, me queda claro, que el Papa fue un tipo apegado a la renuncia.
    Y hoy, me lo vuelve a demostrar. Un Papa que renuncia a su pontificado cuando sabe que la Iglesia no está en sus manos, sino en la de algo o alguien mayor, me parece un Papa sabio. Nadie es más grande que la Iglesia. Ni el Papa, ni sus sacerdotes, ni sus laicos, ni los casos de pederastia, ni los casos de misericordia. Nadie es más que ella. Pero ser Papa a estas alturas del mundo, es un acto de heroísmo (de esos que se hacen a diario en mi país y nadie nota). Recuerdo sin duda, las historias del primer Papa. Un tal… Pedro. ¿Cómo murió? Sí, en una cruz, crucificado igual que su maestro, pero de cabeza. Hoy en día, Ratzinger se despide igual. Crucificado por los medios de comunicación, crucificado por la opinión pública y crucificado por sus mismos hermanos católicos. Crucificado a la sombra de alguien más carismático. Crucificado en la humildad, esa que duele tanto entender. Es un mártir contemporáneo, de esos a los que se les pueden inventar historias, a esos de los que se les puede calumniar, a esos de los que se les puede acusar, y no responde. Y cuando responde, lo único que hace es pedir perdón. ‘Pido perdón por mis defectos’. Ni más, ni menos. Qué pantalones, qué clase de ser humano. Podría yo ser mormón, ateo, homosexual y abortista, pero ver a un tipo, del que se dicen tantas cosas, del que se burla tanta gente, y que responda así… ese tipo de personas, ya no se ven en nuestro mundo.
    Vivo en un mundo donde es chistoso burlarse del Papa, pero pecado mortal burlarse de un homosexual (y además ser tachado de paso como mocho, intolerante, fascista, derechista y nazi). Vivo en un mundo donde la hipocresía alimenta las almas de todos nosotros. Donde podemos juzgar a un tipo de 85 años que quiere lo mejor para la Institución que representa, pero le damos con todo porque “¿con qué derecho renuncia?”. Claro, porque en el mundo NADIE renuncia a nada. A nadie le da flojera ir a la escuela. A nadie le da flojera ir a trabajar. Vivo en un mundo donde todos los señores de 85 años están activos y trabajando (sin ganar dinero) y ayudan a las masas. Sí, claro.
    Pues ahora sé Señor Ratzinger, que vivo en un mundo que lo va a extrañar. En un mundo que no leyó sus libros, ni sus encíclicas, pero que en 50 años recordará cómo, con un simple gesto de humildad, un hombre fue Papa, y cuando vio que había algo mejor en el horizonte, decidió apartarse por amor a su Iglesia. Va a morir tranquilo señor Ratzinger. Sin homenajes pomposos, sin un cuerpo exhibido en San Pedro, sin miles llorándole aguardando a que la luz de su cuarto sea apagada. Va a morir, como vivió aun siendo Papa: humilde.
    Benedicto XVI, muchas gracias por renunciar.

ADIÓS, SANTO PADRE

SANTA SEDE

Bendito quien confía en Dios


Día 1 de marzo
          PRIMER VIERNES DE MES
Cultos expresamente orientados a resaltar el Corazón de Dios…, su amor hacia toda la humanidad.

*****  %%%   *****

Dichas y desgracias
             Este Jueves 2º de Cuaresma puedo comenzarlo así, según la mirada que nos deja las lecturas de hoy. Me gusta más que intitular, con las palabras mismas de la 1º lectura: Malditos y Benditos.  Pienso que el día que sepamos leer la Sagrada Escritura desde la mirada de Dios, hablaremos menos de todos esos términos negativos, amenazadores, condenatorios, que constituyen muchas veces como el “coco” de la “religión”.  Y no es que no sean expresiones de algo real. Lo que digo es que fundamentar la RELIGIÓN en dardos arrojadizos para acallar y casi aplastar al que piensa de otra manera, es algo ya anacrónico.  No sé si fue mejor que hubiera tiempos que sirvieran de instrumentos coercitivos o estimuladores.  Digo que la fe de la Iglesia tendrá más luz y mejor penetración en las almas si leemos con el tono de Dios.
             Es a propósito de esas lecturas de hoy en las que evidentemente les cabe dos acentos muy diferenciados. Y yo me quiero quedar en el positivo: Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces. Cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.
             Imaginamos por un momento este planteamiento como base esencial de nuestra predicación, de nuestra experiencia espiritual, de la razón de nuestros actos, del por qué de nuestras palabras o silencios, del modo de vivir esponjosamente la grandeza y belleza de nuestra fe y de nuestra relación paterno-filial con Dios.  Y yo siento como ese chorro de aire fresco que cambia la misma percepción que tiene de la Iglesia, de la fe, de la Religión y de Dios, el mundo que vivimos.
             Y no es que no haya que tener en cuenta que el mundo no es Jauja. Pero será “en diferido” como pueda salir esa parte. Como hace el texto, a continuación de lo citado: Nada más falso y enfermo que el corazón, ¿quién lo entenderá?   ¡Esa es la pena!  Que tenemos una bola de luz en las manos, y que podría encender toda la vida de la persona y mirar así hacia afuera…, y que el corazón enfermo, falso, es capaz de estropearlo, y donde hay luz, poner oscuridad; donde hay nitidez poner empañamiento; donde hay alegría sembrar estiércol.  Con razón se pregunta el autor: Quién lo entenderá?  Porque encima de todo es que el primer desgraciado es ese que tiene el corazón eclipsado y no puede ver el sol.
             Y al pasar al Evangelio, volvemos a la posible doble lectura. Y yo gozo viendo a ese pobre Lázaro, que no es un amargado; que todavía es capaz de estar allí, porque todavía piensa que pueden llegarle las migajas sobrantes de la mesa del rico.  Y como Jesús dibuja con rasgos de artista, llega a poner a los perros como capaces de instintos leales, que compensan la otra realidad penosa del egoísmo que ni disfruta del todo, ni sabe hacer disfrutar. “Los perros venían a lamerle las llagas”. Ponían lo que ellos podían poner. Ha dejado Jesús la pincelada que Él quería dejar. Y es en positivo.
             Luego lo deja todo todavía más claro: Muere el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.  Queda patente lo bendito que es haber crecido con el corazón junto a las aguas…, haber echado raíces, haber crecido en la mirada de un corazón noble.  Y el contraste es rompedor: Murió el rico y lo enterraron.  Así de seco y escueto.
             Lo demás de la parábola podrá escudriñarse, sacarle otros contenidos.  Cada rasgo expresado por Jesús es un tesoro.  Porque ese mismo abismo infranqueable está hablando de la distancia imposible que hay entre el egoísmo y el amor; la comprensión y el juicio temerario, la bondad del corazón y el corazón enfermo.  Y aún ahí, todavía recalca que la solución no está en el “parche” de avisar a mis hermanos…, sino en el propio corazón de esos hermanos que tienen a los profetas para saber dónde está la acequia y dónde se pueden fecundar las buenas obras, los buenos pensamientos, las actitudes nobles de la vida.

             Cuando hoy he llegado en mi oración al momento en que Jesús es llevado ante aquellos jueces de corazón predispuesto contra Jesús, y preñados de venganza, he visto plasmado el mensaje litúrgico del día: Bendito quien pone su confianza en el Señor. Por eso, mientras aquellos “jueces” no saben por dónde tirar y tantean falsas palancas para derribar a Jesús, Jesús se mantiene señor y dueño porque su Corazón está puesto en el Dios.  Y así afronta a pecho descubierto todo el enjambre de maldades y mentiras, para callar y ni siquiera pretender una explicación…, o para hablar clara y rotundamente cuando le conjuran en nombre de Dios.  Porque es bendito quien pone su confianza en el Señor, y aunque de su respuesta se va a seguir una evidente condena, Jesús no disimula ni un punto de una i.
             En Jesús no hay corazón enfermo.  Por eso se le puede entender sin grandes dificultades, en cuanto que sea en Él en quien pongamos el acento aún en nuestras conversaciones más normales.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Miércoles 2º Cuaresma


Con las ilusiones intactas
             De nuevo con todos vosotros. Se ha roto algo del proceso que llevaba, con ese intento de sumergiros conmigo en los misterios de la Pasión. Y sin embargo hay algo que gana en cada recodo de este camino de la vida en el que siempre está el Señor.  Y es que resulta muy distinta la Pasión meditándola desde “observador contemplativo” a verse uno mismo sumergido en alguna forma de Cristo paciente. Y ya imagina uno menos, y experimenta dentro más.  Es la realidad de la vivencia, que no dice lo que ve sino que está más medular, como en propias carnes.
             Y lo sublime es que basta la media vuelta en el lecho para descubrir que el sol sigue saliendo cada mañana y que vuelve a poner brillante el horizonte que parecía fantasmagórico diez minutos antes.

             Yo sí he seguido en mi oración personal con el paso a paso de los misterios de Pasión. Prácticamente no he podido dejar de agarrarme a mi oración diaria, ni siquiera el día que hubo su conato de crisis, y aunque más garabateé mi agenda que lo que se llama escribir, no había ningún garabato como tal. Detrás estaba el misterio que contemplaba y vivía desde ese núcleo más íntimo del que “no ve la Pasión” sino que “siente en sí al Cristo del Huerto”.  Por eso, hoy enchufaría esta reflexión del blog con el momento en que estoy ante Jesús en la espantosa noche del jueves al viernes santo.  Entrecruzadas las miradas de Simón, jurando no conocer a ESE HOMBRE, y Jesús conducido exactamente en ese instante desde el patio de guardia donde ha sido maltratado, hasta la mazmorra en que lo van a dejar cerca de dos horas, hasta que llegue la madrugada y se pueda celebrar el falso juicio religioso.
             Un Jesús que casi lo veo hecho un ovillo, echado allí como un bicho al que se le deja a buen recaudo, y queda solo, bajo las mil ideas terribles y dolorosas que le embargan:  ese pobre discípulo y amigo Simón, que se ha topado de bruces, en plena negación, y la puñalada en el alma de Maestro que lo ha escuchado…, mientras el gallo cantaba como un despertador para la conciencia de Simón…, y como compuerta de llanto que se abre en cascada en ese instante…  Y Jesús, en su soledad, pensando adónde iría ahora ese pobre hombre derrotado.
             ¿Y los otros? ¿Dónde estarían los otros que huyeron ya del Huerto? ¿Adónde habrán ido? ¿Dónde estarán?  ¿Qué estarán haciendo?  Y quedaba al más trágico recuerdo: ¿Y Judas? ¿Qué habrá hecho Judas, que despreció hasta el último instante la mano tendida que Jesús le ofreció?  La soledad de la mazmorra es un bullidero en el pensamiento. Lo que ya no hay en Jesus es el agobiante pavor del Huerto.  Cuando las cosas se ven de lejos y hasta la imaginación pone su propio fantasma,  causan mucho más terror y angustia. Ahora Jesús ve muy claro que su suerte está echada; que ya rueda ese espantoso carrusel en una dirección tan evidente que sencillamente no queda sino la aceptación y entereza del que se sabe abocado a la muerte, y no da coces contra el aguijón.
Jesús no piensa ya en sí ni en lo que va a venirle, ni en lo que le ha ocurrido a manos de aquella chusma de criados.  Su pensamiento y su sentir está mucho más hacia fuera.  ¡Su Madre! ¡Aquellas mujeres fieles! Tantos discípulos de lo que pudiéramos llamar de “segundo rango” (que se habían confiado a Él)…   Todos esos son los que pasan ahora en una película dolorosa ante el pensamiento de Jesús, aunque sabiendo que no puede hacer nada por cada cual, aunque poniendo a todos ante el Corazón de Dios.  Por eso es dolor sereno, aunque muy vivo.

Por todo esto me han impactado hoy los textos litúrgicos de la Misa. Los enemigos, jugando con todo lo más sagrado… Ni ley, ni sacerdote, ni consejo del “sabio”, ni oráculo de “profeta”…, les va a cambiar su determinación de acabar con el Justo, de zaherirlo y humillarlo.  El Justo se acoge a Dios, y recurre a su protección, porque Dios sabe la verdad de todo.
Y mientras Jesús toma aparte a sus Doce para centrarles ya en la realidad de su muerte inminente y humillante, Juan, Santiago y la madre, ignoran claramente todo eso, y van a lo suyo…, a asegurar los privilegios. Todo, fuera de contexto. La clara expresión del egoísta, del que sólo piensa con “su idea”, su única idea…, y lo demás es como si no existiera. Era casi como una bofetada en rostro, pero Jesús tiene otro modo de reconducir las cosas y se limitó a cambiarles el carril, con una misteriosa pregunta: ¿Podéis beber el cáliz que YO voy a beber?   No entenderían mucho aquellos hombres (la madre ya queda en otro plano) del “enigma” que Jesús les planteaba. No obstante, en su sincera amistad, lo que entienden es que lo que el Maestro les propone es algo que Él mismo va a hacer yendo por delante.  Y aunque entender, no entienden el fondo, sí les es clara la realidad: CON ÉL, adonde Él…  Y el amor suple la torpeza y lo impertinente anterior, y acaban pronunciando la frase decisiva: PODEMOS.
Ahí queda nuestra reflexión de hoy. Aunque deberemos saber pensar y tomar nota, porque los impulsos del espíritu son fáciles…, pero la carne es débil.  Y con eso hay que contar siempre.

martes, 26 de febrero de 2013

Vuelvo tras un "descanso"

Mi ausencia de estos días ha sido obligada por un ingreso hospitalario, prolongado más de lo esperado.
Regreso hoy mismo con el "alta" clínica, pero no en plenitud de disponibilidad todavía. Aún así, antes de acostarme, envío un saludo y la ilusión de un volver a empezar.
Quienes tenemos la suerte de vivir de alguna manera la fe y sentir en el alma el Evangelio, podemos contar luego vivencias muy nuevas que se producen sin haberlas ni imaginado ni previsto.  Y ALGO DE GETSEMANÍ..., huerto del pavor, se abrocha misteriosamente con aquel otro "huerto" en el que Magdalena encontró AL JARDINERO que le iluminó la existencia.

domingo, 17 de febrero de 2013

1ª Cuaresma C


DOMINGO 1º DE CUARESMA- C
             Dos líneas complementarias lleva este domingo 1º-C de Cuaresma.
             De una parte la 1ª lectura marca un tema: la liberación de la esclavitud. El Pueblo de Dios, que había estado esclavizado en Egipto adquiere la libertad por el prodigio de Dios que lo ha encaminado hacia una tierra nueva,  tierra donde el Pueblo podrá ofrecer ya –en libertad las primicias de sus frutos al Señor.
             Jesucristo, en el evangelio de hoy, va también a la libertad que da el desierto, ahí donde no hay otros apoyos que Dios mismo, sin las influencias de intereses y esclavitudes en las que envuelve la sociedad.  Pero el Espíritu del Señor –que lo mueve- quiere hacerlo no desde lo intocable, desde la vida sin dificultades, desde una especie de Jesús encerrado en un fanal para que no le de el aire maligno.  Jesús va a tener sus imaginaciones –que como tales- pueden esclavizar, a las que tiene que responder con la oración, la privación del ayuno, y la meditación y apoyo que le da la Palabra de Dios.  Y cuando la esclavitud viene con esa sutil manera de asegurarse a sí mismo su misión de Mesías, convirtiendo una piedra en pan, Jesús se libera con la evidencia de que le basta la palabra escuchada en el Jordán, que salió de la boca de Dios.
             Hay otras esclavitudes de la vida ordinaria que son el deseo de aparecer, de ser admirado y reconocido, de vestir con piel de oveja ese lobo de la soberbia que anida en el corazón del hombre.  Y Jesús es tentado con la imaginación de una aparición al mundo de manera deslumbrante, porque si es el Mesías, ha de saberlo todo el mundo y cuanto antes.  Pero Jesús está en oración…, está en ese desierto que facilita el encuentro con Dios y con la escucha de Dios…  Y la idea esclavizadora de aparecer con un milagro llamativo queda desechada porque Él no tiene ningún derecho que obligar a Dios a hacer un milagro.   No es una esclavitud tan nueva ni tan extraña. Hay mucha gente que da pasos absurdos y hasta peligrosos, y dice tranquilamente: que Dios me salve. La esclavitud de las apariencias está a la  mano con toda frecuencia.  Pero en esas apariencias arriesgamos mucho, y no es de recibo pretender que yo me meta en el peligro…, y que Dios me salve.
             Y la gran esclavitud en la que está sumido el mismo mundo religioso de “los buenos” es tener una postura crítica contra la Iglesia, pretendiendo que la Iglesia se avenga al descarrilamiento que lleva la sociedad, bajo la piel de oveja de que la Iglesia ha perdido a las grandes masas, y lo que tiene que hacer la Iglesia es rebajar el baremo de la fe:  como todo el mundo es mío –dice la sociedad de consumo y de placeres de toda especie- o la Iglesia rebaja sus exigencias, a tiene el caso perdido.  Si la Iglesia dobla su rodilla ante esta sociedad dominante, ya puedo ofrecérselo todo… (promesa mentirosa de este engaño permanente del mundo, que cada vez pide más y cada vez esclaviza más).  Es exactamente el reto engañoso que sufrió Jesús en la cruz, cuando le ofrecieron creer en él si bajaba de la cruz.   ¡Qué más hubieran querido ver el milagro de Jesús que se desclava de la cruz, para echarle luego en cara que había hablado mucho y que luego se echaba a atrás a la hora de la verdad!  Jesús libera aquel engaño en la decidida actitud de la negativa más tajante.  Porque sólo a Dios adoraré.  Es lo más difícil en medio de un mundo de ídolos prefabricados por las multinacionales y las mafias del mal.
             Todo está resuelto por Jesús desde LA PALABRA DE DIOS. Precisamente la 2ª lectura ha afirmado esa otra línea esencial complementaria para liberar tantas mentiras o medias verdades…: la Palabra de Dios que está cerca de ti; que la tienes en los labios y en el corazón.  La Palabra de Dios que ha de iluminarse en la oración prolongada y liberada de esclavitudes previas…, que son las que desfiguran y ponen sordina a esa Palabra liberadora.  ¿Por qué se suelen poner los ejercicios y conferencias en la Cuaresma?  Porque hay que fomentar esa Palabra de Dios que está en los labios y en el corazón, pero que a la hora de la verdad no acaba de ser protagonista verdadera, porque no le dedicamos tiempo de reflexión para que penetre los poros de nuestro interior.
             Y porque esa Palabra tiene que tener unas prolongaciones constantes en la vida de cada creyente, para que no se produzca la dicotomía de orar piadosamente, y vivir luego “la realidad de la vida”. Hay quienes dicen, sin pudor, que “la Palabra está muy bien, pero que no se puede vivir en la vida”.  ¡Apaga y vámonos!; así nos luce.  Así nos luce la Comunión, que no se viva como luz emprendida en el Altar de la Palabra y del Sacrificio…, para sacarla fuera al mundo diario del que ha participado de ella…, y de la que tiene que seguir sacando vida como el padre de familia que saca de su arca cosas antiguas y nuevas.

sábado, 16 de febrero de 2013

Escuela de Oración y Ejercicios Espirituales

Ayer, como TERCER VIERNES de mes, se tuvo la ESCUELA DE ORACIÓN con buena asistencia, ¡y eso que había gripes por ahí que impidieron a algunos la asistencia.
El desarrollo -que resultó original para muchos- fue un paralelismo entre el PROCESO DE UNOS EJERCICIOS profundos y la narración que hace San Lucas de LAS TENTACIONES DE JESÚS.
Porque unos Ejercicios Espirituales no son unos días piadosos, ni un tiempo de barniz espiritual, sino un espacio serio de DISCERNIMIENTO Y BÚSQUEDA.
Jesús había recibido una palabra en el Jordán que lo señalaba Mesías, Hijo de Dios.
Y Jesús se retiró a "hacer ejercicios", con toda la profundidad de tiempo amplio, de búsqueda, de ver qué había bajo aquella voz que había escuchado.  Las "tentaciones" no son sino el proceso de duda y de resolución al que se enfrenta en la honradez de quien busca ante todo hallar la voluntad de Dios.
Queda claro que no puede ser convertir la piedras en panes, porque eso sería una pequeñez de espíritu que pretende que Dios resuelva, en vez de ser Él mismo quien enfrente su situación.
Resuelto que lo que alimenta es cumplir todo lo que sale de la boca de Dios, hay un segunda paso a discernir, y que crea una profunda cuestión en Jesús. ¿Puede salir al mundo, a pecho descubierto, afirmando sin más: Yo soy el Mesías?  ¿Quién lo iba a creer?  ¡Habían proliferado los iluminados "mesías" de tal manera que Jesús llega a plantearse la necesidad de una aparición solemne, llamativa, ostentosa... Ese lanzarse desde el alero del Templo, y que se cumpla la promesa de Dios que envía a sus ángeles para que su pie no tropiece en la piedras...
Pero horas de oración silenciosa, maduración profunda de la idea, le hacen ver que eso es un medio extraordinario que en realidad le faltaría el respeto a Dios, obligándolo a hacer un milagro... Y eso sería "poner a Dios a prueba", pedirle una señal que Dios no ha prometido...  Y uno ejercicios bien hechos encuentran en el sosiego de la oración que las cosas de Dios son más serias..., y hasta más normales.  Y que Jesús no pone a prueba a Dios, porque eso del lanzamiento desde el alero del Templo sería una temeridad. Eso no puede venir del Espíritu de Dios.  Segundo aspecto resuelto.  [Que no está de más caer en la cuenta de que Jesús pasó realmente en su vida por ese momento..., pero mucho más prosaico: estaba Jesús en la cruz, en sus últimos momentos.  La tentación viene de la gente que le hace un reto terrible: Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz, y creeremos en ti.  ¡Que tentación más terrible!  ¡Es que podría bajar y dejarlos a todos boquiabiertos..., y no tendrían más remedio que creer!  ¿Y no había venid Jesús a eso?  Sería un debatirse entre el sí y el no...  Y Jesús miró hacia el Cielo. Buscó el Corazón de Dios.  Comprendió que Él había venido a redimir, y que la redención se realizaba en la obediencia hasta la muerte de Cruz... Y Jesús renunció a "su oportunidad"..., pero realizó la voluntad de Dios]
Y queda lo más duro y terrible: ¿para qué me va a servir todo eso, si vivo en un mundo donde dominan otras fuerzas?  ¿Cabría la oportunidad de "la mitad para ti, mitad para mí?  Es la tentación tan fácil que padecemos siempre nosotros, que creemos que rebajando el tono..., que la Iglesia -aviniéndose a la "tra realidad" que reclama una sociedad tan alejada- podría ceder y abrir la mano...  "Que todo te lo doy si te postras ante mí y me adoras" (dice el mundo de hoy).  ¿Sería el camino?, pudo pasársele por la imaginación a Jesús en aquella hora casi final de sus ejercicios...   ¿No iba a ser el propio Simón, al que el Padre le había revelado..., quien pretendiera un segundo después apartar a Jesús de la cruz?  ¿Tan extraña nos parece la "tentación" que sufrimos los católicos, que pensamos que la Iglesia debería cambiar y facilitar...?  Pues Jesús dio el patadón en el suelo y, con la fuerza del Espíritu, respondió -en el monte y a Simón- : APÁRTATE DE MÍ, SATANÁS...  Apártate de mí todo ese mundo obscuro que pretende un bien a cosa de una infidelidad. A eso van unos Ejercicios bien hechos.  Que sea Dios quien es servido..., quien envía a sus ángeles para dar esa señal profunda de su Presencia, que es LA PAZ.
Aunque a sabiendas que la tentación de la mediocridad no se acaba en 40 días, y que tendremos que estar renovando siempre, y viviendo siempre una profunda honradez de nuestras posturas profundas ante Dios.

Sábado de Ceniza, y preparativos de la Cena


DOS ASPECTOS FUNDAMENTALES
          La Cuaresma se ha centrado muchas veces en un espíritu de sacrificio, dándole a ese sacrificio un valor que en ocasiones parecía un valor absoluto.  Cuando va uno desmenuzando en el día a día, ve uno la gran amplitud del mensaje cuaresmal.  Hoy tenemos dos pilares de una verdadera religión: de una parte es la realidad social: desterrar la opresión la crítica, el gesto amenazador…, y atender más a quien sufre alguna carencia…  Todo eso se agrada a Dios y uno recibe la compensación dl bien que ha hecho.
             La otra columna de este edificio es Dios mismo y la relación con Dios mismo: guardar el sábado judío no consiste en las minucias farisaicas sino el día consagrado al Señor, el día que se convierte en delicia de la persona porque tiene su oxígeno en Dios y otro oxígeno de su descanso, de su tomar fuerzas para reanudar la semana. No es día para “aprovecharlo” en “asuntos propios”, sino como profunda higiene del cuerpo y del espíritu.

Preparar la Pascua
             Nosotros estamos ya hechos a pensar que el jueves aquel era la Pascua. Pero la realidad es que la pascua judía era el sábado, el Gran Sábado, la Parasceve judía.
             Cuando aquella mañana de jueves se presentaron algunos discípulos para preguntar dónde iban a preparar la pascua, lo estaban tomando con tiempo, como sería lo normal.  Lo que no contaban ni podían contar e con el nuevo panorama que les presentaba Jesús:  Pues ahora mismo os vais a la ciudad, y al entrar, hallaréis (u os saldrá al paso) un hombre llevando un cántaro de agua.  Seguido.  Y donde entre, le decís al dueño: el Maestro pregunta: ¿dónde está la sala para comer la Pascua con mis discípulos?  Y os enseñará una sala en el piso alto, adornada, grande, alfombrada?   Allí preparáis la Pascua.
             O sea: no hay tiempo de sobra; es hoy mismo.  Y todo está previsto y dispuesto.  Pudo haber extrañeza en todos. En Jesús había un cuidado enorme de que nadie pudiera estropearle esa PASCUA, su Pascua, la única verdadera Pascua que va a haber (porque su celebración invalida ya la pascua judía posterior . Cuando los judíos pretendan celebrar la “Pascua del Señor”, la evocación sublime de la liberación del Mar Rojo, eso ya será un rito vacío, porque la Pascua auténtica, el PASO de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, habrá sido la Cena de Jesús con sus discípulos, con el sello de la Nueva Alianza en sus Sangre.
             ¿Pero por qué aquel secreto y aquel misterio de Jesús, que no ha avisado nada, y que se encuentran de sopetón con la fiesta, y con todos los cabos atados?  Sencillamente porque Judas no debía ni poder barruntar nada, y Jesús había dejado todo muy bien dispuesto, sin que Judas pudiera estropear la fiesta.  La Pascua aquella, la verdadera Pascua, la definitiva Pascua, había de poder celebrarse con la mayor tranquilidad y plenitud. Quedaría ya siempre para la posteridad.
             El hecho es que cuando llegaron a la Ciudad los dos discípulos que hicieron de avanzadilla, todo salió como Jesús había dicho.  No era normal que un varón fuera quien llevara un cántaro de agua…  Pues  allí estaba y esperaba,,,  Y no habló palabra… Echó a andar y los dos apóstoles detrás. Entró en una casa y los apóstoles cumplieron al pie de la letra lo que Jesús les había anunciado. Y se encontraron con una sala lujosa, como para vivir una gran fiesta.  Todo eso lo había llevado en secreto el Maestro, pero realmente aquello era para los discípulos llamativo y gozoso.

             Mientras, habían quedado en Betania los demás. Y con los demás, Judas, que se encuentra solo, y que –con poco que piense- le han escatimado unos datos que él esperaba tener, porque necesitaba saber dónde daba Jesús cada paso, para encontrar Judas su momento… Pero esta vez Jesús le había ido a la mano.  Y lo que bien puede pensar Judas –que tonto no debía ser- es que aquel proceder misterioso de Jesús podría muy bien tener relación con la fechoría suya…  A Jesús tenía que haberle llegado el chivatazo…  Y mucho más enloquecido se pone por dentro aquel hombre al que –por el momento- le han ganado la partida.  Los otros ya no soportan los exabruptos de Judas, y tendrá Jesús que mediar más de una vez para hacer el quite y evitar el enfrentamiento.
             ¿Y cómo estaba el Corazón de Jesucristo?  Con mil sentimientos; los propios del que sabe que ha llegado su hora y que va a dar el paso definitivo.  Y eso lleva dos aspectos muy contrarios: el gozo de haber realizado el proyecto de Dios. El espantoso dolor del fracaso humano. Ni los dirigentes judíos han aceptado la misión de Jesús, ni sus discípulos han llegado a entender nada.  ¡Y uno se había convertido en vehículo de la entrega traidora que le iba a llevar a la muerte!  Y sin embargo, sobrevolando todo, el gran gozo de comer esa Pascua con los suyos…, los suyos de todos los tiempos…  Muchos sentimientos encontrados, y que aquel mediodía no debió dejarle mucho apetito para comer, cuando sabía que era la despedida de aquella casa, de aquellos fieles amigos…, emprender el camino sin regreso a Jerusalén…  Se mascaba una tensión, aunque nadie dijera nada.  Pero era un momento demasiado fuerte, y eso no podía pasar desapercibido.

viernes, 15 de febrero de 2013

Viernes de Ceniza. y seguimos con Judas


EL AYUNO ES SABER AMAR
          Las lecturas del Viernes de ceniza se pueden concretar en esa sola palabra; el ayuno que agrada a Dios es SABER AMAR
             “Saber amar” presupone doblegar el amor propio. Hasta evitar  el prurito de querer saberlo todo, tener explicación de todo y querer poder tener la explicación de los reductos inescrutables que se encierran en el cofre de los misterios de Dios.  Todos esos aspectos que se pueden pretender hacer “a gloria de Dios”, no son de Dios ni agradan a Dios.  Porque lo que Dios quiere es la inmensa libertad del alma que no se esclaviza ni siquiera a las dudas que uno no puede resolver. ABRIR TANTOS CEPOS interiores y exteriores que nos esclavizan y desaniman, para vivir un AMOR LIMPIO que no intenta saber más allá. Y se queda en el AQUÍ ESTOY, humilde ante Dios.
             Lo mismo que Jesús repite a las dudas de los discípulos de Juan ante el no ayunar de los apóstoles. Sencillamente ellos están viviendo el AMOR DE UNA FIESTA DE BODAS, y eso –dice Jesús- no se lo voy a negar… Ya les llegarán tiempos de soledad y sufrimiento, sin buscarlo.  Que vale mucho más que el añadido postizo de un ayuno.  [La Iglesia lo está viviendo, y más duro cuando surge de dentro que el que viene de fuera. Así lo ha dicho el Papa. Y esto es para aplicárnoslo todos. Pero todos].

LA VENTA DE JUDAS
             Podemos calcular el día que correspondería a nuestro miércoles santo, que era el día de reunión del consejo secreto del Sanedrín. Algunos autores suponen que Judas se presentó al acabar esa reunión. La libertad de movimientos del “administrador” del grupo le facilitaba aquellos “apartes” sin llamar la atención. Y como su alma envenenada huía ya del grupo, la verdad es que no caía en falta.  Casi que se liberaban cuando no estaba Judas.  Osco, huidizo, como fiera herida  porque su orgullo era excesivo, lo preferían más lejos que cerca.
             Otra cosa son los sentimientos de Jesús.  Aquí se pone en activo el dolor del pastor bueno al que se le va una oveja…, a la que Él quisiera traer al redil sobre sus hombros, a la que por nada quisiera perder.  Pero esta oveja no se deja coger.
             Por otra parte, los amigos de Jesús en el Sanedrín o Consejo de ancianos judío, han prevenido a Jesús del encuentro de Judas con los sacerdotes.  Y que Judas ha acudido como hombre despechado a buscarle un escarmiento fuerte a Jesús, a ver si lo retira de la vida pública e influyente.  Judas, en su ofuscación, puede no haber calibrado la gravedad de su acto, pero lo que los sacerdotes han urdido bajo aquella compra de treinta monedas, ha sido la prisión de Jesús con la seguridad de que no se le escapa ahora.  Y que en el corazón de los sacerdotes lo que hay es una decisión tomada de llevar a Jesús a la muerte.
             Cuando aquella tarde se reúnen todos en el retiro de Betania, Judas parece esconderse. No está su conciencia en paz, y su terror es que le puedan descubrir su fechoría.  Los demás lo están viendo tan raro, tan osco, que casi no le hacen caso. Lo que están es hartos de un hombre que amarga la convivencia.
             Jesús no lo deja solo y se va directamente a él: Judas: estás preocupado; te pasa algo. Entiendo que vienes así desde aquel día del banquete. No había nada contra ti;  sólo quería que se valorara la acción de María..
             Judas no parece oír. Lo único que desea es  estar solo y, si le fuera posible, huir.  Jesús no quiere dejar a aquella oveja que se empeña en despeñarse, y le vuelve a preguntar: ¿Te pasa algo? ¿Estás preocupado por algo? ¿Te puedo ayudar en algo?  Para un hombre que llevaba ya dentro a Satanás…, que estaba encendido en odio… (aunque habría que pensar si no era odio a sí mismo), más se envenenaba cuanto más cariño ponía Jesús y más deseo de ayudarle a desembuchar su veneno almacenado…, aquellas monedas que llevaba en su faltriquera y que le tenían que quemar más cuanto que más cercano se le ponía Jesús.  No hay peor sufrimiento que el del gusano de la conciencia, que roe y roe…, pero ni se muere ni mata. San Ignacio en sus Ejercicios llega a expresar el tormento del infierno como el gusano de la conciencia que no acaba.  Ese infierno lo estaba sufriendo Judas. Lo que pasa es que no quiso liberarse, teniendo tan a la mano a un pastor que quería recogerlo sobre sus hombros y reconducirlo al redil.  Pero él ya había cometió su fechoría y en su soberbia, no tuvo ya agallas para dar marcha atrás.
             La tarde noche de ese miércoles debió ser un infierno para él, un profundo dolor para Jesús (que veía perderse sin remedio a aquel hombre que Él mismo había elegido para tan alta misión).  Seguro que Jesús ya no pretendía su propi liberación; aunque Él fuera ya a la muerte, quien le preocupaba era aquel apóstol que se perdía… Y debió ser en los compañeros una mezcla de despecho, irritación y dejarlo ya como cosa perdida.
             El jueves es el día que se ha venido señalando tradicionalmente para la Cena de Jesús con sus apóstoles. Y por tanto ya estaba encima.  Y la situación no facilitaba demasiado.  Incluso habría ya que tener precauciones para dificultar a Judas la realización de sus planes en ese Jueves.   Jesús ya las había tomado a través de aquellos amigos que le advirtieron, y cuando llegó el momento… 

jueves, 14 de febrero de 2013

Jueves de Ceniza, y otros


JUEVES DE CENIZA y Patronos de Europa
          Confieso el popurrí que lleva hoy este día primero tras el miércoles de ceniza. “El cuerpo” pide  que el mensaje cuaresmal  vaya desarrollándose . La fiesta litúrgica – por tanro, hasta con “Gloria”- de San Cirilo y San Metodio, Patronos de Europa, lleva sus propias lecturas, y así se rompe a la primera de cambio, el sentido básico de la pedagogía cuaresmal. Y por mi parte, fiel a mi costumbre de años, hoy me zambullo en la Pasión de Jesús.  Muchas cosas a la vez.
             Quedándome con las lecturas del jueves de Ceniza –que son pórtico hacia los mensajes que irán surgiendo en Cuaresma, lo primero que hoy se hace es poner por delante las dos posibilidades que tiene el ser humano: hacer el bien o hacer el mal.  Dios respeta la libertad de la persona humana, y le pone delante las dos posibilidades y también las dos consecuencias: si eliges el bien, serás feliz y te irá bien, y entrarás en ese destino gozoso al que Dios te quiere llevar. Si eliges el mal –por resistencia y desobediencia a los proyectos de Dios- tú perecerás y no entrarás en esa Tierra prometida.
             En el Evangelio, ejemplo práctico de esa realidad: los sacerdotes y doctores eligen la  persecución contra Jesús, hasta que un día acaben llevándolo a la cruz.  A la otra parte, Jesús, mostrando el camino que lleva a la vida: hay que doblegar las pasiones y el amor propio, cargar con la cruz cada día, y seguir a Cristo…  Se capaces de sopesar lo que vale ganar el mundo entero si uno arruina el sentido de su vida.
             El planteamiento de Cuaresma está hecho muy claramente. La cruz aparece en las dos opciones:  una, como amor propio para quitarse de encima a Jesus.  Otra, como necesidad de la persona, si quiere ser discípulo de Jesús.  Y no es teoría ni palabra mística. “Tomar la cruz” es la realidad que tenemos delante, nos guste a o no  queramos  o no.  Pero las espinas pinchan más cuando se pisan que cuando se besan.

             Personaje clave para entender la Pasión de Jesús es JUDAS ISCARIOTE.  Elegido por Jesús en mismo día y en la misma hora que los otros once. Elegido para lo mismo: para estar con Jesus y para echar demonios. Aprendiendo al mismo tiempo. Viendo las mismas obras. Con las mismas posibilidades de ser un apóstol del Evangelio.
             ¿Qué ocurre o en qué momento para que Judas deje de estar en esa línea para la que ha sido elegido?  Los estudiosos no encuentran más que un motivo: que Judas aceptó la llamada con una idea muy errónea sobre Jesús…, porque Judas tenía una idea muy distinta del mesianismo. Judas era hombre belicoso, y creyó encontrar en Jesús, un personaje en creciente influencia en el pueblo, y seguido por multitudes,  al “mesías” ideal para dar un vuelco a la situación de Israel,  dominado por el poder romano.  Jesús tenía madera de líder y Judas se apuntaba a ese movimiento con garantía de victoria nacionalista.
             Pero Jesús se manifiesta en palabras y obras absolutamente distinto porque el proceder de Jesús y su enseñanza van en la línea más opuesta a la belicosidad agresiva nacionalista que requería el “mesianismo judío”. Y como lo más difícil es reconocer Judas que él se ha equivocado…, y como lo más difícil es expresarlo claramente y despedirse a tiempo…, la solución es ahora la de descargar todo el propio error sobre Jesús. Y como ya no puede tener razones Judas, entra la visceralidad. Y lo peor que hay en la vida es cuando “lo razonable” se pierde ante lo visceral. Quiere, pues decir, que Judas sigue en el grupo de una manera física, pero su ánimo está ya lejos. Y como esa esquizofrenia rompe a la persona por medio, y él es cobarde para tomar una decisión, descarga ya todo su veneno contra la obra de Jesús y contra Jesus mismo.
             El evangelista Juan se va encargando de apostillar hechos concretos para mostrar que Judas estaba lejos de Jesús, aunque siguiera en el grupo. Cuando Jesús habla del PAN DE VIDA que Él dará, y que hay que comer su cuerpo y beber su sangre para tener vida eterna, muchos que eran discípulos se escandalizan, y dicen que es duro ese lenguaje. Ni han entendido ni saben esperar… Se van.  Y Juan dice entonces: Bien sabía Jesús  quiénes no creían y quién le iba a entregar.  Y ahí deja eso.
             Llegó aquel momento trascendental para Jesús de la muerte de su amigo Lázaro. Lo resucita. Dan un banquete de fiesta en el que es invitado Jesús, naturalmente, y con él sus apóstoles.  María, la hermana de Lázaro en su profunda expresividad de agradecimiento, viene y agasaja a Jesús derramando sobre su cabeza un perfume precioso. Judas lo lleva a mal, y lo solapa con lo que aquello hubiera aprovechado a los pobres, si se vende el perfume y se le saca un dinero…  Juan vuelve a dejar claro que a Judas nada le importaban los pobres, sino que era ladrón y se guardaba para sí el dinero de aquella pequeña comunidad apostólica.
             Jesús corrigió suavemente, defendiendo a la mujer. Y aquella gota colmó el vaso.  No sólo desautorizaba a Judas sino que defendía a la mujer. Doble “pecado” de Jesús: contradecir al que ya está contra Él…, y nada menos que en contraposición a la alabanza a una mujer.
             Estalló la bomba.  Judas se fue a los sacerdotes para proponerles un trato, con el odio en caliente, y la bajeza de un cobarde: ¿Qué me dais si os lo entrego?  No eran ideales los que movían a Judas. Era para visceralidad, soberbia, lavar su propio error llevándose por delante a Jesús…, y sacando su rédito a favor suyo…  Ese es “el personaje”.

miércoles, 13 de febrero de 2013

CREED EL EVANGELIO


MIÉRCOLES DE CENIZA
          La Iglesia, en su labor pedagógica y en su obra de evangelización, utiliza los signos como formas visibles externas que remitan a lo interior, QUE ES EL FIN QUE SE PRETENDE.
             Hoy los altares estarán sin flores, sin adornos. El órgano, donde se use, únicamente apoyará el canto, pero no se utilizará para armonizar, solemnizar. El ayuno y la abstinencia de carnes vendrán como a dar la señal, el pistoletazo de salida simbólico de una fase nueva que busca hacer más nuevas nuestras cosas, nuestra vida.
             En comunidades religiosas o en movimientos eclesiales diversos, se darán unos detalles distintos, más exigentes, de más fuerza, para recordar y acentuar el momento litúrgico fuerte de la CUARESMA, o los cuarenta días que preceden a los solemnes tres días de la Semana Santa –el TRIDUO PASCUAL- que marcan el PASO DE LA MUERTE A LA VIDA.
             Hoy, en el momento de imponerse la Ceniza –un “sacramental”- de la Iglesia (un SIGNO más extraordinario de lo sagrado)-, la fórmula que más se empleará será: CONVERTÍOS Y CREED EL EVANGELIO. Son dos aparentes procesos pero una sola realidad.  CONVERTIRSE es la expresión más significativa de ese cambio, mejora, tomar las riendas, enfocar soluciones a determinados defectos más habituales…  “Convertirse” es girar 180 grados para que el coche que iba en una dirección errada o en forma poco segura, se detenga y dé media vuelta y tome la dirección adecuada para llegar a su término en buenas condiciones.
             Pero el indicador de ese CAMINO  es el EVANGELIO.  No se es más cristiano por hacer más Vía Crucis, rezar más rezos, visitar más Iglesias, ni por dar más limosnas.  Todo puede ser un indicador muy bueno, pero eso no es el núcleo.  El núcleo es CREER EL EVAGELIO.
             Todavía aquí hay que hacer una profunda reflexión. CREER EL EVANGELIO no es creer en la verdad que dice, en la figura de Cristo que va en su centro, en las condiciones de vida cristiana que pide.  Todo eso es creer EN EL evangelio, pero no es “creer EL Evangelio”. Porque la fe son obras, es asimilación, es encontrarme con ese Evangelio como la llamada personal que me llega y me exige y me levanta los pies de mis posiciones, y me pone en actitud de cambio…, de salida de mí… para llegar a ser…  Y eso s un proceso que no se hace con una buena fe sin más, ni cuatro propósitos añadidos en la vida, ni unos rezos de más, ni…   Hay algo siempre más al fondo, y algo que no tiene final, porque en el seguimiento de Jesucristo hay mucho que recorrer y que no nos permite parar y darnos por satisfechos.
             La Cuaresma no es simple penitencia o mortificación, o privaciones de juguete. Es un camino que repite la vida de Cristo, para hacernos pasar por la vida haciendo el bien…, para incorporar la pasión a nuestra vida (porque es una realidad que está ahí y que no podemos eludir, pero a  la que tenemos que llenar de contenido), y que todo eso lo vivimos con la profunda gran esperanza de la LUZ que luce siempre tras la sepultura (esa aparente tragedia y fracaso de la vida), pero que lleva en sí el destello formidable de una novedad mejor…, una RENOVACIÓN, un empezar a vivir en esa “otra dimensión” en que Jesucristo es nuestra vida misma…, en la que ya no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí.  Expresión muy bonita para colocarla en un recordatorio, pero de un calado tan enorme que supone todo una novedad…  Novedad en nuestros enjuiciamientos, en la visión limpia de nuestras cosas, en la forma de tratar un tema o un problema, en la prudencia de una actuación y actitud familiar, relacional, comunitaria, grupal…, y por supuesto, personal.
             También ahí hay –tiene que haber PASO DE MUERTE A VIDA, cambios que se necesitan y que hay que afrontar, “manos que cortar” u “ojos que sacar”…, y toda esa gama de expresiones evangélicas, que nos dejó Jesús para hacer patente que CREER EL EVANGELIO no es poner parches de niños piadosos, sino entrar en una dinámica de cambio que tiene que notarse;  notarla uno mismo en sí mismo, y que se pueda notar desde fuera.  (y “desde fuera” puede ser la gran piedra de toque para separar el trigo de la paja, la mena de la ganga).
             Si ante las cosas que vienen “de fuera”, en vez de sacudir las pulgas fuéramos valientes para aceptar que alguna causa puede haber en eso que nos llega, habríamos hallado un camino, hasta fácil, de conocernos mejor. Y por tanto de poner manos a una obra de conversión real, de situaciones reales, sin perdernos en nuestras capas de cebolla con las que nos vamos recubriendo para afianzarnos a nosotros mismos,, pero que –al final- se puede ir quitando una tras otra y nos hemos quedado en nada.
             El MIÉRCOLES DE CENIZA no es un simple día especial de devoción popular…  Es toda una trayectoria que se abre y que hay que ser muy honrados para aprender y actuar.

martes, 12 de febrero de 2013

El sábado para bien del hombre (Mc 2, 23-28)


LA NOTICIA DEL DÍA Y DE SIGLOS 
«Queridísimos hermanos,
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

La persecución
             No hay peor enemigo que el fanatismo, o el egoísmo fanático, la seguridad de sí mismo, la mala fe.  Y todo eso se daba en los fariseos en cantidades industriales. Y por supuesto que, siempre, en nombre de Dios, en defensa de la gloria de Dios.
             Habían perdido la batalla en su juicio peyorativo de Jesús por comer con publicanos pecadores.  Tampoco habían salido con la suya cuando vienen los discípulos de Juan a presentar su cierta extrañeza de que los discípulos de Jesús no ayunan mientras ellos y los discípulos de los fariseos sí lo hacen.
             Vienen ahora por un camino, entre sembrados, Jesús y sus discípulos y, bien porque tienen hambre –como señala otro evangelista- bien como algo que hemos hecho cuantos hemos tenido relación con el mundo rural, viven el gusto especial de coger unas espigas al paso, triturarlas entre las manos y comerse unos granos.  Allí aparecen de improviso los fariseos para recriminar a Jesús lo que hacen sus discípulos.
             Jesús ni asiente ni disiente. Simplemente les lleva hasta ese adorado personaje de los judíos, David, tronco mesiánico.  Pues David –le recuerda Jesús- viene de una batalla con un puñado de hombres exhaustos y llegan a casa del sumo sacerdote Abiatar a pedir comida. El sumo sacerdote les dice que no hay más pan que el que ha sido consagrado al Señor. Y David lo da por bueno, lo toma y comen.  Eso sería una profanación. Eso tendrían que abominarlo los fariseos, si mantienen la línea crítica que tienen con Jesús.
             Pero los fariseos se callan como muertos, porque no tienen respuesta.
             Y Jesús acaba llegando a la base misma de la cuestión: es que el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado.
             El sábado y su descaso sabático fue una gran inspiración de Moisés bajo la luz de Dios. Al modo que Dios el séptimo día descansó, el ser humano necesita igualmente su descanso semanal, como higiene laboral. El sábado, dentro de ese sentido religioso que Dios da a todo lo humano, es la oportunidad de descansar para honrar a Dios y para relajarse de los trabajos y fatigas.  De ahí a la ridícula interpretación farisaica hay una distancia total. Ha hecho Dios el sábado para servicio y bien del hombre, y no como el corsé que impide moverse al ser humano en su vida.

             He aquí toda la inmensa fuerza de la ley divina frente a tanta casuística humana. En este terreno y en todos los demás.  Hasta que el creyente en Dios no comprenda que Dios no atosiga ni encorseta sino que esponja y libera, será muy difícil comprender el sentido auténtico de la fe, y la nueva realidad –el nuevo plazo- que ha venido a traer Jesucristo…, el vino nuevo que no puede contenerlo el odre antiguo.  Claro: esta lección es la más difícil que queda por aprender. Y es que en el fondo los seres humanos hemos pretendido encontrar en la fe “nuestra seguridad”, nuestros pies asegurados sobre la tierra, y no nos hemos tragado –como ya enseñó Pablo VI en el anterior “año de la  Fe”- que la fe es un riesgo, y que por tanto no es “nuestra seguridad” sino nuestra exigencia.
             Lo farisaico es muy claro: haciendo esto y esto y esto, ya somos buenos y ya tenemos a Dios contento.  Lo cristiano y evangélico es saberse ante un pozo obscuro, sin ver el fondo, y saber que te dice una voz: “tírate”. Y uno se tira sin saber ni adónde llegará, ni cómo…, pero plenamente seguro de que saldrá la mano de Dios para sostenerme.  Y esto es muy difícil de tragar.  Por eso conservamos tantos miedos, tantos intentos de una “póliza de seguros” para que Dios no nos coja…;  por eso queremos quedarnos donde estamos y no dar un paso más largo…  Por eso vivimos muchas veces la esclavitud en vez de la libertad que nos ha traído Cristo.
             Por eso para Jesús el sábado debía ser un instrumento para el bien del hombre, y no un hombre atrapado por las leyes del sábado. PORQUE EL HIJO DEL HOMBRE ES TAMBIÉN SEÑOR DEL SÁBADO.  Que todo esto es mucho más largo de lo que está ahí…, ¡por supuesto!  Pero hoy nos puede quedar –siquiera- como puntos de reflexión.

lunes, 11 de febrero de 2013

Con San Marcos, adelante


Critica llama a crítica   (Mc 2, 18-22)
             Los fariseos habían buscado –una vez más- la manera de atacar a Jesús. Se comprende que en una forma de vivir la religiosidad, que aparezca alguien que le da la vuelta a las cosas y –por decirlo así- las pone del revés, no es fácil de asimilar.  Claro que quienes habían dado la vuelta –hacia atrás- habían sido los propios fariseos, convirtiendo el culto a Dios en un conjunto de prácticas religiosas externas, que poco sentido tenían en orden a una actitud sinceramente religiosa (que quiere decir que conecte con Dios y que busque agradar a Dios, más que a satisfacerse a sí mismo buscando la propia complacencia).  Los fariseos habían concebido un entramado de formas externas que, una vez, hechas, ya estaba todo hecho. Y la verdad es que no les había tocado a ellos o a sus seguidores un pelo de la propia ropa.
             El escándalo de los fariseos porque Jesús comió con los publicanos (que para ello equivalía a decir: pecadores), es de alguna manera una llamada a la otra pregunta –que no deja de llevar su tipo de crítica- por parte de los discípulos de Juan Bautista, quienes le vienen directamente a Jesús para decirle: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunamos y los de los fariseos ayunan y los tuyos no?  Y Jesús les da una primera parte de respuesta, que podríamos decir “de cajón”:  Porque mis discípulos están celebrando una fiesta, y nadie va a una fiesta de boda para hacer sacrificios. Claro: la fiesta de boda es la propia fiesta que supone haber entrado en el nuevo plazo, ese que ya tiene en medio el reino de Dios, y que lleva la gran y gozosa realidad de haber llegado a alcanzar lo que los antiguos sacrificios preparaban e intentaban abrazar un día.  Lo malo es que se han quedado en “la preparación” y no se han situado en el nuevo momento en que ya está en medio Jesús, que encarna el reino de Dios.
             Anuncia Jesús que vendrán días en que se lleven al novio, y entonces les tocará ayunar.  Un anuncio de la Pasión, de la muerte de Jesus, de la persecución de la Iglesia.  Y entonces vendrá la necesidad del sacrificio, de la lucha y hasta del martirio.  Es otra clase de ayuno…, pero ya está fundamentado en ese reino de Dios que sufre violencia.
             El “aterrizaje” de Jesús ahora es un importantísimo principio básico de vida del Reino de Dios.  El reino de Dios, la vida cristiana o de seguimiento de Jesús, no es –ni mucho menos- mantener las formas de antes con un poco de adorno nuevo.  Es una novedad tan absoluta que ya no valen los modos anteriores.  Los discípulos de Juan querían mantener lo conocido, aunque luego viniera algo nuevo encima, como el sombrerito que engalana.  Y Jesús les dice que no: que hay borrón y cuenta nueva. Que lo que ellos han hecho está bien, pero que el tiempo nuevo, el tiempo mesiánico, el reino de Dios, no es mera continuidad parcheada de lo anterior.  Lo mismo que en Caná hubo de agotarse el “vino anterior”, para que ahora saliera de pura agua un vino mejor, ahora el vino nuevo de Cristo no puede contenerse en los odres viejos de las formas pasadas.  Para el  vino nuevo hay que tener ODRES NUEVOS.
             A mí me ha pellizcado siempre muy fuerte esta parábola breve, pero tan expresiva de Jesús, porque es fiel reflejo de la realidad nuestra y mía presentes. Tendremos todo un hermoso traje de adornos cristianos, de novedades cristianas, y ese traje está muy bien.  El tema se hace más serio cuando seamos capaces de mirar quién y qué hay debajo de ese traje, hasta dónde ese traje nos ciñe hasta cambiar posiciones nuestras…, religiosidades nuestras…  Y a sabiendas, además, de que no es un traje que sirve de una vez para siempre, sino con aquella connotación que se explicó ante LO QUE ES ORAR DE VERDAD, algo que va “cambiando el paso” sobre la marcha.
             Miremos, como espectadores, la vida de un cristiano: reza al levantarse, ofrece sus obras, ora con el evangelio…, y hasta quizás puede ir a participar de la Eucaristía.  Entrega un tanto a Cáritas, y visita a un enfermo cuando acaba su jornada.  ¿Y desde que salió de su Misa? ¿Y su trabajo? ¿Y su pensamiento? ¿Y sus juicios? ¿Y sus reacciones? ¿Y su propia actitud interna personal?  O sea: todo eso que es la vida diaria, el trato de familia, la comprensión, el silencio oportuno, la vida interior durante el día, la convivencia con los que le toca estar en cada instante... O sea, hay una VIDA que o está dentro de moldes nuevos, o permanece en las formas antiguas. Sus devociones siguen inalterables, sus prácticas siguen fielmente. Pero el sistema de juicios hacia las cosas y personas, y el mismo fondo de su mundo espiritual, crece en positivo?, ¿corrige o hace por corregir?, ¿se anquilosa en “lo de siempre”; ¿trata uno de seguir sacando su propia cresta aunque sea rezando o en Misa? ¿Acaba uno permaneciendo en “lo suyo”, y de ahí “no me saca nadie”?
             Creedme que veo a muchas personas probas (y del estamento religioso) que siguen escandalizados los excesos de la moral sexual (que la sociedad tiene hoy asumidos), pero con unas faltas de comprensión, de caridad, de acogida, de preocupación social, de calibrar esos mismos problemas morales (sexuales) cuando le tocan de cerca en la propia familia, que sigo con el pellizco inicial ante esta parábola de Jesús: si hemos adquirido ya ODRES NUEVOS, para una situación tan nueva, evangélica cien por cien, menos preocupara por el “ayuno” farisaico.

domingo, 10 de febrero de 2013

Llamados a seguir a Jesús. 5º C, T.O.


Domingo vocacional  5º T.O., C
          La inmediatez de la Cuaresma puede desenfocar este domingo.  De hecho yo vivía ayer una experiencia en la que apenas aparecía el sentido de este domingo tan rico. Seguramente la preparación catequética de una Cuaresma tan cercana, había cambiado el foco para la reflexión auténtica correspondiente a un domingo el T. O., cuya finalidad pedagógica se centra en aspectos básicos de la enseñanza progresiva de la vida de la Iglesia.
             Hoy es un domingo eminentemente vocacional, presentando la gratuidad de la llamada de Dios y la gratuidad que pide en la respuesta del que es llamado.
             Isaías se siente anonadad ante la visión del trono de Dios y su Majestad. Él, que es de labios impuros, ¿qué puede hacer allí?  Y Dios envía un ángel que toma del altar de las ofrendas unas ascuas y las acerca a los labios de Isaías y le dice: ¡Ea!: ya han quedado purificados tus labios; ya ha desparecido tu culpa.  Aquella situación podría acabar ahí. Pero a continuación Dios mismo hace una pregunta que perecería impersonal: ¿A quién enviaré?  Isaías se da por directamente aludido. Cuando Dios ha purificado su vida, ¿cómo va a quedarse cruzad de brazos, mirando para otro lado, a ver si el vecino responde?  Y se echa adelante y dice: AQUÍ ESTOY, mándame.
             Es la respuesta noble y generosa a la gratuidad e la elección de Dios. Isaías ha sabido captar la llamada y se ha dispuesto con una de las oraciones más hermosas que hay en el léxico del creyente:  incondicionalmente, AQUÍ ESTOY.
             Pasamos al Evangelio. Todo “tan inocente” como Jesús por la orilla de la playa, la muchedumbre que le sigue colgada de su palabra que es da vida…,, barcas a lo largo de la playa…, y dos allí… Y una a la que se sube Jesus para poder seguir hablando, sin estar apretujado.  ¿Sólo por eso? ¿Casualmente aquella barca?  Era de Simón, un hombre noblote como el que más, pero fanfarronete…  Esas cosas le ponían más ancho que el mundo: ¡Era su barca, y desde allí hablaba el  predicador admirado por las gentes. Simón, que remendaba sus redes, se viene a su barca a hacerle los honores al predicador, y a figurar él como el “dueño”…, el hombre de aquella barca.  Y gozaba. Estaba en el centro de las miradas y eso iba bien con su manera de ser.  Jesús dejó de hablar… Se sentó un rato en la barca. Y Simón –aun sin hablar- estaba feliz.  Y Jesús ahora le dice a Simón: Rema mar adentro  Y Simón y Andrés remaron… Estaban de anfitriones de aquel personaje, y le daban un gusto tan inocente.  Y cuando han salido a una distancia de la playa, y a lo que podríamos decir, “sin hacer pie”, Jesús les dice: Echad las redes para pescar.  Aquí siente Simón que está en su terreno y que ahora sí le toca hablar a él, que es el profesional en la materia. Maestro: ¿es tu gusto ver echar la red?  Yo la echo.  Pero que conste que en esto soy yo el que entiendo, y no hay nada que pescar. Hemos pasado la noche entera bregando y no hay nada que hacer.  Ahora bien: ¿te gusta ver el arte de pescar?  Pues adelante.  Y Simón pone todo su sabiduría de pescador para que Jesús vea un intento de pesca…  Y cuál es su sorpresa cuando la red empieza a tirar, porque se está cargando de peces…; y tantos que no pueden ni sacarla y tiene que hacerle señas a los otros socios, Santiago y Juan, para que vengan a ayudarles.  Y sacan tal cantidad de peces que llenan las dos barcas hasta los filos.  La alegría, el trabajo que n admite demora no le ha dejado a Simón pensar.  Pero cuando ha acabado, Simón siente el espanto de que aquel Jesús que lleva en su barca, le ha ganado la partida a él, el pescador…; ¡lo ha desbancado en su propio terreno, el mar y la pesca!
             Y Simón sintió ahora el pánico.  Y puesto a pensar en lo ocurrido, lo único que se le viene a la mente es que él prefiere quedarse con su barca, sus redes, su pesca o no pesca…, pero lo que no quiere es que venga ahora alguien a quitarle su libertad y sus maneras propias.  Y prefiere echarse a los pies de Jesús y decirle: Apártate de mí, que yo no soy más que un pecador.  ¡Déjame tranquilo!
             ¡Ya era tarde!  Jesús no había llegado por casualidad a  su barca y a él. Y Jesús, con su ironía cariñosa, le dice sencillamente:  No temas. Yo os haré pescadores de hombres.  Poco entendería Simón de esa expresión. Llegaron a tierra, desembarcó la carga…, y Jesús les miró y les dijo una palabra clave: Seguidme. Lo de menos era adónde y para qué. Lo único cierto era que se trataba de IR CON ÉL.  Y no hubo más. Lo dejaron todo y le siguieron.  Esa es la fuerza inmensa de la vocación.
             La 2ª lectura tiene la enorme importancia de ser el primer escrito del Nuevo Testamento y encerrar el núcleo esencial de la fa cristiana: el kerigma.  Toda razón de ser de esta fe está en que Cristo murió, según las Escrituras (no por otras razones).  Que resucitó según las Escrituras. Así tenía que ser. Que mostró la verdad de ello apareciéndose, siendo visto y dejándose tocar (hay quien vive todavía, y es testigo de ello). Y finalmente se me apareció a mí, que soy el último, el perseguidor, un verdadero aborto.
             Pero un llamado gratuitamente por la Gracia de Dios.  Nueva vocación de este domingo.  El marco estaría cerrado si no fuera porque la Presencia de Cristo en la eucaristía de hoy, sigue siendo una llamada…, a cada uno, en diversas formas, esperando respuesta.  Y no cabe otra que: AQUÍ ESTOU, MÁNDAME.
             El domingo 5º C del T.O. mira derechamente a cada cual.

sábado, 9 de febrero de 2013

Nueva vocación: Leví (Mc 2, 13-17)


Una nueva vocación
             Sigue diciendo San Marcos que salió otra vez Jesús a la ribera del mar, y toda la muchedumbre venía con Él, y Él les enseñaba.  Esa imagen de las muchedumbres que siguen a Jesús, que le rodean, que le apretujan…, es una imagen muy significativa porque expresa la realidad de un mundo que quiere pero no tiene…, que andan como ovejas sin pastor…, que encuentran en Jesús uno que les llena…, Alguien que les hace caso…, un Maestro que enseña una enseñanza que entra en el alma.  Lo que dice, subliminarmente, que los “pastores” de Israel, los fariseos, los doctores, los sacerdotes…, no les llegaban, no les movían, no tenían gancho…, encontraban en ellos una monotonía y una rutina que no hacía gustosa la Palabra de Dios.  Mientras tanto, en Jesús hallaban algo tan claramente diferente, que se iban tras Él con esas ansias de quien busca, desea y quiere.
             No se me pasa de largo una realidad del mundo moderno, ese que se va tras el artista, el cantante, el deportista…, el botellón, las orgías de las madrugadas…, y que al final están mostrando a las claras que no tienen pastor, que se van tras las aguas estancadas que nunca les satisfacen, y carecen del manantial limpio que les llene el alma. Posiblemente no supimos presentarles un Jesús que les atrajese. Posiblemente no les convenció ese Jesús que sí atraía y ofrecía…, pero juntamente pedía y exigía.  Curaba pero pedía la fe para poder curar.  Y la fe no es sólo creer como un niño que se cree un cuento y le gusta, sin un creer que está pidiendo actitudes que no son coser y cantar.

             Pues pasaba Jesús rodeado de gentes, y pasando vio a Leví, sentado en su despacho de aduanas (cobrando tributos judíos para darlos a los romanos…; oficio aborrecido por el pueblo y detestado por los fariseos, que tildaban no ya sólo de “publicanos” –que podría ser un oficio- sino de “pecadores”, porque ser publicano les equivalía a ellos a ser pecador. Y en una parte estaban en lo cierto por la usura que formaba parte del “negocio”.
             Pues pasa Jesús…, y no pasa de largo.  Se detiene, mira hacia Leví, y son mediar palabra (al menos ahora), le dice un escueto: Sígueme. Y el testo dice a continuación: Y levantándose, le siguió.  Lo cual habla muy alto de Leví que, publicano y todo, era un corazón con ansias de algo que no era aquel negocio denostado y tantas veces humillante.  Y por supuesto haba muy claro de la mirada de Jesús.  Porque ese VIÓ A LEVÍ dice mucho más que un simple “ver”.  Son miradas elocuentes, cargadas en sí mismas, de esas que dejan al otro prendido en unos ojos que son imanes y a los que no puede uno resistirse noblemente.
             Leví se levantó y siguió.  Y festejó.  Porque lo siguiente que narra San Marcos es el banquete que da Leví como despedida gozosa. Y ya puede uno imaginar qué comensales constituían el entorno de Leví: publicanos-pecadores…, los de ese entorno en que había vivido y había sacado su vida adelante.
             Los fariseos –como corresponde- se escandalizan gravemente. Comer en banquete con alguien, supone “comulgar” con sus ideas y su vida…, estar de acuerdo con sus formas…  Y la crítica de los fariseos incontaminados va a minar la moral de los discípulos: ¿Cómo es que vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?  Y Jesús lo oye y les da una explicación: “El médico acude al enfermo; no a los sanos”. Los “sanos” (y ahí había posiblemente ironía en Jesús, porque los miraba a ellos, los puros y perfectos)…, “no necesitan del médico; ellos no se hallan mal; en cambio los enfermos, sí”.

             Ni que decir tiene lo que esto trae al sentir de un confesor. Al confesor se le dilata el alma ante el pecador, arrepentido, dolido de su vida, y necesitado de ayuda y perdón. Y ya puede haber cometido los mayores pecados, pero se presenta humillado ante Dios y necesitado de perdón. El caso contrario es el del que se acerca al confesionario más bien a justificar su fallo y decir que la culpa la tuvieron los otros, y por más que se intente, no tienen ellos nada de qué arrepentirse ni cambiar.  Ahí el confesor siente indignación. No le dejan rendija por donde entrar. Y la pregunta única que se hace el confesor es: ¿Para qué ha venido?  Porque está tan “sano” (y los demás “son tan malos”), que provoca dolor y hasta indignación. No viene al médico.  Viene a seguir vomitando su mal corazón, pero sin reconocer que ese corazón es el que está enfermo. ¿Podrido?
             Los fariseos nunca pudieron encontrarse con Jesús. Nunca. Nunca mientras permanecieran en su fariseísmo.  Por eso la crítica y persecución contra Jesús fue su arma. Porque otros valores u otras razones, no tenían.

viernes, 8 de febrero de 2013

San Marcos, capítulo 2


”Se supo que estaba en casa”
          La expresión que utiliza el evangelista nos deja ver que Jesús –que no tiene donde reclinar su cabeza, ha establecido “su casa”…, su punto de referencia, en la casa de Simón, pegada a la sinagoga de Cafarnaúm.  Allí fue donde todo el mundo lo buscaba cuando Jesús hubo de dejar ese mundo propicio para ir a otros ligares, porque para eso había sido enviado.  Ahora regresa allí tras su periplo por lugares de Galilea. Y, como es natural, las gentes que se quedaron entonces sin disfrutarlo, en cuanto que se supo que estaba en casa, allí se vinieron, allí se agolparon, y mucho más numerosas que antes porque la fama de Jesús había corrido como la pólvora.
             Un paralítico ha sabido que Jesús estaba allí y piensa que es llegada su oportunidad. Claro: ni él puede ir, por su parálisis, ni pueden cargar con él dos personas solo, llevando sus parihuelas o camilla.  Pero sí hay amigos capaces de tomarse a pecho aquella situación del amigo y se deciden a llevarlo adonde Jesús.  Lo que pasa es que al llegar se encuentran que no tienen por dónde entrar, dado el gentío que se agolpa  al a puerta. Eso causa desasosiego al enfermo, que ve la imposibilidad de llegar hasta Jesús. Pero aquí entra la imaginación y la constancia de quienes empiezan una obra con cariño y deseo de llevarla a buen fin. Investigan la manera y descubren el portón trasero de la vivienda, seguramente el espacio de huerto, típico de las casas judías, con su higuera en medio.  Y por allí rodean con el enfermo, y a la manera que fuera, hablando con quien fuera, se toman el trabajo de subir con la camilla hasta el terrado, que caía exactamente sobre el porche desde el que hablaba Jesús.
             Los terrados –a lo que puede deducirse- tenían el piso de lascas de cierto tamaño.  Y no cortos ni perezosos empezaron a quitar las que calcularon acertadamente que estaban sobre el lugar que ocupaba Jesús. Jesús seguía hablando a las gentes, una veces más en directo y otras con sus parábolas, muchas de esas que los evangelistas agrupan en capítulos expresos, pero que evidentemente las fue pronunciando a través de sus diversas enseñanzas y lugares.  Jesús notó claramente que le caía tierra encima. Miró y observó aquella operación de unos hombres llenos de fe y buena amistad. Y expresamente se admiró de la fe de ellos.  Sería fe la del paralítico (que por eso quiso ser traído), pero hay esa otra fe operativa, la que se toma los trabajos para que la fe no se quede en ideas ni sólo esperanzas de sacar algo, sino la fe que actúa y –actuando- da concreción a la fe.  A mí me suele causar cierta pena la persona que no da un paso…, pero espera que Dios le solucione… No hace por corregir, pero aguarda que Dios la corrija por arte de milagro.
             Jesús se admiró de la fe de ellos.  Dejó su enseñanza a la gente de fuera y se quedó observando aquella cuidadosa y delicada operación. Porque ahora había que bajar al lisiado con cuerdas, y había que mantener tal equilibrio en los cuatro extremos que no se fuera a volcar la camilla y que diera con el pobre amigo en el suelo de manera violenta, cuando él no hubiera podido valerse para nada.
             Por eso el enfermo bajó con una cara de hombre asustado, con los ojos muy abiertos, fijos en Jesús, como quien ya está suplicando antes de llegar…, porque en ese momento era primordial llegar sano y salvo. Y esos ojos muy abiertos también, fijos en Jesús, porque tampoco le podía constar si su osadía y la de sus amigos, interrumpiendo lo que Jesús hacía, podía ser bien acogido por Jesús.
             Para Jesús la urgencia es siempre la que tiene inmediata, y para Él no hay en un determinado instante más que la necesidad que tiene delante. Eso no significa que los procedimientos de Jesús coincidan con los nuestros, y que entendamos nosotros a la primera el proceso mucho más completo que Jesús quiere llevar en nosotros. ¿Qué buscaba el enfermo?  Evidentemente su curación. Era su idea primordial y directa.  Pero Jesús va a cambiar el chip, y en vez de decirle que lo cura le sale por donde menos esperaban él y sus amigos: Hijo; tus pecados están perdonados.  De hecho aquel perdón tenía un recorrido mucho más largo en una mentalidad judía en la que la enfermedad es consecuencia de haber pecado. Si se le perdonaban los pecados es que se le estaba curando. Pero el paralítico no debió quedarse muy satisfecho porque él necesitaba oír otra cosa…, y Jesús se le había ido por las nubes…
             Jesús “mataba dos pájaros de un tiro”. Porque alí estaban los fariseos, los doctores de la ley, los puritanos, los cerrados de mollera, los enemigos directos de Jesús.  Y lógicamente cogen el rábano por las hojas, y sin más, piensan: Éste blasfema, porque sólo Dios puede perdonar pecados.
Jesús se dirige a ellos con pena: ¿Por qué pensáis así? ¿Qué os convence más: si digo “perdonados son tus pecados” o si le digo al enfermo” Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa?  El paralítico estaba en ascuas. Aquello ya le sonaba a él de otra manera… Y Jesús pasa del dicho al hecho y les dice a los fariseos: Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados –otra vez, “dos pájaros de un tito”- se dirige al enfermo y le dice esas palabras maravillosas. El lisiado hace por ponerse de pie, aún dudando de poder… Pero sus pies responden… Sus músculos responden… Se pone en pie… Asienta los pies, como asegurándose… Pega un salto de admiración, coge su camilla a cuestas y sale por entre la gente entre gritos de alegría.  Y no menos los cuatro “observadores” del tejado, que por más que lo llaman para que los espere, no logran hacerse oír. En parte por los mismos gritos de alegría del que ha sido curado. Y en parte porque la gente está pasmada y también grita, fuera de sí, por la doble realidad que acababa de presenciar.  De los fariseos no se dice ni palabra. La imagen del perro con el rabo entre las patas, me hace pensar en ellos en este momento.

jueves, 7 de febrero de 2013

Dios sabe más lo que conviene


¡POR ALGO ERA!      Mc 1, 40-45
          Podía haberse quedado Jesús allí, donde todo el mundo lo buscaba… En la oración “fue enviado a otros lugares porque para eso he venido”. Y sin que ni Él ni aquel leproso lo supieran, estaban abocados a encontrarse en el camino.  Ya estaba allí el comienzo de la respuesta. Aquel leproso lleno de andrajos y costras, echado de la sociedad por su peligro de contagiar, teniendo que vivir en descampados, a la intemperie, venía a encontrarse “casualmente” con Jesús que iba “casualmente” por aquel camino.
             El leproso vio a distancia a Jesús, y gritó…  Los apóstoles se aterraron ante aquella amenaza social. Jesús no se detuvo. El leproso de paró a pequeña distancia y con la humildad del hombre desastrado en su vida misma, musitó la más bella oración que puede hacerse…, una oración que nada pide…, una oración que simplemente dejaba su lepra en el mismo Corazón de Cristo…: Si quieres, puedes limpiarme.  No ha pedido nada. Pero ha tocado la fibra más fina del alma de Jesús.  Ahora todo depende de Jesús: Si Él quiere…  ¡Con qué razón tenía que ir a otros lugares porque para eso había venido!   Y estaba allí la respuesta a la mano.  Jesús se acercó al leproso, ante el espanto de sus hombres acompañantes. Jesús tocó al leproso… ¡Más repugnancia aún en aquellos!  Pero no era Jesús quien se contagiaba del mal al tocar al enfermo; era el enfermo el que dejaba de serlo y de ser contagioso cuando –al toque de Jesús- su carne se sonrosaba y sus costras se separaban de su piel. Harapos seguía teniendo, porque eso era por fuera, y eso no significaba nada. Pero él sintió que la palabra humilde pero decidida de Jesús, que repetía en positivo lo que el leproso había dicho, habían sido fuente de salud: Quiero; queda limpio.  ¡Y así fue!
             Los discípulos de Jesús se miraban. No reaccionaban. ¿Estaría contaminado Jesús?  Lo que podían ver era que el enfermo no era ya un enfermo. Que su rostro había recuperado sus facciones, que sus manos eran ahora normales…, y todo aquello había sucedido en un segundo… Estaba todo hecho…, pero no todo.  Porque la ley e Moisés tenía sus pasos en beneficio de la sociedad y de los propios enfermos curados; había que ir a los sacerdotes, que serían los que certificaran la curación y dieran el certificado que acreditara la sanación total de ese enfermo, y –con ello- su reincorporación a la sociedad normal.
                Aquí se ha visto siempre una clara muestra de lo que es el perdón del pecado que, por supuesto, lo hace Dios…, pero que no quiso hacerlo directamente, sino tenía que CONSTAR ese perdón a través del sacerdote. Porque el sacerdote es el que visibiliza por la fuera lo que Dios hace por dentro.  Y esa es la gran pedagogía de los sacramentos, para que queden en espiritualismos individuales.
                Jesús le dijo al leproso que no dijese ni una palabra de aquello, salvo la parte necesaria a los sacerdotes.  ¡Mandato imposible de cumplir!  ¿Cómo iba a permanecer callado el que había sido una piltrafa despreciada y despreciable, y que ahora se encontraba de nuevo PERSONA? ¿Cómo se le ocurría a Jesús esos mandatos imposibles?  Esas cosas de la vida, de la espontaneidad, de lo que quisiera Jesús que fuera…: que la fe de las gentes en Él no dependiera de los signos exteriores.  Lo que Jesús deseaba con todas sus fuerzas era que cada cual que llegara a a Él lo hiciera por Él mismo..., por la búsqueda del reino de Dios.  Pero la realidad humana es que nos movemos mucho más por estos signos.  Cierto que hay estadios de la vida espiritual donde caen los harapos de nuestra miseria y se queda la persona en la nitidez de la fe en Jesús.  Y ojalá vayan purificándose nuestros sentimientos como para que la parte sensible ocupe menos espacio, o ninguno, porque hay un momento en que ya se vive la fe dentro, muy dentro, muy el lo profundo del alma, sin que la rocen los vientos.  Pero las cosas van viniendo…
                El leproso gritó de alegría, proclamó su curación, dijo la maravilla que él había vivido…: dijo que JESÚS LO HABÍA CURADO.  Y Jesús tuvo que ocultarse (cuanto posible fuera), quedándose en descampados y sin entrar en los núcleos de población…  Aunque la verdad es que no le valía de mucho. El mundo de antes y de ahora está necesitado de esas realidades sobrenaturales…, de eso que le sobrepasa…   Y si es de quien entra en lo profundo de la necesidad humana y la limpia, ¡no digamos!  El mundo necesita los signos de Dios.
                Y ahora se pregunta uno: ¿cómo es posible que el mundo de hoy pueda vivir sin Dios?  Abrimos los ojos y lo vemos: se crea sus propios dioses e intenta tapar huecos que jamás le llenan.  Los intenta tapar legal o ilegalmente, moral o inmoralmente, humana o brutalmente, en algo que les saque de la burda materia, aunque acaben creando el siguiente fetiche, para volver a sustituirlo ansiosamente por uno diferente…  Y así se produce un mundo a la deriva, vacío, ansioso, lleno de patologías…; ladrón, abusivo, corrompido, que tapa una llaga con la llaga siguiente y mayor.
                Y hasta que no llegue el momento en que ahíto de sus propios andrajos, se salga gritando al camino y se rinda con humildad ante el único que puede limpiarle, nos espera ese desecho de humanidad embrutecida, que está cavando su propia tumba…
                Acaba ese evangelio del leproso diciendo que venían a Jesús de todas partes, pese al intento de incógnito de Jesús.  Y es que la sed acaba pidiendo a gritos el agua, aunque uno no quisiera beberla…